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Tratando de adaptarme en lo que mis amigos llegan












Su habitación era realmente pequeña comparada a la de la ciudad. Había un pequeño closet y un escritorio, con una cama individual en la esquina pegada a la pared, un ventilador al pie de la cama y una ventana que daba a la finca. Las paredes eran de un descuidado tono amarillo pastel, con pequeñas grietas, y las cortinas eran de cuadros rojos con blanco. El juego de cama era todo blanco, sin ni un color, con un edredón blanco con flores, parecía una mala broma de su abuela.

Suspiró, cansado por el viaje, había estado despierto desde temprano y el calor que hacía en Berck no ayudaba para nada (tampoco algunos zancudos que encontró por ahí). Colocó sus maletas y mochila encima de la cama para comenzar a desempacar y colocar todo en su lugar. Guardó su ropa en el closet, sus zapatos estaban en el mismo espacio sobrante del ventilador, al pie de la cama, su cuaderno de dibujo y múltiples cartucheras llenas de lápices, colores, bolígrafos y marcadores en el escritorio, al igual que su caja de ligas para el cabello. Estaba más que acostumbrado a colarse pequeñas trenzas en el cabello todas las mañanas. Guardó las maletas dentro se closet y la mochila la dejó bajo el escritorio.

Se tumbó en la cama. A pesar de lo mal que se veía todo, la cama sí era algo cómoda. Se estiró un poco para abrir la ventana, por el calor, le habían prohibido prender el ventilador durante el día, pues gastaba energía y debían ahorrar para otras cosa o la comodidad durante la noche.

---¿Acomodandote?--- habló Ereth J. desde la puerta de su cuarto.

No quiso responder, no quería que lo llevaran a trabajar en la finca justo el primer día a llegar, no lo iba a aceptar.

---Tranquilo--- rió, como si adivinara sus pensamientos  ---. Mamá quiere conocerte.

¿Era una opción no saludar? No, claro que no. Desgraciadamente, ellos le estaban dando un techo y, posteriormente, comida, lo mínimo era tener un poco de educación y colaborar con la casa. Odiaba ese echo, aún así, le resultaba mejor a que sus padres lo obligaran a repetir último año con el simple propósito de llevarlo a un internado o, de una, mandarlo a lo más parecido a una escuela de sacerdotes.

---Hiccup ¡qué grande estás!--- saludó con mucha energía una mujer pequeña y rechoncha, de cabello tan negro como el resto de si familia ---. La última vez que te vi parecías un frijol, eras el bebé más chico que había visto en mi vida (y eso que he visto varios ya).

¿Esto podría ser más incómodo? ¿Cuál era la necesidad de recordarle una vez más lo pequeño y delgado que era?. No se equivocó al decir que aquí sufriría el doble, no solamente serán comentarios sobre su fuerza, sino que físicamente también eran diferentes. Todos eran parecidos a su padre, todos menos él, que era una vez más el débil del grupo.

---Gracias tía Grace--- fue lo único que dijo, con una pequeña mueca que pretendía ser una sonrisa ---. Usted está también muy hermosa.

---Ay, cariño, no digas esas cosas--- se apenó la mayor. Hiccup supo que esa pena era más que fingida, tal vez las señoras cicuentonas de ciudad y campo eran más parecidas de lo que imaginaba ---. Sé que acabas de llegar, hijo, pero Ereth te dará un pequeño recorrido por la finca y luego por el pueblo, para que te vayas familiarizando--- sonrió de forma maternal, mientras le acariciaba el hombro ---. ¿Desayunaste? No te puedo dejar ir sin comer.

---Tranquila, tía Grace. Estoy bien

Se despidió de sus dos tíos antes de que Ereth hijo le diese un pequeño recorrido por los terrenos, explicándole cosas básicas y cómo iba a trabajar ahí a partir de ahora. No iban a ser trabajos que costasen tanto, según su primo era porque era nuevo y no querían complicarle tanto, aunque Hiccup pensaba que había intervención de sus padres en eso. Luego, con la misma camioneta con la que llegaron, recorrieron algunas zonas del pueblo, las que Ereth consideraba más importantes o interesantes. Le explicó cómo funcionaban las cosas aquí y que probablemente estaría por unos días al chisme de todas la doñas viejas sin vida personal (aunque lo dijo con más educación).

Al final, hicieron una parada en un pequeño local de parrilla para almorzar. Ereth realmente parecía un adivino, pues había dado en el clavo; tenía hambre, mucha hambre.

---¿Qué van a ordenar?--- preguntó amablemente una chica super pálida con un cabello rubio casi blanco, casi que parecía de otro mundo, como Jack.

---Lo de siempre--- Ereth se encogió de hombros, mientras la chica anotaba ---. ¿Tú Hiccup?

---Parrilla, supongo--- se limitó a decir.

---¡Ah! Y una jarra de papelón, Elsa--- agregó Ereth antes de que la chica se fuese con una leve sonrisa.

En ese momento Hiccup pudo engrandecer su teoría, todos se conocían. Sino fuese así, las doñas chismosas no hablarían de él por un tiempo (luego de sus amigos también) y Ereth no parecería estar tan familiarizado con todos, saludando a todos los que pasaban cerca de su mesa y, incluso, poniéndose al corriente con algunos. Él era un pez fuera del agua, no debería estar aquí.

CampoWhere stories live. Discover now