27

4 0 0
                                    

El transcurso del día siguiente fue "normal". Salvo por la presencia del ya conocido hombre del bombín, y el hecho que les observara cada paso que dieran. Aunque este parecía no seguir precisamente a Robbie.

Durante su trabajo, Robbie pasó casi todo el día de un lado a otro, acomodando objetos y de vez en cuando cruzando palabras sin importancia con Rose, quien siempre observaba pero hacía un lloriqueo si Robbie no le permitía mover algún objeto. Pero sin duda, había algo que Robbie aun no comprendía, ¿qué ocurrió con los dos anteriores trabajadores?

Robbie subió a la segunda planta con una caja en ambas manos, seguido de Rose, quien no era vista por aparentemente nadie más que él y Serkins. Una vez llegó, Robbie dejó la caja en el piso; pero el frío en esa planta no parecía desaparecer nunca incluso si Rose iba con él, pensaba incluso que se había acostumbrado a ese ambiente.

Tomó un jarrón y estuvo cerca de ponerlo en su lugar si no fuera porque la cabeza de Rose salió del mismo, haciendo que este diera un brinco y por poco lo dejase caer.

—Deja de hacer eso. —regañó Robbie en voz baja. Rose por otro lado, salió del jarrón por completo.

—Deberías estar acostumbrado. —dijo Rose. —Pero si te alegra, podrías buscar el collar.

—No lo creo, lo escondiste abajo de uno de los muebles en la oficina de Serkins, cuando me atacaste. —acusó.

—Que mal. —se cruzó de brazos y dio vueltas en el aire. —Aunque recuerdo que Serkins lo recuperó y guardó por aquí. Recuerdo que era rojo.

—No era ese. —aclaró Robbie. —Era como gris y estaba en su oficina ese día.

—Ah, ese. —dijo sin importancia. —Lo recuperó. Creo que debe de estar por ahí. —apuntó a una de las vitrinas donde podían apreciarse múltiples joyas antiguas. Robbie se acercó casi corriendo y buscó entre las joyas aquel peculiar collar.

— ¿Dónde se supone que deberia de estar? —preguntó impaciente, aun mirando la vitrina.

—Deberías reconocerlo, Serkins me obligó a sacarlo de ese mugriento lugar. —se quejó.

— ¿Y por qué tendría que ponerlo... Aquí? —terminó de hablar en cuanto se dio cuenta que todo era una mentira por parte de Rose, quien rió más fuerte que nunca. Por primera vez pensó que no había alguien que lo molestara más que Zerek. Y parecía que en cualquier momento, los vidrios se romperían por la fuerte risa de Rose; tenía la suerte y desgracia de fuera el único en esa habitación que pudiera escucharla.

— ¿Qué pasaría si te cae agua bendita? —quiso saber Robbie, cosa que logro que Rose dejara de reir al instante.

—Oh, no quieres hacer eso. —dijo Rose.

— ¿Por qué? —preguntó.

—Robbie, ¿con quién estás hablando? —preguntó Evelyn, quien estaba parada justo enfrente de las escaleras y parecía tener un rato allí, ¿acaso habría escuchado el resto de la conversación?

—Yo... —buscó disimuladamente en su bolsillo y sacó su teléfono. —Estaba hablando por teléfono. —dijo nervioso. En ese momento, estaba más que consciente de que Evelyn no era tonta y evidentemente no le creería de ninguna manera.

Sombras De MedianocheWhere stories live. Discover now