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Hora de salir del trabajo, pequeña










Debía ser realista, no tenía la certeza se si aquella chica platinada ojos azules estaba ahí adentro del local, ni siquiera sabía si iba a tomar bien el echo de que le pidiese salir con él luego de cuatro días ausente, pero en su defensa, apenas y pudo ver a sus amigos esos cuatro días en pequeñas escapadas de noche.

Inhaló una buena bocanada de aire antes de entrar e irse a sentar a una mesa solitaria para dos personas. Al poco tiempo de sentarse, una pequeña mano pálida le tendió el menú. Él ya sabía de antemano quién era.

---Espera un momento, me decido rápido--- dijo antes de que la chica se fuera.

Sintió su mirada clavada en él, seguro esperando algo.

---Hummm. Pollo frito y medio litro se Coca-Cola para llevar, por favor.

Le dio el menú, mirándola por primera vez en varios días. Ella lo fulminaba con la mirada, mientras tenía la libreta en la mano, solo sonrió más ampliamente al verla así.

---¿Cómo estás?--- preguntó de forma suave, viendo como su semblante se relajaba un poco.

---Bien, aunque cierta persona no vino cuando debía--- le recriminó.

---Sí, lo sé. No quiero darte una excusa por dejarte plantada, pero me agarraron en la finca y no tengo comunicación con el mundo exterior... tampoco tu número--- le sonrió culpable.

---Lo sé, Jack y Eugene me lo explicaron la mañana siguiente, los visitaste en la noche ¿no?

Hiccup asintió.

---En fin, vengo a compensartelo. Salgamos.

Ella pareció sorprendida. Él había llegado de la nada y le había invitado a salir, luego de dejarla plantada y ausentarse durante cuatro días. Arrancó una hoja de su pequeña libreta y comenzó a escribir algo en ella, se la entregó con un poco de brusquedad.

---Tengo trabajo, Hicc--- rechazó, con un poco de lastima.

---Oh, vamos, no tienes más de mi edad, Elsa, salgamos a divertirnos un rato, te traigo aquí de nuevo--- juntó sus manos en forma de súplica, algo que a ella le dio ternura.

---¿También tienes dieciséis? Te vi más mayor--- preguntó con un poco de inocencia y una sonrisa ladeada.

Hiccup abrió sus ojos como platos y, por alguna razón, se sintió indignado.

---¡Dieciséis! ¿Trabajas con dieciséis?--- exclamó ---. Elsa, aún eres una niña.

---Lo sé, lo sé, pero Astrid va a la universidad este año y alguien tiene que reemplazarla.

---¿Este negocio es de tu familia?--- Elsa asintió ---. Pues diles, apuesto a que entenderán, tienes dieciséis años, Elsa, se supone que debes salir y disfrutar.

Ella se mordió el labio pensativa y, susurrando un <ahorita vengo> se fue de ahí, yendo a la cocina para entregar el pedido que él había encomendado.

Tomó el papelito en sus manos, era su número telefónico. Sonrió para sí mismo, guardando el papel con sumo cuidado en uno de los pequeños bolsillos de su mochila, donde llevaba agua y la bolsa de Pepito que iba a compartir con ella... si es que aceptaba.

Esperó durante unos minutos que sintió eternos, se aburría hasta más no poder. El echo de estar ahí, solo sin compañía, ni un medio de entretenimiento más que ver a las personas comer y hablar, algo que más allá de entretenerlo lo deprimia un poco.

Una bolsa plástica con el logo del local, que contenía adentro una caja de anime apareció frente a él, luego sintió un termo térmico lleno de refresco en su cabeza, por lo fría que estaba. Sonrió para sus adentros, mientras volteaba a ver a la platinada. Ya no tenía el delantal que usaba para trabajar.

---¿A dónde vamos?--- preguntó, con una pequeña sonrisa traviesa.

Tomó unos cuantos billetes y los dejó en la mesa, junto a la cuenta.

---Creo que es más que obvio, pequeña--- le devolvió el gesto, tomando la bolsa y, con su mano libre, la mano de su amiga.

La llevó afuera del local y le colocó con cuidado el casco de la moto, ajustandolo para ella. Guardaron todo en la mochila e Hiccup arrancó la moto para dirigirse a su lugar.

Por alguna razón, sentirla a ella tan cerca era un tranquilizante de todo, aunque los estuviese separando la mochila que cargaba en la espalda. Las manos de ella entrelazadas entre sí, para sostenerse de su tronco, mientras él iba a una velocidad lo suficientemente rápida, claro que sin exceder ningún límite. Por alguna razón, sentirla tan cerca hacia que su pecho explotase, que su respiración se volviese irregular de un momento a otro, de sentir cosquilleos en su estómago. ¿Cómo podía alterarlo y calmarlo tanto al mismo tiempo? Su cabeza era un campo nublado de pensamientos confusos para él, pensamientos que desaparecieron y dejaron un soleado campo despejado al momento de ver su sonrisa luego de bajarse de la moto.

---Vamos al árbol--- ordenó ella, dejando el casco guindando de uno de los manubrio de la motocicleta.

Corrió a la pequeña colina, donde se encontraba el bello sauce, sombreado toda la zona con sus ramas caídas. Se sentó recostada del tronco, esperándolo a él. También subió y se sentó a su lado, sacó de su mochila la caja de anime que tenía la comida y el termo que tenía la bebida.

---También he traído un poco de agua, por si no quieres compartir termo.

Dejó la botella de agua congelada en la grama, junto a lo demás. Ella hizo un gesto con la mano, diciendo que no le molestaba compartir, así, ambos comenzaron a comer lo que Hiccup había pedido.

---Has engordado un poco de la última vez--- observó ella, mirando sus brazos.

---¿En-serio?--- balbuceó, realmente no se había dado cuenta... tal vez estar con su tía no le hacía nada mal.

---Sí, espero sigas así hasta llegar a un punto saludable--- sonrió dulcemente.

¿Cómo mierda podía verse tan linda con los dedos y parte de la boca empatucados de grasa?

Las mariposas revoloteaban por el campo lleno de flores silvestres, mientras el sol del medio día alumbraba todo en su máxima expresión. Luego estaban ellos dos, disfrutando de un almuerzo para nada saludable e improvisado, como compensación de aquella salida a la que no pudo ir, o quizá esa era su excusa para no sentirse culpable de querer verla una vez más.

Pero, como todo lo que empieza, todo acaba ¿no?

CampoWhere stories live. Discover now