Capítulo 12: Reacción burbujeante

34 5 40
                                    

Las fotos daban una sensación extraña, por lo que Amber decidió colocar todo de vuelta en su lugar y salir de la habitación para no levantar sospechas. No podía sacudirse la sensación de que había algo extraño en la relación entre los ancianos y las personas desconocidas en las fotos.

Decidió no profundizar más en el tema; no quería levantar sospechas ni causar ningún problema. Se prometió a sí misma que, en su tiempo libre, volvería a echar un vistazo a esas fotografías y trataría de descubrir el misterio que ocultaban.

La rubia se dirigió a la cocina, donde la señora tenía su desayuno preparado. Mientras comía, no pudo evitar sentir que los ancianos escondían algo más que solo un par de secretos sobre su relación. Amber terminó de comer y se retiró a su habitación, tratando de no levantar sospechas.

Horas más tarde, Jack llegó a la cabaña acompañado del anciano, quien le propuso ir de cacería. La jornada no fue de las mejores; las trampas no habían dado frutos, y se aproximaban días duros.

Una vez dentro, Jack se dio cuenta de que la rubia no estaba a simple vista. Se dirigió a las escaleras en su búsqueda. Al subirlas, notó que su herida se sentía mucho mejor ahora y podía moverse sin dificultad.

Cuando llegó a la habitación, Jack se sorprendió al no encontrar a Amber en su cama. ¿Dónde podría haber ido?

Intentó entrar al baño, pero la puerta estaba cerrada. Al ver la puerta bloqueada, Jack frunció el ceño y golpeó suavemente.

—¿Estás ahí? —preguntó.

Luego de no recibir respuesta, decidió abrir la puerta a la fuerza. Sin embargo, sus intenciones se vieron interrumpidas cuando la puerta se abrió repentinamente con un fuerte chirrido. Amber lo recibió con un fuerte abrazo.

—¿Estás bien? —preguntó Jack confundido.

—Tenemos que irnos; vi las fotos —susurró la chica con voz temblorosa.

—¿Qué fotos? —el hombre la miró con preocupación, sin comprender de qué estaba hablando.

La tensión en la habitación se hacía palpable. Amber se sentía cada vez más paranoica y desconfiada de sus anfitriones, mientras que Jack parecía más relajado y agradecido por la hospitalidad de los ancianos.

—Escúchame, estas personas no son normales —dijo la rubia en un tono preocupado, tratando de hacer entender a su amigo la seriedad de la situación.

La joven insistía en la idea de irse, convencida de que no debían quedarse en esa casa por mucho tiempo. Sus sospechas habían sido alimentadas por las fotos que había encontrado en la habitación. Temía que los ancianos ocultaran algo oscuro detrás de su fachada amigable.

—Amber, estás exagerando. Relájate —trató de relajarla.

Jack consideraba que la chica estaba exagerando. No veía razón para sospechar de las buenas intenciones de sus anfitriones y creía que estaban en un lugar seguro y acogedor. Trataba de tranquilizarla.

—Jack, me quiero ir —insistió Amber, convencida de que no debían permanecer mucho tiempo en esa casa.

Sin embargo, la conversación se vio interrumpida abruptamente por la entrada de Lucy, la anciana anfitriona. Parecía ajena al ambiente tenso que había en la habitación y entró con entusiasmo. Ambos se vieron obligados a ocultar su conflicto, no querían preocupar a los ancianos ni alarmarlos.

—¿Interrumpo? —preguntó, sin percatarse del clima que se había generado en la habitación—. Solo quería comentarles una fantástica idea.

—No, nada importante —respondió Jack con una sonrisa forzada.

Sentido MortalWhere stories live. Discover now