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—Entiendo. —dijo Serkins. —Niño, solo respondeme una cosa. —pidió. — ¿Hace cuanto que puedes verlos, al menos a Rose y el otro, el hombre raro?

—A Rose desde hace unos días. —respondió. —El hombre del bombín, supongo que desde que esa muñeca se rompió.

—Comprendo. —guardó silencio por unos segundos.

—Señor, ¿existe alguna manera de alejarme de ella? —preguntó Robbie.

—Supongo, pero no es fácil. —respondió mientras abrió uno de los cajones de su escritorio y rebuscó entre varios folder. —Fantasmas como ella no se alejan de la misma manera que los demás. —explicó.

— ¿Qué tipo de fantasma es? —preguntó Robbie.

—No estoy seguro. —respondió Serkins. Sacó un folder y revisó los documentos, antes de volverlo a guardar. —Supongo que debe ser un Banshee por su lugar de origen.

— ¿De donde viene? —quiso saber Robbie.

—Irlanda. —contestó Serkins. Sacó otro folder y revisó sus papeles. —Ahora... Nunca había visto o escuchado acerca hombre del... ¿Bombín? —dijo dudoso. —Bueno, dudo que pueda hacerte daño.

— ¿Incluso si apunta a mi pecho? —inquirió. Serkins arqueó la ceja.

—Niño, los fantasmas comunes no pueden hacerte nada. —aclaró. —Salvo que sea un poltergeist, o un demonio. —hizo énfasis. —Aunque este último, ni si quiera es un fantasma.

— ¿Qué hay de los Banshee? —volvió a preguntar, y Rose reflejó un notorio gesto de molestia.

—Drenarte la esperanza... Y quizas matarte. —dijo sin interés, volviendo a checar otra carpeta.

—Entonces...

—Solo no la hagas enojar. —contestó antes de que Robbie volviera a hacer otra pregunta. —No estás seguro de lo que sea realmente, ni si quiera como llegó a ti. —dedicó una breve mirada a Rose, quien se cruzó de brazos y torció los ojos.

Luego de un rato de charla. Robbie salió de la oficina de Serkins, acompañado de Rose; y volvió a su trabajo con total normalidad. Observó nuevamente al hombre del bombín, quien ahora se la pasaba de pie observando fijamente a Robbie. Con unos ojos igual de rojos que los de Rose, con gesto serio y sombrío.

Conforme pasaron las horas, la tienda se quedando sola. Una vez se fue el último cliente, Evelyn colocó el letrero de "Cerrado".

— ¡Vaya! Me gustaba más la tienda cuando casi no habían clientes. —dijo Zerek. —Que día más agotador.

—Zerek, todos los días son agotadores para ti. —acusó Evelyn. Camino hacía el fondo donde estaba el hombre del bombín, al cual paso de largo, pues no le era posible verlo, y comenzó a acomodar algunos objetos de las vitrinas.

— ¡Aun tenemos que acomodar todo! —se quejó Zerek, al ver a su compañera acomodar y cambiar objetos de lugar.

—Robbie, ¿puedes venir? —pidió Evelyn, quien había ignorado por completo a Zerek. —Hay cosas en las vitrinas de arriba y eres lo suficientemente alto como para bajarlas.

—Claro. —dijo Robbie y camino en dirección hacía Evelyn.

Pasó a un lado del hombre del bombín, el cual generó en Robbie una gran incomodidad. Pues parecía observar cualquier movimiento que Robbie hiciera. Prefería mil veces tener a Rose cerca y molestándolo cuando pudiera que tener a aquel peculiar hombre observando como si fuera lo unico que pudiera hacer.

Sombras De MedianocheWhere stories live. Discover now