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La extraña de las empanadas se preocupó por el extraño de ciudad













La rutina de esa mañana fue la misma del día anterior, cosa que agradeció mucho, esperaba que todos hubiesen pasado página y olvidasen el suceso del día anterior. Sabía que luego de esto, sus tíos no iban a dejar que Ereth se separase de él, algo que realmente lo fastidiaba, aún así, tenía un plan bajo la manga, pues durante toda la mañana había visto que su primo no despegaba la vista de un grupo de chicas lindas que iban por ahí junto a sus amigos.

Así fue como se deshizo de él para luego caminar por su cuenta durante la tarde. Plan, reunirse con sus amigos y preguntarles sobre el resto de su noche, lo que dios quiera y regresar a la finca junto a Ereth, encerrarse en su cuarto a dibujar y esperar al siguiente día para hacer algo similar. Le parecía buen plan, pues no veía que podría hacer mucho en el pequeño Berck, todos estaban metidos en lo suyo, eran amables pero no se iban a detener para darle indicaciones de lugares entretenidos a un niñato como él, así que simplemente siguió caminando a dirección a la posada, donde seguramente estaban sus amigos desayunando con enormes ojeras por quedarse despiertos hasta tarde con las chicas rudas de ayer.

Pero realmente nunca lo supo, pues mientras estaba en camino, casi choca con una chica que se le hacía conocida, de no ser por el pequeño sobresalto que tuvo al levantar la mirada y verla pegada a su teléfono, como si no hubiese más mundo. Ella también se asustó y su teléfono casi vuela por los aires.

---Lamento si te asusté--- se disculpó Hiccup, rascando su nuca.

¿Disculpas sinceras? Para nada, se podía ver claramente en su mirada lo acostumbrado que estaba a eso gracias a Corona y su concurrida población, pero al menos tenía la costumbre de dar disculpas, no como, como él los nomina, "hijos de perro sin educación".

---Tranquilo. Discúlpame a mí--- reconoció esa voz sincera y calmada.

Elsa estaba frente a él, con una sonrisa nerviosa y una mirada apenada, como si jamás hubiese estado a punto de chocar con alguien. Realmente, no pudo ocultar una pequeña sorpresa al verla de esa forma, aunque fuese relativamente insignificante, pero era la primera vez que alguien le devuelve la disculpa, para rematar de forma sincera, ahora era él la mierda de los dos. Sí, tal vez estaba mal acostumbrado a la gente grosera, sin modales con principios muy básicos, que esperan que todo le lleguen en bandejita de plata, pero de actitud no hacen mucho para obtenerlo.

---¡Hiccup!--- exclamó ella, cuando reconoció quién era.

¿Qué había pasado? ¿De qué se perdió?

---¿Cómo sabes mi nombre?--- soltó la última pregunta, realmente necesitaba una respuesta, jamás le había dicho quién era.

---Ereth me escribió ayer--- apretó levemente los labios, como si estuviese contando algo que no debería contar ---... por si te veía, que no te encontraban... Tú sabes.

---Ah, sí--- fue lo único que respondió. No tenía por qué decirle los motivos de su huida. Suspiró. Aunque mínimo si llegó a casa o no, genuinamente pareció preocupada, probablemente al ser el sobrino/primo de un amigo ---. Me encontraron rápido--- ya, no diría más.

Entre ellos se instaló ese silencio incómodo que llega cuando hablas con un desconocido y se acaban los temas de conversación. Ya estaba a punto de despedirse y reanudar su camino, como había echo infinidades de veces en la ciudad, pero la chica volvió a hablar y simplemente no pudo no escuchar.

---¿Quieres salir a caminar?--- propuso, con una pequeña sonrisa nerviosa.

---¿No tienes trabajo?--- cuestionó. Realmente no quiso sonar despectivo, pero al parecer así fue, pues ella frunció un poco el seño antes de responder.

---No, hoy es sábado.

La mejor opción era rechazar su oferta ¿no?. ¿Qué haría caminando por el campo con una desconocida? ¿Qué ganaba?. Exacto, nada. Pero, ya se le olvidaron todos los planes al ver unos enormes ojos azules, tan sinceros e intensos que simplemente no pudo no aceptar, es como si ella tuviese un encanto para que la gente le dijese que sí a todo.

---Ah, sí. No tengo nada que hacer.

Mentira, puras mentiras, ¿y sus amigos dónde quedaban? ¿Qué clase de hechizo le había puesto ella para que aceptase? Ya había visto mil y un ojos azules, y tenía que ver los insoportables de Jack a cada rato, ¿por qué la mirada de ella se diferenciaba de las demás?

---¡Genial!--- sonrió ampliamente ---. Ven, conozco un lindo lugar.

¿Saben? Hay algo que se llama espacio personal, es justo la distancia que uno considera correcto mantener con ciertas personas (desconocidos, amigos, familiares, etc.). Para Hiccup el espacio personal es algo sagrado que no debe sobrepasarse y todo aquel desconocido que lo haga se llevará un enorme empujón de su parte para quitarse a la persona de encima si ya anda dando lata.

Pues odiaba con toda su alma el echo de que esa chica de ojos raros le estuviese tomando del brazo como si fuese lo más normal, mientras lo arrastraba a quién sabe dónde a hacerle dios sabe qué. Lo peor, lo peor era que él se estaba dejando ¿Dónde quedaba su lado más citadino cuando lo necesitaba?

CampoWhere stories live. Discover now