Devour

121 24 0
                                    

Si Alastor era sincero, él pensó que Angel terminaría mudándose al hotel desde el inicio. Él había asumido que ese pequeño enamoramiento por Vox lo hacía seguirlo a todos lados. Pero se había equivocado, de hecho, Angel Dust había cumplido con su promesa y solía ir al hotel para verlo exclusivamente a él y últimamente hasta pasaba tiempo con Husk en el bar viendo cuántas gamas de rojo podía arrancarle al felino en la noche antes de ir a atender a sus empleados.

Lo que Angel había hecho fue pedirle a Charlie una de sus habitaciones y convertirla en su oficina con la excusa de monitorear a los pecadores que él entregaba al hotel. Pero Angel le había confesado que en realidad odiaba trabajar en sus clubs y prostíbulos porque le recordaba demasiado a su antiguo jefe. Además, Angel había visto una mejora en su productividad cuando se instaló en VoxTek y no quería perder esa racha. Además, Angel admitió, se sentía más tranquilo estando cerca de ellos mientras el castigo de Lucifer seguía en efecto.

Tal vez por ello o a pesar de ello, una de las primeras cosas que Alastor hizo fue dejarle en claro a Angel y Vox que no tenía problema que intimasen entre ellos ahora que este último estaba en su cuerpo. Le parecía absurdo castigar su relación simplemente por las decisiones que Lucifer había tomado. Aunque Alastor aclaró que cualquier despliegue de intimidad la mantuvieran, como siempre, en privado. Angel se había sorprendido y hasta negado, mientras que Vox estuvo a punto de perder control de sus poderes, lo cual había sido entretenido y verlo. Y solo para desequilibrarlo un poco más, Alastor le dejó en claro a Vox que no necesitaba su permiso para atender sus propias necesidades físicas. El resultado fue memorable, él no había terminado de hablar, pero Vox cayó en su propia sombra y solo reapareció tres horas después completamente asustado.

Siempre había sido fácil molestarlo, sus debilidades eran fáciles de leer.

— Si lo estás haciendo por consideración, quiero decirte que no es necesario, —Angel anunció en el segundo en que abrió la puerta de su oficina y se quitó la gabardina, doblando la prenda sobre su brazo.

Ese día estaba usando un vestido blanco que debía ser considerado un camisón por todos los encajes y transparencias. Curiosamente, la gabardina morada lo hacía lucir aún más indecente que sin ella. Bueno, esa era una de las múltiples habilidades de Angel.

— Buenas noches para ti también. Asumo que el monitoreo de tu fuerza laboral ha sido exitoso, —respondió Alastor y dejó su bolígrafo a un lado.

No, no era suyo. Era nuevo. Las manos de Vox eran enormes y su bolígrafo, el que Alastor había usado durante tantos años, era imposible de sostener con las garras turquesa que ahora tenía.

— Sí, sí... Buenas noches y todo eso, —Angel se encaminó hacia él, rodeando su pesado escritorio, pero se detuvo en seco cuando estuvo peligrosamente cerca de su silla—. Oh, joder, perdón... —rodeó el mueble y se sentó en la silla al otro lado—. Es la costumbre, Sonrisas. A veces el cuerpo actúa por su cuenta.

— Lo sé, —Alastor masajeó su frente, perturbado de lo extraño que era que al tacto su frente fuese plana, pero ante un poco de presión él podía sentir piel donde debía estar una pantalla—. Y, aun así, me disculpo por lo ocurrido la última vez.

— Ya te dije que no es tu culpa, yo me senté en tu regazo. Tú solo te defendiste... —Angel se encogió de hombros—. Aunque usaste una corriente eléctrica muy fuerte, creo que me cocinaste un poco.

Y por mucho que tarántulas fritas fuesen un plato exquisito, con esta específica araña Alastor no tenía el deseo de matarlo y comerlo.

— Referente al anuncio que hiciste al entrar: Quiero que sepas que no hago nada por consideración, —Alastor juntó sus manos sobre el escritorio y contuvo el deseo de apoyar su mentón sobre estas, porque este cuerpo carecía de algo tan humano con un mentón.

Virtue and ViceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora