In feelings, the most difficult thing is to coincide

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Vox sintió sus instintos dispararse. ¿Era eso lo que sentía Alastor cuando lo que era suyo era lastimado? Angel lucía tenso, su cuerpo a punto de transformarse y su postura a la defensiva. Era digno de admiración que, considerando su estado, él se las hubiese arreglado para llegar hasta el hotel y encerrarse en la oficina de Vox en lugar de explotar en las calles y desatar alguna guerra de territorios con daño colateral. Angel escupió sobre la alfombra mirándolo desafiante y deslizó una de sus manos por su cabello, dejando más manchas rojas sobre su pelaje blanco.

— Joder... lo siento Vox, sé que eres tú, pero no puedo evitar...

— Quieres provocar al Demonio de la Radio. Un depredador contra otro. —Él entendió, porque podía sentir su deseo de lanzarse sobre Angel y empujarlo a la sumisión como si fuese algo vital, puramente instintivo—. Procuremos no desatar tu transformación demoniaca en el hotel de la princesa... eso puede ser considerado un atentado contra la realeza.

— Lo sé... —Angel se arrancó la chaqueta o por lo menos lo que quedaba de ella y la lanzó al suelo—. No debí venir aquí.

Otra trasgresión.

Qué curioso sentimiento despertaba ver esas acciones.

¿Era eso lo que sentía Alastor en sus batallas? ¿Cada pequeña actitud por parte de Vox era interpretada como un acto de rebeldía? Porque eso explicaría la monstruosa tendencia que tenía Alastor de empujarlo al suelo. Vox siempre había creído que era para hacer más cómodo su momento de consumo, pero ahora estaba considerando si era un acto de pura dominación.

Al mismo tiempo él deseaba salir de ahí y buscar lo que quedase de quien había osado tocar a Angel y destruirlo permanentemente. Alguien había agredido a su pareja. Alguien había molestado a Angel y Vox quería su sangre. No estrategias. No planes largos y meticulosos. El placer de una larga tortura había desaparecido y en su lugar estaba ocupando su deseo de venganza.

Qué instintos tan fuertes se movían en el cuerpo de Alastor. ¿Cómo es que el Demonio de la Radio podía hacer la mitad de las cosas que hacía cuando su cuerpo pedía tanto?

— Luces aterrador... —Angel se apoyó contra el escritorio y sonrió de lado—. No vayas a iniciar una masacre.

— ¿Estás seguro de que estás bien?

— Viene por mi cuenta...

— Eso no responde mi pregunta. —Vox se cruzó de brazos y clavó las garras en su chaqueta roja.

Eso hacía que quisiera buscar a Valentino y arrastrarlo por toda la ciudad por volver este tipo de agresiones algo normal en Angel. Lo había hecho tan resiliente a costa de su propia salud mental.

— Hay tipos que no entienden un... —Angel se detuvo y a pesar de la tensión en su cuerpo, logró soltar una pequeña risa—. Tus astas están creciendo.

— ...perdón, es este estúpido cuerpo. —Vox movió sus hombros y abrió y cerró sus manos—. Me necesitas en control y con soluciones, no en este modo territorial tan ridículo.

— En otras circunstancias, encontraría esto adorable, pero en serio necesito calmarme antes de que pierda el control... —Angel clavó sus uñas en la madera—. ¿Qué tan posible es que uses las sombras de Alastor y me inmovilices?

— Muy pocas. —Vox admitió, toda su atención estaba sobre los instintos del cuerpo que habitaba, apenas había tenido tiempo de pensar en las habilidades de Alastor o en usarlas. Pero necesitaba proveer para Angel. Necesitaba darle lo que él necesitaba—. Espera aquí.

— No tengo a donde más ir. —Angel respondió antes de que él saliera de su oficina.

Maldita sea...

Virtue and ViceWhere stories live. Discover now