23. Aventuras

178 7 0
                                    

Ese mismo día, por la tarde-noche.

El sol se ha escondido. La luna predomina. La oscuridad acecha. Estrellas brillantes y luminosas se encienden dejando ver todo su resplandor.

El timbre suena. Tina va hacia la puerta y abre. Aparece una mujer con labios muy carnosos y con una gran frente.

Oi, tudo bem? —exclama la señora en portugués.

Tina murmura palabras en portugués y la invita a pasar. Mira a Chloe, seguidamente a Bruno y después posa sus pequeños ojos cafés en mí. Me dice algo en su idioma pero al ver mi expresión de no entender nada acaba hablando en español.

—¿Español? —me pregunta con su acento.

—Sí, mejor.

—¿Cómo es tu nombre? —murmura con un poco de dificultad al no ser su idioma principal.

—Catalina.

—Un gusto, Catalina —me extiende la mano—. Yo soy Telma.

—Encantada —le sonrío.

Tina se vuelve hacia nosotras.

—Telma es una vieja amiga —me explica mientras lava los platos—. La conozco desde hace... ¿seis años?

—Siete —le rectifica.

Chloe contempla curiosa a Telma.

—Una pregunta —comenta—. ¿Dónde está Paulo?

—Se ha quedado en casa con Jorginho.

—Ah —se encoge de hombros—. Da igual —se va a su cuarto.

En ese instante, aparece de nuevo Bruno. Me lanza una mirada encantadora. Después, mira fijamente a su madre.

—¿Qué me quieres pedir? —se anticipa Tina.

—Ayres y los demás van a salir. ¿Podemos ir con ellos?

—Está bien —le concede el permiso—. Eso sí, no pierdas de vista a Cat. Ella no conoce estas calles.

—Claro —asiente. Se acerca a mí—. ¿Quieres venir a dar una vuelta con mis amigos?

—Sí, vale. Será divertido conocerlos —me agarra de la mano y salimos fuera de la casa. Nos dirigimos andando hacia una especie de plaza.

Sentados en un banco se encuentran los amigos de Bruno. Los tipos se podrían confundir fácilmente como hermanos, incluso gemelos. Todos llevan el pelo rapado. Las chicas sí que se pueden distinguir.

Oi! —uno de los chicos le da un gran abrazo. Sus ojos casi negros le miran emocionados—. ¡Cuánto tiempo, Tucci! —sus ojos se desvían para mirarme a mí—. Hola, soy Ayres. Encantado.

—Igualmente. Yo soy Cat.

Todos nos saludan amablemente. Nos guían hacia un lugar lejano. No tengo ni idea de adonde vamos.

Una mujer con el cabello castaño, rizado y bastante sedoso se pone a mi lado.

—Me gusta tu brazalete —señala un brazalete dorado.

—Gracias. Me lo regaló mi padre.

—Es muy bonito —lo elogia de nuevo—. ¿Es la primera vez que estás en Lisboa?

—Sí, de hecho nunca había estado en Portugal. Es muy bonito.

—¿Lo es? Supongo que las personas que llevamos aquí toda la vida no nos damos cuenta.

—Cierto.

—Por cierto, soy Sabina. ¿Cat, no? —asiento la cabeza ante su pregunta.

Se nos acerca otra chica. Es baja y morena.

Enséñame a quererteDove le storie prendono vita. Scoprilo ora