Tu infancia nunca fue fácil, tus padres no te querían, te golpeaban todos los días, simplemente un infierno.
No fue hasta que tú padre decidió venderte, pero jamás esperaste que en el pueblo ambos se toparan con un pilar quién está decidido a salvar...
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33: Un encuentro inesperado
— Quédate quieta, de lo contrario, te seguirá doliendo... — Iguro mencionó, mientras adentraba más su uña en tu estómago, de forma que esta y su mano se estaba llenando de tu sangre. — Me encanta ver esa expresión de dolor en tu cara.... Y lo mejor, Esque aún no sabes lo que te espera... —
Se inclinó más hacia tu rostro, observando las lágrimas que caían de tus ojos y tu expresión dolorosa la cual le rogaba con la mirada que se detuviera, si no tuvieras aquella tela en tu boca, tus gritos seguro se escucharían hasta el exterior de aquel lugar donde se encontraban.
Sollozaste y lloraste aún con más dolor, y más cuando el mayor sacó su dedo de tu estómago el cual estaba lleno de sangre tuya, y se lo llevo a la boca, sacó su lengua y le dio una lamida deleitándose con la sangre que estaba en su dedo, ante eso, solamente pudiste negar con la cabeza y sentir como tu cuerpo temblaba aún más.
Entonces, se acercó a tu rostro donde te tomó de las mejillas y dio una gran lamida en tu mejilla, toda esta situación te llenaba de un asco indescriptible, además que el dolor aún no desaparecía, era insoportable él como sentías tu estómago abierto, era peor que el infierno, era como una tortura medieval.
Y el sentir la larga lengua del mayor bajando por tu cuello lo empeoraba todo, movías tu cuerpo con desesperación en un intento de soltarte pero la fuerza de Iguro era mayor a la tuya por lo que se le facilitaba inmovilizarte.
— ¡Suyen! — Un grito.... Un grito se escuchó, proveniente de Tengen.
Miraste a tus alrededores quedándote confundida al ver que no estaba.
— ¡Suyen! — Se volvió a escuchar aquel grito, y, después, alguien acercándose también.
Iguro ante esto volteo detrás de él a la puerta, y frunció el ceño al escuchar el grito de Uzui y sus pasos acercándose, después, te volteo a ver y en un momento inesperado té quitó la tela de la boca.
— N-No hagas esto, Iguro! Te lo ruego, por fa- — No acabaste de hablar cuando este te tomo de las mejillas y en un momento inesperado metió su húmeda lengua a tu boca.
Se inclinó más hacia ti profundizando el beso, sentías que su lengua tocaba casi tu garganta haciendo que te ahogues, trataste de separarlo con tus manos en su pecho por falta de aire pero te fue imposible.
Mordió tu lengua de forma que te sacó sangre y lamió toda de esta, segundos después, se separó.
— No estás a salvo. — Eso dijo, con un tono de voz tan terrorífico para ti que hizo que tu corazón se detuviera por unos segundos del miedo.
