Tu infancia nunca fue fácil, tus padres no te querían, te golpeaban todos los días, simplemente un infierno.
No fue hasta que tú padre decidió venderte, pero jamás esperaste que en el pueblo ambos se toparan con un pilar quién está decidido a salvar...
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— Mhhh...Al parecer ya casi amanece.... — Susurro Iguro mientras miraba a la puesta del sol, el cual iluminaba su camino y a él. — ¿En cuantos minutos habré llegado a la finca mariposa? —
Se quedo pensando unos segundos, hasta que sintió como Suyen bostezo en su espalda, al parecer ya estaba despertando.
— Buenos días, dormilona. — Volvió a caminar siguiendo su camino.
Tu abriste tus ojos y apenas te encontraste con la puesta del sol, la luz de esta se poso en tus ojos y casi que quedas ciega, pues no estabas acostumbrada a aquella luz tan repentina.
— Buenos días... — Hundiste tu rostro en su hombro, apenas te habías despertado y ya querías dormir otra vez. — Espera....¿me estuviste cargando toda la noche? —
— Obvio, no creas que mentia conque iba a aguantartenerte en mi espalda toda la noche... — Se encogió de hombros mientras te miraba de reojo.
Tu ante eso te avergonzaste un poco, ¡pues el te cargo en su espalda como por 6 horas seguidas! No lo creías, si que tenía bastante fuerza.
— E-En ese caso déjame bajarme para que ya no sientas peso.... — Te ibas bajar pero el pelinegro te detuvo.
— Si quieres....puedes quedarte en mi espalda, para mi no hayproblema. — Te ofreció con un leve sonrojo en sus mejillas que tu no notaste.
— No hace falta, enserio! — Te bajaste de el con cuidado y finalmente pusiste tus dos pies en el suelo, comenzaste a caminar junto a Iguro al lado suyo. — ¡Gracias por cargarme todo ese tiempo! La verdad ni yo se como aguantaste tanto. —
— Entreno todos los días en la mañana sin descanso. — Confesó sin mirarte, pero noto que ante eso te sorprendiste.
— ¿Es enserió? — Este asintió, segundos después este soltó un largo bostezo el cual malinterpretaste. — ¡Ay noo, me siento culpable, tienes sueño, no dormiste por mi culpa waaaa! —
Te tapaste el rostro avergonzada, ante tus reprochos de culpa Obanai puso los ojos en blanco.
— No te preocupes! Realmente no tengo sueño, Dios, como eres terca! — Te agarro del hombro y te movió levemente para que lo escucharas, pero tu seguías avergonzada pues enserió creías que no había dormido nada por tu culpa.
— ¡Lo siento, lo siento, lo siento! — Te disculpaste múltiples veces, ya tenias cansado al pelinegro.
— ¡Que no seas terca! — Te movió más rápido agarrandote por el hombro, ya estaba algo frustrado.
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Ahora ustedes dos estaban caminando en un tipo pueblo pequeño, tu aun tenias la cabeza agachada y el sol ya había salido completamente.
