Casino

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Para ser un centro de rehabilitación o un lugar para sanar el alma, ¿ese hotel tenía un maldito casino? No sabía que el Cielo tuviera ese tipo de cosas, tal vez y allá arriba no fuese tan aburrido.

— Se supone que es la recepción, —Millie explicó, haciendo el trabajo que Vox no hacía, enseñándole a Blitzø el hotel desde los puntos débiles externos como las zonas que teóricamente tendrían más visitantes. El maldito lugar tenía cientos de puntos de ciegos—. Alastor decidió trasladar a Husk aquí por su radiante sonrisa.

Y lo que Millie señaló fue un gato quimera con el mismo rostro que tendría un borracho forzado a madrugar después del día de elecciones.

— Eso es un bar, —Blitzø apuntó con una sonrisa ladeada—. ¿Esta es otra técnica de redención que no conocía? ¿Limpiarte de las malas energías con alcohol? Porque no tengo problema en decirle Padre al gatito y confesarme mis pecados a cambio de un buen trago.

— Puedo oírte, ¿sabes?, —Husk gruñó desde su lugar—. Si esto termina desapareciendo porque la princesa escucha tu sarcasmo, me voy a encargar personalmente de destilarte con el licor que tenemos y darte de beber a Alastor.

Blitzø levantó las cejas impresionado y acortó la distancia hacia el bar, saltando el taburete.

— Blitzø, la o es silenciosa.

En su mano se posicionó un vaso largo con algún licor ambarino.

— ¿Este es el francotirador? —Husk le preguntó a Millie, quien se sentó sobre la barra.

— No, ese es Moxxie, —ella corrigió.

— Pequeño, cabello blanco, lindo trasero. No lo vas confundes, —Blitzø explicó y dio un sorbo a su vaso y tuvo que admitir que si es que había algo de veneno ahí, no lo sintió.

En realidad ¿era un toque de jengibre y fresa lo que sentía...?

— Bien, seguro que identifico al otro imp con las agallas de entrar aquí, —el felino levantó su ceja.

— A Husk le gustan los traseros, —Millie le explicó con una risa traviesa—. Anda muy pendiente de conocer a Mox porque le he dicho que tiene uno muy lindo.

— ¡Mildred!

Blitzø miró confundido al barman y luego a Millie, quien se rio con más fuerza.

— No le hagas caso, Husk me cambia el nombre cuando se enoja conmigo, —ella giró los ojos en juego.

— No es mi culpa que tu nombre sea un maldito apodo, Camille, —Husk lo miró analíticamente y se encogió de hombros—. Entonces eres el que sabe usar armas y también anda mordiendo en medio de una pelea.

— Trabajo con lo que tengo, —Blitzø bebió un poco más de su vaso y se relamió los labios—. Sincera duda: ¿Me preguntas todo esto porque se supone que debo vencerte en duelo para tener tu aprobación? A este punto ya no me extrañaría que Mils lograse que cada viejo pecador decidiese volverse su guardián.

Para su sorpresa, Husk rio, ronco y entretenido, sacando una botella de debajo de la barra y apoyándola contra su vaso antes de darle un sorbo largo que bajó el contenido casi a la mitad. Impresionante.

— Nah, no necesitas mi aprobación, pero si vas a trabajar aquí no quiero encontrarme con nada desagradable entre ustedes dos ¿entendido? —El gato los apuntó con una de sus garras—. Hay cientos de cuartos aquí, usen uno de ellos muy lejos de aquí.

Definitivamente, Husk era otra figura familiar para Millie, tal vez el tío gruñón con buenos consejos. Y Blitzø debía admitir que le gustaba esa facilidad que tenía Millie para crear familias, era... reconfortante.

Virtue and ViceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora