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Retrocedió unos centímetros antes de tomar la escoba que había caido justo a lado suyo, para posteriormente darle un golpe. La mano araño con sus alargadas uñas la pared y volvió a esconderse dentro de la mancha.

Robbie tragó saliva e intentó calmar su respiración. Posteriormente volvio a acercarse sin soltar la escoba y tocó la mancha con la punta del palo, manchandolo de aquella dudosa sustancia. Y la analizó por unos segundos. No pasaba alguna idea por su cabeza de lo que fuera, pero no parecía ser tinta.

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Durante toda aquella tarde, no había dejado de pensar en lo que había visto, el fresco recuerdo de una horrenda mano huesuda permanecía con total claridad en su cabeza. Miraba un punto fijo en el mostrador mientras que Evelyn y Zerek se movían de un lado a otro.

—Robbie, ¿estás bien? —preguntó Evelyn, arrastrando un banco y sentándose a un lado de Robbie. —Oye... —movió su mano e intentó llamar su atención.

Nada, ni una sola reacción. Seguía perdido en su cabeza como si estuviera verdaderamente solo. Inconscientemente ignoraba todo tipo de intento de Evelyn por llamar su atención.

— ¿Y a este qué le pasa? —preguntó Zerek. — ¿Vio un fantasma?

—Preguntaselo. —contestó. —Si es que responde, parece una piedra.

—Intenta moverlo levemente. —propuso Zerek. —Cuando estábamos en secundaria, siempre funcionaba.

—Define "Leve" para ti. —pidió Evelyn.

—Así. —a continuación acomodó sus mangas y empujó a Robbie tan brusco que este saltó del banco a tal punto que lo inclino lo suficiente para caer y llevarse a Evelyn de por medio.

Zerek se soltó a carcajadas al ver a ambos en el piso. Tenía suerte de que el señor Serkins no estuviera en aquel momento, de lo contrario, el hombre habría bajado tal cual un tomate por la molestia.

—¡Ay! Lo siento. —se disculpó Robbie, después se levantó y ayudo a Evelyn a levantarse también. Por otro lado, Zerek se partía de la risa, tanto que por poco lloraba.

— ¿Cómo pudiste soportarlo por años? —susurró Evelyn.

—No tengo ni la menor idea... —contestó mientras sobaba su brazo izquierdo por la caída.

Unos golpes en la pared se escucharon desde la planta de arriba. Zerek dejo de reir y su semblante cambió a uno serio y algo confundido.

— ¿Qué fue eso? —preguntó inquieto.

—Que extraño, últimamente se escuchan cosas muy raras arriba. —comentó Evelyn.

— ¿Dices que hay un fantasma? —inquirió Zerek.

—Probablemente. —contestó. —No te asustes, no te hará nada. —tomó nuevamente asiento y sacó un libro de su mochila.

— ¡¿Qué dices?!

—Decías que eso no es real. —abrió el libro y buscó la pagina en la que se había quedado.

Por otro lado, Robbie había logrado percibir la presencia de un hombre cuya vestimenta parecía tener poco más de cuarenta años, estaba sentado en uno de los sillones de la planta baja; vestido con un traje color gris y un sombrero en su mano. Tenía una mirada perdida que solo se centraba en el piso.

De todas las personas de la tienda, nunca había visto a aquel peculiar hombre. Pero no cabía duda que su aura transmitía una cierta inquietud en Robbie.

Sombras De MedianocheWhere stories live. Discover now