13. And what would you do?

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La luz del sol comenzó a filtrarse tímidamente a través de las cortinas, pintando rayos dorados en la habitación. Me desperté lentamente, aún sintiendo la presencia reconfortante de Travis a mi lado. Los susurros de la noche anterior se desvanecieron lentamente de mis pensamientos mientras volvía a la realidad.

Travis dormía profundamente, su pecho subía y bajaba con regularidad. Me quedé observando maravillada su rostro tranquilo y sereno, con sus cejas ligeramente fruncidas como si estuviera soñando con algo agradable. No podía creer cuánta tranquilidad había en él después de todo lo ocurrido en la noche, era como si fuera otro hombre.

Me acurruque un poco más cerca de él, disfrutando de la sensación de su piel contra la mía y la calidez que irradiaba su cuerpo. Cada parte de mí se sentía viva y llena de amor.

A medida que el sol ascendía en el cielo, la habitación se llenó gradualmente de luz, bañando todo en una suave claridad. Los rayos del sol se reflejaban en los ojos cerrados de Travis, creando destellos dorados en sus pestañas.

Con cuidado, me levanté de la cama, buscando una bata para vestirme para ir a refrescarme, tratando de no despertarlo de su sueño.

Pero antes de poder alejarme, sentí su mano en mi muñeca. Me giré hacia él y me encontré con su mirada, todavía medio dormida.

—¿Qué pasa? —le pregunté con voz suave.

—No quiero que te vayas —me dijo con voz ronca y mirándome con expresión de súplica.

Sonreí y me acosté de nuevo a su lado mientras me acurrucaba, él envolvió sus brazos en mis caderas.

—No me voy a ir —le dije abrazando su espalda—Estoy aquí contigo.

Sentí su respiración tranquila contra mi cuello y me dejé llevar por la sensación de paz y felicidad que me transmitía su presencia.

—Soy muy feliz cuando estoy a tu lado —me dijo, abrazándome con más fuerza.

—Lo mismo digo, haces que lo demás no importe—respondí, y me acurruque aún más cerca de él.

Así, nos quedamos abrazados, disfrutando de la compañía del otro luego de nuestra primera noche juntos.

Todo a partir de aquí sería distinto.

Estábamos juntos, de verdad lo estamos. Esto no había sido un sueño, está era mi verdadera realidad y me sentía feliz de comenzar con él.

Luego de unos minutos me levanté con cuidado y luego me senté a su lado en la cama. Él parecía dormido, con los brazos extendidos sobre la cama.

Me acerqué y le di un beso en la frente, sintiendo la suavidad de su piel.

—Tengo que arreglarme —le dije en voz baja —¿Quieres acompañarme?

Él abrió un ojo y me miró con una sonrisa.

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