Capítulo 4

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Narra Damien.
Supe que algo pasaba cuando entré en la tierra de esta manada. Mi licántropo estaba al borde, lo que me hizo a estar al borde. Esa voz, no pude superar la voz que escuché punto en cuanto aquel alfa colgó, tiré el teléfono al otro lado de la habitación y me agarré al borde del escritorio. Me costó todo mi esfuerzo calmarme y no perder el control. Nunca tuve problemas con mi licántropo antes de esto. Una parte de mí quería preguntarle a Adonis, pero decidí no hacerlo; él estaba ocupado y yo era un hombre adulto. Podría lidiar con esto. Una vez que me aseguré de que mi licántropo estaba bajo control, me dirigí al Alfa.
- Siento lo de tu teléfono.
- No te disculpes, él pone de los nervios a todo el mundo.- El alfa nego con la cabeza.
- Vamos.- asentí con la cabeza.
Iba a intentar convencer a mis guardias de que se quedaran aquí, pero sabía que no era así. No me dejarían, y algo en mi cabeza me decía que me los llevara. No tardamos mucho en prepararnos y salir. Aproveché esta oportunidad para caminar por el terreno nos reclamado. A mí me seguía pareciendo que estaba más cerca de esta manada, pero todavía quería ir a la otra manada. Por suerte, nadie de quien dijo nada al entrar en el territorio de la otra manada. La gente me saludaba al pasar. Normalmente, habría fruncido el ceño porque odio que la gente haga eso, pero esta vez mi mente estaba distraída. Insconcientemente, me encontré mirando hacia una sola ventana. Me dolía el corazón y no sabía por qué. Apartar la mirada de esa única ventana resultó más difícil de lo que esperaba, pero me obligué a apartar la vista. Mi mirada conectó con un hombre que estaba afuera, que supuse que era el Alfa. Mi licántropo ya estaba el límite. Algo en este hombre no me gustaba ni a mí a mi licántropo. Su sonrisa, esa mirada arrogante, y la forma en que me miraba. Como si no tuviera miedo. Mi mirada se centró en el Alfa, que inmediatamente se puso más erguido y se aclaró la garganta antes de dirigirse a mí.
- Su Majestad, es un honor tenerle aquí.- dijo.
- Si, supongo que la forma en que colgaste el teléfono significaba que estabas nervioso.- Le miré fijamente.
- Este es mi beta, Jordan.- tosio, claramente sorprendido.
Que inteligente. Ha cambiado de tema. D enuevo , me encontré mirando a este bastardo, que me hizo enfadar por una razón desconocida.
- ¿Así que un asunto de tierras no reclamadas ha traído a la realeza a nuestra manada?- pregunto Jordan.
- La violencia que ha surgido con el tema de la sierras no reclamadas es la principal razón por la que estoy aquí. Resolver el asunto pondrá fin a la violencia, o eso cree el rey.- respondí.
- Así que el rey envía a su hermano fugitivo y no viene él mismo. Interesante.- Jordan no tenía vergüenza.
Los miembros de su manada se tensaron, y su propio alfa le dio un codazo, pero pareció no importarle.
- Harás bien en recordar quien soy, cachorro. Puede que haya huido, pero ahora estoy aquí, y sigo siendo el príncipe. Muéstrame respeto o mi licántropo te lo sacará a la fuerza.- apreté los dientes.
Mi seguridad se tenso a mi lado, listos para eliminar la amenaza.
- No quiere hacer daño. Por favor, entrad.- El alfa trato de rebajar la tensión y nos invito a entrar.
Nos reunimos alrededor de lo que supuse que era la zona común de su manada.
- Quiero decir que este asunto podría haberse resuelto pacíficamente, sin involucrar a la realeza.- declaró el alfa.
- Por favor, ahórrate las tonterías. Lo hemos intentado y habéis respondido con violencia.- detrás de mí, el otro alfa se burló.
