I don't regret anything

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Blitzø agarró el viejo peluche de ciervo y lo arrojó al otro lado de la oficina, dejando que Vark corriera a atraparlo de un salto. Sus ojos se desplazaron de una cámara a otra, observando a cada demonio que entraba y salía de las oficinas. Las otras cámaras pertenecían a los estudios, fábricas y bodegas, monitoreando absolutamente todo. Sin embargo, su atención primordial estaba en cualquier potencial peligro inmediato. En la pared opuesta, cubriendo cada superficie, se encontraban las cámaras de seguridad de la ciudad. El Ojo, el proyecto de vigilancia instaurado por Vox, que Blitzø juraba que el Overlord utilizaba más para observar a Alastor cuando éste se dignaba a aparecer que realmente espiar en la gente.

— Así que simplemente tomaste a la imp mientras yo arriesgaba mi vida —comentó Vox, entretenido atrás de su escritorio.

— Lo que hice y lo que tú hiciste son técnicamente lo mismo, —respondió Blitzø, girándose para apoyar su mentón en su mano y observar la cara de Vox—. Puedes expresarlo como quieras y explicarme miles de veces que lo que tienes con Alastor no es nada jodido o íntimo, pero al final del día te olvidas de que soy un demonio, no un humano que se divirtió mucho y terminó aquí. Gula y lujuria no son tan distintos entre sí. Uno sacia y el otro desea. Lo que tú haces con ese ciervo es una mezcla de ambas cosas.

La pantalla de Vox se llenó de estática, perdiendo la imagen del pecador por un momento. Si Blitzø no prestaba atención al rostro de Vox, podía admitir que su jefe era atractivo según los estándares generales. Tenía esa apariencia de hombre de negocios que cuidaba su cuerpo, y su cintura era lo suficientemente tentadora como para dejar a un lado los trajes y optar por algo más provocativo. Para algunos demonios, la cabeza podía ser un problema al principio: una televisión de pantalla plana o un monitor demasiado delgado no solía ser la primera opción de muchos. Sin embargo, conforme avanzaba la tecnología, encontraba cada vez más pornografía relacionada con androides y robots. Así que, seguramente, Vox era el fetiche de alguien.

Al parecer, el de Angel Dust.

— Además, yo no tomé a nadie. Si revisas bien tus cámaras, voyerista, notarás que me ofrecí a Millie. Es diferente. —Blitzø sonrió burlón, notando la intriga en el rostro de su jefe, como si no comprendiese la fundamental diferencial—. Por amor a... Vox, necesitas salir más. Sospecho que vives en esta oficina desde los años setenta.

— No vivo aquí. —Vox miró la pantalla de su computadora—. Este...

— ...es tu imperio y tu orgullo, —interrumpió Blitzø, rodando los ojos—. Ustedes, los pecadores, se toman muy en serio su pecado de origen. Tienes suerte de que no sea codicia, o estarías en la bancarrota.

— Ni que fuera un apostador. Y no es cuestión de tomar en serio algo o no. Esto es lo que soy, —Vox chasqueó los dedos, y Vark corrió hacia él, su imponente cabeza de tiburón martillo cayendo sobre el regazo de su amo—. Es lo que nos impulsa, una necesidad que no se satisface fácilmente. Mis negocios, mis inversiones, mi empresa son mi orgullo, pero nunca son suficientes. Si sirve de consuelo, soy consciente de ello, pero no puedo detenerme.

Blitzø ladeó la cabeza. En verdad era extraño entender los comportamientos de los humanos.

— Aclárame algo ¿No se supone que ya alcanzaste tu objetivo? ¿Eso no te da algo de satisfacción? —Él enmarcó una ceja—. Te convertiste en Overlord ¿no? Lo que significa que tenías un objetivo que te otorgó el poder para estar aquí. —Blitzø frunció el ceño—. ¿Cuál fue ese objetivo que te tiene encerrado en esta oficina?

— Convertirme en el principal proveedor de entretenimiento audiovisual, —Vox tocó el costado de su cabeza para reafirmar su obsesión—. Morí por Hollywood y creé mi propia fábrica de sueños en el Infierno. —El Overlord pauso, pero debió notar que había captado su interés por que sonrió como lo haría el anfitrión en un programa—. Sin embargo, cuando lo logré, no fue suficiente. Llegó la nueva tecnología y con ella, nuevas formas de entretenimiento. Mi objetivo, mi obsesión, si quieres verlo así, se amplió. Inicialmente pensé en tener socios que compartieran mi visión, pero nadie podía vender mi visión como yo quería.

Virtue and ViceWhere stories live. Discover now