Taylor Souvage, una famosa cantante, se encuentra con Travis Kovac, un destacado jugador de fútbol americano, después de uno de sus conciertos. Travis se enamora profundamente de Taylor por su talento y personalidad, pero ella lucha con sus propias...
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—Taylor, hemos llegado—Alex me despertó y tardé un poco en incorporarme en mi asiento.
Miré por la ventana, esperando ver a la prensa acechando en los alrededores, pero no había nada. Tal vez se escondían tan bien que no los podíamos ver.
—No están ahí —me informó Alex—Hay tres aeropuertos cercanos y no saben en cuál aterrizamos. Tranquila.
—¡Genial! —Tomé mis pertenencias y me preparé para bajar del avión.
Al salir, me sorprendió encontrar un clima diferente al que imaginaba.
En cuanto terminamos los trámites de entrada al país, nos llevaron a la casa en la que pasaremos la semana. El viento azotaba con fuerza en el camino y, en ocasiones, la lluvia hacía acto de presencia. No sabía si considerarlo una ventaja o no.
En el trayecto, fuimos escoltados por la policía local. Había muchos agentes para escoltarme a mí y a mi equipo. Quedé sorprendida por la magnitud del recibimiento que nos estaban brindando. Pero lo que me impactó aún más fue la privacidad que me están brindando los fans y los medios. A pesar de ser mi primera vez en México, nadie había averiguado el lugar de mi hospedaje.
Más tarde, fui informada de que esto se debía en gran parte a la empresa que nos trajo y al arduo trabajo de mi equipo para resguardar mi privacidad.
En cuanto llegamos a la casa, nos recibió un grupo de mariachis. Sus melodías me alegraron el corazón de inmediato. Mi madre y Alex solo me miraron, rebosantes de alegría. Yo, en cambio, no pude evitar aplaudir con entusiasmo.
—¡Muchas gracias!— les dije a todos en cuanto terminaron de tocar. —¡Ha sido increíble!
Algunos de los músicos me pidieron autógrafos y yo accedí con gusto.
—Mamá, ¿podrías tomarme una foto con ellos?— le pedí—Quiero mostrarle esto a Travis cuando vuelva a casa.
Mi madre asintió y sacó su teléfono. Me puse en medio de los mariachis y sonreí para la foto. Me sentí feliz y agradecida por la cálida bienvenida que me habían dado.
Estaba ardiendo de ganas de conocer los lugares que Travis me había recomendado, así como los rincones que mis amigos solían visitar para relajarse. Quería experimentar todo lo que habían vivido aquí, aunque sabía que no tenía el tiempo suficiente para hacerlo todo.
—¿Creen que podremos ir aquí? —le señalé a Alex un lugar de mi lista a visitar.
Ella tecleó algo en su teléfono y me miró con una expresión seria.
—No lo creo, Taylor —dijo—.Es un lugar muy público y no sería capaz de colocar la suficiente seguridad para protegerte. Además, con estos vientos es un poco peligroso.