Encontré mi mirada en el Alfa, que no dejaba de mirar a mi izquierda y derecha como si tuviera miedo de algo. Jordan parecía tranquilo y sereno, pero los ojos de su Alfa me hicieron creer que algo sospechoso estaba ocurriendo aquí. Mi mente se trasladó a la voz que escuché en el teléfono. Lo gritó y las súplicas me hicieron hervir la sangre al darme cuenta. Alguien estaba siendo abusado ni estaba nada. Mi tolerancia al abuso era cero; no había excusa. Trabajando como detective en Inglaterra, vi lo suficiente de asesinato debido al abuso sexual o físico, y suicidio por abuso verbal. Cualquier tipo de abuso, en mi libro desde mi punto de vista, era un grano. No solo yo: Adonis tampoco lo toleraba. Tampoco lo haría Adilah, y algo me decía que ella habría adivinado lo mismo que yo si estuviera aquí. Parecía que no todos se daban cuenta de lo obvio de ciertos gestos.
- Son las palabras de un alfa contra las de otro. ¿Cómo puedo saber quién está diciendo la verdad?- dirigí mi pregunta al alfa, que parecía aterrado.
- Yo... no sé.- tartamudeo.
- Verás, una cosa que mi hermano y yo tenemos en común es que podemos sentir cuando alguien nos miente.- suspiré. El alfa se tensó-. Algo más esta pasando aquí, y lo descubrire. No fijas que no sabes lo que escuché al final de nuestra llamada telefónica.
Esta vez mi mirada se centró en Jordan, que se tenso. Bingo. Tengo mi respuesta.
- No tengo ni idea de lo que estás hablando.- El alfa se aclaró la garganta antes de responder.
Esta ves, mi licántropo amenazó con levantarse y mostrarle a este alfa a quien le estaba mintiendo, pero mantuve la calma. Me acerqué a él  mirándole con desprecio.
- Odio a los mentirosos.
Se tragos un nudo en la garganta antes de que su beta interviniera.
- Mira, no puedes intimidar a mi alfa.
- Jordan, ¿es así? Lo que escuché al final de la llamada telefónica también te puso tenso. Me pregunto que secretos esconde esta manada. Dejame dejar esto muy claro: no me iré de aquí hasta que lo resuelva.- mi mirada se fijo en la de Jordan.
- No me asustas.- se burló.
- ¿Hay algo que quieras decirme?- volví a centrar mi atención en el alfa.
De nuevo, nego con la cabeza.
- Odio a los mentirosos.- Le grite en la cara, haciendo que cerrara los ojos.
Patético, si vais a mentirme, al menos hacerlo con fuerza. Fue entonces cuando lo oí. Era débil, pero mis oídos lo captaron inmediatamente. Un débil gemido. Ni mirada se disparó y miré a mi alrededor hasta que vi una mancha de pelo que se perdía de vista. El gruñido de Jordan estalló mientras apretaba los puños con rabia punto de repente, fue como si me moviera en piloto automático. No pude evitar que mis piernas hubieran corriendo las escaleras después de ese borrón.
- ¡NO! ¡Regresa! ¡Esto es un allanamiento de morada!- Jordan gritó tras de mi.
Gruñendo, me di la vuelta. Ya era suficiente.
- No os atrevais a soltarlo.- dije a mis guardias, que inmediatamente sujetarán al alfa y al beta.
Mi baba se volvió más baja mientras mi litantropo perdía algo de control. Todos se quedaron en silencio y, observándome. Jordan gritó y se agitó. Eso solo alimentó más mis sospechas.
- Su Majestad, por favor, dejé que uno de nosotros le acompañe.- sugirió el otro alfa.
- No. Quédate aquí.- Le indique mientas me apresurada a buscar ese borrón.
Mi licántropo sabía exactamente donde ir. Era como si hubiera estado aquí antes. Sé que es un hecho que no había estado aquí. Me detuve ante una puerta. Levante la mano para llamar, pero decidí no hacerlo. Mi corazón se aceleró; necesitaba saber quién era ese borrón, y necesitaba saberlo ya. Sin perder un segundo más empujé la puerta con un poco más de fuerza de la que esperaba. Se abrió, y ese mismo gemido me heló la sangre.
- No, por favor. Jordan, lo siento, por favor no me hagas daño.
Mis piernas se derrumbaron mientras caía de rodillas. Noémos ojos color jade me miraron fijamente, brillando con lágrimas.
- Por favor, no me hagas daño.- susurró.
- Nunca.- dije, con mi licántropo enloquecido por la necesidad de consolar y proteger a esta mujer.
No podía negar la fuerza magnética que sentía que me atraía hacia ella.
- Eres mi compañera.- susurre.
Y mi mundo se estrelló a mi alrededor. La

Reina de los licántropos. (Libro 2)Where stories live. Discover now