Bite

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Vox sintió un nudo en el vientre al abrir la puerta. Él sabía que se encontraría con Alastor, pero aun así, verlo ahí siendo un perfecto ejemplo de caballerosidad y carisma con la reina seguía siendo un golpe.

No, no era verlo exactamente.

Eran lo que había ocurrido en la cabaña, los eventos desencadenados en el departamento de Angel y lo que este, su actual pareja, había dicho sobre Alastor y específicamente la relación de ambos rivales. Rivales. Todo eso había sido fácil de lidiar cuando Alastor no estaba y solo sonaba como un febril imposible.

— ¿Angel no se va a reunir con nosotros? —El Demonio de la Radio lo saludó con una sonrisa burlona.

Como si nada hubiese cambiado.

Pero como había dicho Angel, era algo que llevaba ocurriendo desde siempre entre ellos. ¿Por qué sería diferente? ¿Simplemente porque Angel les había puesto nombre a sus emociones y tenía su apoyo?

— ¿Por qué llamaría a Angel para esta conversación? —La reina preguntó desde su sillón y extendió su mano hacia su hija, quien acudió tan rápido como un cachorro desesperado de afecto—. Cariño, veo tu punto y admiro tu determinación en lo que deseas. Pero necesito hablar con Alastor y Vox primero, y luego podremos charlar tú y yo.

— Pero mamá... —La princesa se aferró a sus manos—. Siempre estás ocupada.

Por supuesto que lo estaba, era la Reina del Infierno, la primera mujer y madre de horrores demoniacos en la Tierra, técnicamente Lilith era la primera pecadora, aquella que había desafiado a dios y había sido llevada al Infierno por ello.

— He despejado mi día para que las dos charlemos. Me conoces bien, no me gusta la redundancia ni los problemas sin soluciones. —La reina soltó su mano y aclaró su garganta, lo que de alguna forma fue señal para que las puertas se abrieran—. Tengo una solución, se la voy a dar a Alastor y Vox, y podré compartírtela contigo cuando ellos acepten.

— No necesito una solución, necesito... —La princesa se abrazó a sí misma y asintió—. ...está bien, te esperaré.

— Mi niña tan buena. —La reina sonrió y cuando estuvieron solos se levantó, mirándolo con el tipo de disculpas que en realidad era solo una formalidad de la realeza para simples ciudadanos como eran ellos—. Lo siento, Vox, te diría que ya sabes cómo son los hijos, pero tengo entendido que nunca tuviste uno.

— Estaría en lo correcto, su majestad, casi todos mis hermanos vivieron lo suficiente para tener hijos, pero no estuve cerca como para estar involucrado. Ni siquiera estuve en sus matrimonios. —Vox respondió sin apartar sus ojos de la mujer, quien se inclinó y besó su mejilla, con un gesto excesivamente humano, haciéndolo sentir vivo por un segundo antes de recordar dónde se encontraba.

— Por favor, siéntate. —La reina hizo un gesto—. Se lo dije también a Alastor, pero sabes cómo le gusta estar alerta. Aún en mi presencia.

— Puedo asegurarme de que no es por usted, majestad. —El Demonio de la Radio respondió, pero rodeó el sillón para pararse justo atrás de Vox, con sus garras a cada costado del respaldo del sillón y en su punto ciego. El muy bastardo—. No estaba al tanto de que esta era una reunión con más de una persona. —Y lo último lo dijo ridículamente cerca de su cabeza, al punto que su aliento casi empañó su pantalla.

Vox sintió pura electricidad recorrer su cuerpo, en una mezcla de alerta e incertidumbre. Era normal que Alastor lo rodeara en cualquier tipo de reunión, siempre ubicado en su punto ciego y en preferencia atrás de él. Por décadas Vox había asumido que era para molestarlo, siendo el literal monstruo en las sombras, pero ahora no podía evitar oír a Angel sugerir que fuese algo más instintivo que simple desprecio. ¿No era ese comportamiento de Alastor algo muy propio de los machos para proteger lo suyo?

Virtue and ViceWhere stories live. Discover now