Capítulo 2: Sentido de pertenencia

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Ante la puerta de su cabaña, el hombre se encontraba en un momento de reflexión profunda. La estructura de madera, desgastada por el inexorable paso del tiempo, evocaba recuerdos de tiempos más felices. Aquella modesta vivienda había sido su refugio durante mucho tiempo, un lugar que una vez llamó hogar, pero que ahora presentaba signos de abandono y desolación.

Desde el exterior, la cabaña parecía una reliquia de un pasado olvidado, una isla en medio de un mundo apocalíptico que había quedado atrás. La madera desgastada y agrietada revelaba la tenaz resistencia de la estructura contra los elementos y el paso implacable del tiempo. El hombre se preguntaba qué encontraría al otro lado de esa puerta, en un mundo transformado por la devastación y el caos.

A través de la ventana, podía vislumbrar un interior que, a pesar del abandono, aún conservaba un toque de calidez. Los muebles desgastados, pero familiares, los libros acumulados en estantes polvorientos y los rastros de su propia vida anterior en cada esquina, eran recordatorios de días mejores. Era una mezcla de confort y nostalgia, una recordación de lo que una vez fue.

Sin embargo, el exterior de la cabaña sugería que había permanecido desocupada durante mucho tiempo. La maleza había comenzado a reclamar su territorio, enredándose en las paredes de madera y trepando por el techo, como si la naturaleza misma intentara borrar cualquier rastro de la presencia humana.

El hombre enfrentaba un dilema desgarrador. El cariño que sentía por su cabaña era innegable, pero la incertidumbre sobre lo que le esperaba en el mundo exterior le llenaba de dudas y temores. La pregunta sobre cuánto tiempo podría sobrevivir allí sin comida rondaba en su mente, y sabía que, en última instancia, no tenía otra opción. Debía salir y enfrentar el peligro, descubrir qué había ocurrido, y encontrar una forma de seguir adelante.

Con determinación, el hombre giró el pomo de la puerta, oyendo el chirrido de la madera vieja mientras se abría lentamente. El aire frío de la noche entró en la cabaña, un recordatorio de que el mundo exterior aguardaba. La atmósfera se volvió opresiva, y un olor a descomposición se coló en sus fosas nasales, haciéndole sentir náuseas. Sin embargo, no se dejó intimidar. Era el momento de enfrentar lo desconocido y abrazar el desafío que el mundo había llegado a ser.

El exterior de la cabaña era una visión desoladora. Los árboles que rodeaban la vivienda se erguían como espectros retorcidos, sus ramas marchitas y hojas secas crujían bajo cada pisada del hombre. El suelo, antes cubierto de hierba verde y exuberante, yacía ahora árido y polvoriento, como un lecho de cenizas.

El hombre avanzaba con precaución, con cada paso siendo una decisión crítica en este nuevo mundo desolado. Sabía que cualquier error, cualquier descuido, podía costarle la vida. El silencio era su única compañía, y el ambiente era tan opresivo que apenas podía escuchar su propia respiración. De vez en cuando, el sonido lejano de algún animal o el sutil roce de las hojas secas arrastradas por el viento rompía la tranquilidad, recordándole que aún no estaba solo en este mundo alterado.

El escenario apocalíptico que se extendía ante él era casi surrealista. Los recuerdos de su antigua vida, de las comodidades y las rutinas cotidianas, se desvanecían lentamente mientras se enfrentaba a la cruda realidad de la supervivencia. Sus sentidos estaban en alerta máxima, cada movimiento y cada sonido analizados en busca de peligro o recursos valiosos. La magnitud de la situación se cernía sobre él, y sabía que solo su determinación y adaptabilidad le permitirían sobrevivir en este mundo despiadado.

El viento comenzó a soplar con más fuerza, agitando los árboles retorcidos y enviando ramitas y hojas secas volando por los aires. El hombre luchó contra la naturaleza hostil que lo rodeaba mientras avanzaba, buscando desesperadamente cualquier signo de valor o recursos que pudieran ayudarlo a sobrevivir. Era un mundo diferente al que alguna vez había conocido, un mundo oscuro y peligroso donde la muerte acechaba en cada esquina, pero él estaba dispuesto a enfrentarlo con valentía y determinación.

Sentido MortalWhere stories live. Discover now