Capítulo 17: Miedo palpable

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Con determinación, Amber buscó una manera de ingresar al granero sin alertar al psicópata del anciano, que estaba a punto de atacar a Jack con la motosierra. Sus ojos recorrieron el entorno en busca de una solución, y se detuvieron en una ventana en la parte superior del granero. Sabía que sería una tarea difícil, pero era su única opción.

Cada movimiento que hacía le provocaba dolor, como si su cuerpo estuviera lleno de alfileres y cuchillas. Pero su determinación superaba cualquier molestia. A medida que se acercaba a la ventana, su corazón latía con fuerza, como un tambor retumbante en sus oídos.

La ventana se alzaba imponente ante ella, como una abertura hacia lo desconocido. Con manos temblorosas, Amber examinó la estructura de la ventana, buscando algún resquicio que le permitiera abrir una brecha silenciosa en su vigilancia. La madera crujió ligeramente bajo su peso mientras subía con cuidado, pero logró mantener su avance lo más sigiloso posible.

Una vez que logró colarse al granero silenciosamente, el hedor nauseabundo del lugar la golpeó como una marea repugnante. La rubia se tapó la nariz con la manga de su camisa sangrante, pero no podía evitar que la fetidez penetrara en sus sentidos. El lugar estaba impregnado de una mezcla de olor a sangre rancia y descomposición, era un aroma que parecía impregnar las paredes y el suelo, una señal ominosa de las atrocidades que habían ocurrido allí.

Sus ojos se posaron en la escena, y lo que vio la dejó sin aliento. El suelo del granero y los matorrales circundantes estaban empapados de sangre, creando un macabro tapiz que contaba una historia de violencia inenarrable. La mayoría de la sangre estaba completamente seca, indicando que estos psicópatas habían estado cometiendo sus atrocidades durante un período prolongado. La chica luchó por contener las ganas de vomitar ante el horror que se extendía ante ella.

Pero lo peor aún estaba por venir. Mientras continuaba espiando en busca de cualquier señal de Jack, sus ojos se posaron en la pila de cadáveres que, por alguna razón parecía reconocer, eran las personas de las fotos.

La impresión y el miedo no fueron limitantes, se aferró a su búsqueda para luego ver a su amigo indefenso y en un estado deplorable. Al otro lado del granero, Thomas se dedicaba a arreglar su motosierra, su mirada absorta en la tarea macabra que tenía entre manos. Jack, por otro lado, parecía aterrado, su rostro reflejaba impotencia y una movilidad limitada.

Amber sintió que su corazón se llenaba de rabia y miedo al mismo tiempo. Sabía que debía actuar con rapidez si quería salvarlo de la amenaza inminente que representaba el anciano psicópata, por lo que puso su plan en marcha a la perfección. Logró estar ahí sin ser descubierta, aprovechando la distracción del anciano que se encontraba enfocado en arreglar la motosierra que tantos problemas le estaba dando.

El anciano continuaba trabajando en su motosierra mientras maldecía entre dientes, intentando arreglarla lo antes posible para poder cumplir con su objetivo. Sin embargo, su frustración aumentaba cada vez que intentaba solucionar el problema y no lo lograba.

Finalmente, después de unos minutos, el viejo encontró la falla en la herramienta y no pudo evitar celebrar con una sonrisa siniestra.

—¿Por qué te cuesta tanto, maldita chatarra? —murmuró mientras descolocaba y reemplazaba la pieza defectuosa.

Jack no pudo evitar sentirse aún más nervioso al ver la expresión satisfecha del loco. La rubia, por su parte, aprovechó el tiempo para acercarse lo más posible a su compañero, quien la recibió con una mezcla de emociones indescriptibles.

Por un lado, estaba feliz y aliviado de saber que Amber seguía con vida, pero, por otro lado, se sentía cada vez más preocupado y ansioso por no saber cómo escaparían de allí con vida. El tiempo parecía correr en su contra y cada segundo que pasaba aumentaba el peligro de ser descubiertos por el anciano y su motosierra casi reparada.

Sentido MortalWhere stories live. Discover now