Honey

112 18 0
                                    

Blitzø estaba acostumbrado a tener una pequeña estatura en comparación con otros demonios. Era una de las cosas que ocurrían cuando se era un imp. Pero al menos entre otros imps, él tenía una buena estatura y le gustaba la ventaja que tenía con Moxxie y Millie en esa área. Pero en ese momento se sentía demasiado consciente de su cuerpo.

El suyo, el que Millie estaba usando y parecía encantada de tomar prestado.

Ellos dos habían tenido el día libre y Millie había sugerido tomarse el día tranquilo, tomar una larga siesta y así poder ir por Moxxie cuando terminase su ronda nocturna en el Distrito Rojo. Ella había encontrado una cafetería que permanecía abierta toda la noche y tenía cafés temáticos y galletas adorables en forma de caballos que estaba segura ellos dos adorarían para su pequeña cita.

Mox y él tenían suerte de tenerla.

Así que ahí estaban, esperando que Moxxie arrastrara a un pervertido fuera de un callejón y le diera una lección por faltarle al respeto a uno de los trabajadores de Angel. Millie se había parado detrás de Blitzø y lo estaba abrazando como él solía hacer con ella. Era algo que él disfrutaba, en especial cuando se trataba de Millie. Gracias a esa pequeña cintura y anchas caderas, el cuerpo de Millie creaba un lugar perfecto para descansar sus manos. Pero ahora él podía ver lo que ella veía en esa posición.

Por Satán...

Sus brazos eran ridículamente gruesos. No, su antebrazo era ridículamente grande y su mano era demasiado ancha. Uh, y sus dedos... Blitzø puso la mano de Millie sobre las suyas. Sí, sus dedos eran ridículamente largos. A comparación, la mano de Millie era pequeña y tan proporcional. Moxxie era igual, maldita sea, él tenía manos perfectas para tocar algún instrumento de aire o modelar relojes o alguna estupidez como esa. Pero ¿las manos de Blitzø? Horribles ¿Cómo es que Millie no hacía muecas cada vez que la abrazaba?

— Soy tan pequeña en tus manos. —Millie comentó y lo levantó por la cintura. Él sabía que el cuerpo de ella no pesaba nada y por eso le encantaba cargarla. Pero era raro ahora estar en su posición, sentir sus pies despegarse del suelo y ver esas grotescas manos presionar más la diminuta cintura del cuerpo que hora estaba usando—. Y no peso nada para ti... Con razón me cargas como a tu peluche de caballo.

— Me ofendes, no le hago las cosas que te hago a mi peluche. —Blitzø sonrió de lado y la regresó a ver... Y, uh, esa cara—. No, para.

— ¿Eh? ¿Te duele? ¿Te bajo?

— No, pero para de mirarme así. —Blitzø empujó su propia cara lejos de él.

Malditos Overlords y sus ridículos castigos. No había nada más bizarro que verse a sí mismo con esa expresión. Porque Blitzø se había enamorado demasiadas veces para reconocer esa expresión idiota en su cara. Pero era Millie y debía estar interpretando mal la expresión que ella estaba dedicándole.

— ¿Mirarte cómo...?

— ¿Sabes qué? —Él luchó por soltarse, sabiendo lo fácil que sería hacerlo, pero no quería lastimar a Millie, o más bien, a su cuerpo—. Bájame, esto es raro.

— ¿No estás acostumbrado a que te carguen? —Millie se rio y rozó su boca contra su cabello—. ¿O no te gusta ser pequeño?

— Usualmente me cargan para botarme de lugares. —Blitzø forzó una risa y le lanzó una mirada juguetona, cerrando sus manos en sus nuevos y oh tan sensibles senos—. Y no hay nada pequeño aquí.

— Estás literalmente tocando mis pequeños senos.

— Son perfectos, calla. —Blitzø giró los ojos y se dio una palmada en el trasero—. Todo es perfecto.

Virtue and ViceHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin