18. So close

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El sol brillaba cálidamente sobre el jardín de Travis, y el aire estaba lleno de los sonidos de los pájaros cantando. Yo estaba sentada en una silla de madera, terminando de escribir un poco. De vez en cuando, miraba a los perros de Travis, que estaban jugando entre sí en el césped.

Lucky y Booster me miraban con curiosidad. Intentaban acercarse a mí, pero parecía que los intimidaba. Yo no era una gran fanática de los perros, pero quería ganarme el afecto de estos compañeros especiales para Travis.

Me levanté de la silla y caminé hacia ellos.  Se quedaron quietos, observándome con cautela. Me arrodillé y extendí mi mano para acariciarlos. Lucky fue el primero en acercarse. Me olfateó la mano y luego me lamió la mejilla. Booster también se acercó y me lamió la otra mejilla.

Me reí y comencé a acariciarlos. Me divertí lanzándoles una pelota. Ellos la traían y me la entregaban. Me reía cada vez que me daban la pelota con la boca llena de saliva.

Sabía que todavía no eran mis animales favoritos, pero me estaban empezando a caer bien. Eran perros cariñosos y juguetones, y Travis los adoraba.

Continué jugando con ellos durante un rato. El sol acariciaba mi piel y las aves danzaban en el jardín. Todo parecía mágico.

Luego de un rato, retomé la lectura del libro que había iniciado por la mañana. El título era "El amor y el deseo" En el libro, Platón sostenía que los deseos a menudo chocaban con la razón, dividiéndose en dos categorías: necesarios e innecesarios.

Mientras leía, pensé en mi relación con Travis. ¿Era mi deseo de compartir mi vida a su lado un simple capricho, o algo más profundo? Recordé el comienzo de nuestra historia, marcada por momentos de inseguridad, pero también por una conexión que trascendía cualquier lógica. Mi amor por él no se limitaba a un mero deseo pasajero, sino que se había arraigado profundamente en mi ser.

A medida que avanzaba en mi vida, me había dificultado a diferenciar entre lo que realmente importaba y lo que podía pasar desapercibido. Mi deseo era convertirme en una persona mejor, y esa meta de aprender y crecer junto a Travis se había vuelto muy importante en mi vida.

Al terminar mi lectura y reflexión en el jardín, decidí volver a entrar a la casa. Los perros de Travis, ahora más confiados en mi presencia, me siguieron y pude ver una sonrisa de aprobación en el rostro de Travis quien ya había vuelto del entrenamiento.

Al acercarme a él, me sorprendió con un ramo de flores.

—¿Te diste cuenta de que los perros te adoran ya? —dijo Travis con cariño mientras me entregaba las flores.

—Sí, parece que me gané su aprobación. Eso es un gran logro para mí —respondí sonriendo y aceptando las flores con gratitud.

Mientras Travis y yo compartimos un tierno beso, su aroma fresco y limpio añadía un toque especial al momento.

Destinos CruzadosWhere stories live. Discover now