Capítulo 18: Amenaza ambulante

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Amber emergió del granero en un estado de terror absoluto. La adrenalina y el miedo corrían desenfrenados por sus venas, impulsándola a tomar una decisión rápida. Sin detenerse a pensar en las consecuencias, se precipitó hacia el bosque que se extendía ante ella.

Quizás no había sido la elección más sensata, pero en ese momento no había lugar para la lógica. El entorno oscuro y amenazante se cernía sobre ella, mientras los vientos nocturnos susurraban secretos siniestros entre los árboles. Cada paso que daba era torpe y cargado de miedo, y la urgencia de su huida no le permitía considerar su seguridad.

El anciano, por su parte, salió del granero con la motosierra en mano y una expresión de rabia desenfrenada en su rostro arrugado. Sus ojos inyectados de odio buscaban a la rubia, y no tenía intención de detenerse hasta que ella estuviera en su poder. A medida que evaluaba su entorno, dedujo que la joven había tomado el camino hacia el bosque.

—Puedes correr, pero no esconderte —amenazó con un tono macabro. Cada palabra que salía de sus labios era como un presagio de muerte.

Sin perder tiempo, el anciano comenzó a perseguir a Amber, siguiendo el rastro de sangre fresca que ella dejaba a su paso debido a la herida en su hombro. La sed de sangre y la furia impulsaban sus pasos, y la oscuridad del bosque no hacía, sino intensificar la atmósfera aterradora que los rodeaba.

La chica continuó corriendo a toda velocidad, tropezándose con raíces y arbustos en su camino. Las ramas crujían bajo sus pies mientras avanzaba a través del espeso follaje. El miedo se apoderaba de ella con cada paso que daba, y su corazón latía tan fuerte que parecía a punto de salir de su pecho.

A pesar de la oscuridad y el caos que la rodeaba, la rubia no pudo dejar de pensar en Jack. Sabía que él también estaba en peligro y que no podía salvarlo si caía en manos del anciano. La preocupación por su amigo la impulsaba a seguir adelante, a pesar de todos los obstáculos que encontraba en su camino.

El viejo continuó persiguiéndola de cerca, cada vez más amenazante. La motosierra rugía con sed de sangre, y Amber podía sentir su aliento en la nuca. Tenía que encontrar una forma de escapar de aquel bosque oscuro y macabro antes de que fuera demasiado tarde.

El bosque se cernía sobre ella, su espesura parecía engullirla mientras corría, jadeaba aterrada. Cada paso que daba, intensificaba el sonido ensordecedor de la motosierra, como una macabra sinfonía de muerte que resonaba en su mente. Su corazón latía con una intensidad que amenazaba con desgarrar su pecho, y el miedo la impulsaba a buscar refugio desesperadamente.

Las palabras crueles y siniestras del anciano resonaban en sus oídos como un eco de pesadilla. Sabía que no podía detenerse, que su vida dependía de mantenerse un paso adelante de su perseguidor, pero cada rincón del bosque parecía igual de amenazante.

—No sabes cuánto disfrutaré tu muerte —gritó el anciano, su voz resonando en el bosque como un lamento macabro.

La estrategia del viejo cambió, y decidió apagar la motosierra para perseguir a su presa en completo silencio. En lugar de ruido, comenzó a emitir sonidos espeluznantes que helaban la sangre de la joven. Silbidos tenebrosos se filtraban entre los arbustos, y Amber no podía evitar que el terror la inundara aún más.

Mientras intentaba escapar, sus pies tropezaron con una raíz oculta en el suelo irregular, y cayó con un golpe seco. El impacto la dejó momentáneamente aturdida, y el dolor punzante en la cabeza era un recordatorio constante de su vulnerabilidad.

Sin embargo, la chica sabía que no podía detenerse. Se levantó con determinación, sintiendo el dolor palpitante en su cabeza y el agobio por la persecución del anciano, para luego continuar corriendo, sus sentidos alerta y sus oídos, captando los sonidos espeluznantes que el anciano producía.

Sentido MortalWhere stories live. Discover now