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El día en el que casi le dan una cachetada a Eugene Fitzherbert










La noche anterior había sido un completo caos para Hiccup, pues mientras él estaba encerrado en su cuarto, los demás estaban vueltos locos buscándolo por afuera en la finca. Hubo un pequeño lapso de paz y tranquilidad, que fue cuando salieron de los terrenos, pero al volver todo volvió a un escándalo. No supo cómo terminó todo, pues al final se quedó dormido encima de su escritorio, esperaba que la luz encendida de su cuarto les diera una señal, después de todo, nadie había entrado en él desde la tarde.

Al despertar estaba en su cama y pudo confirmar que lo habían encontrado. Sonrió para sí mismo, realmente la situación le resultaba graciosa. Cuando vivía con sus padres estos no se preocupaban tanto si no regresaba con Jack al edificio, tal vez sí cuando era más pequeño, pero no en esos momentos. Recordaba que cada vez que Jack llegaba sin él sus padres lo único que hacían era preguntarle si se habían separado antes o si Hiccup seguía con los otros, si la respuesta era la primera el primer lugar donde buscaban era su cuarto y normalmente estaba ahí, sino, seguramente estaría con Tiana.

Desayunó y pasó la primera parte de la mañana con normalidad, volvió a salir con Ereth luego de explicarle a él y a sus tíos el por qué no lo encontraban: había vuelto a casa temprano. Lo mismo del día anterior, Ereth haría unas compras mientras él salía con sus amigos, luego tendrían que verse en la finca al rededor de las 2:00p.m para hacer las labores. Ereth le prestó su motocicleta para ir por el pueblo, pues él iría en la camioneta de su padre (claro que antes se aseguró que supiera conducir).

Así cada uno se fue por su lado, Hiccup buscó a sus amigos por donde muy probablemente el lugar donde estarían, siendo el último paradero el bar que visitaron en su primera noche ahí. Solo necesitó una simple ojeada para saber que estaban ahí, para empezar, la cabellera de Jack era realmente inconfundible y la forma de vestir indicaba que no eran de ahí realmente, en especial la de Eugene, que por muy simple que vistiera, su ropa era de primera mano.

Se acercó a ellos con lentitud, haciéndole una seña a las chicas que estaban con ellos que no dijeran nada. Ellas actuaron que no sabían nada, mientras Hiccup se aproximaba y levantaba ambas manos a la altura de los hombros de ambos. Dejó caerlas y con un leve empujón casi hizo que sus cabezas chocasen con la mesa, asustandolos.

---Bastardo, no es gracioso--- se quejó Jack.

---¿Y el amor que me dabas anteayer?--- cuestionó Hiccup, con una sonrisa juguetona, mientras abrazaba a sus amigos por los hombros.

---Se fue cuando nos dejaste plantados ayer--- contestó Jack, sonriendo se vuelta.

---Jack, deja de ser tan tóxica, Hiccup también puede pasar su rato solo--- defendió Eugene, con la misma sonrisa de sus amigos ---. Seguro estaba dibujando algo o haciéndose mil trenzas en el pelo.

---¿Y no nos presentan?--- a la corta platica, se metió la misma rubia de la noche con sus amigos, la que jugaba pulso con su amiga pelirroja.

Ahí también estaba la pelirroja de esa noche, al lado de su amiga, pero no estaba la asiática de esa vez.

---Claro preciosa, este es nuestro amigo Hiccup--- presentó Eugene, con un claro tono coqueto.

<¿Estos dos son suicidas o qué?> se preguntó Hiccup, cuando vió la clara mueca de molestia y desagrado de la rubia, así como el aspecto rudo de la pelirroja, aunque (ahora que su amiga parecía querer estrangular a Eugene) parecía más amistosa.

---Puedes sentarte si quieres, Hiccup--- ofreció la pelirroja. Él agradeció y, mientras se sentaba, se presentó ---. Soy Mérida, ella mi amiga Astrid.

La rubia le dedicó una mirada más suave al momento de ofrecerle la mano para estrecharla, no se negó, después de todo, él era el invitado.

Retomaron con normalidad de lo que hablaban antes de él interrumpirlos. Parecían hablar sobre arte y museos, pues en una se esas escuchó la Eugene hablando sobre su visita a Francia y a las pinturas y monumentos que vió en el país. Eugene a simple vista podía ser el típico niño rico y mimado, por eso le cayó pésimo a Hiccup al momento de conocerlo, luego se dio cuenta cuán lejos estaba de la verdad, Eugene era demasiado rebelde, rompecorazones e imbécil de una manera que resultaba divertida, no le restregaba en la cara a Hans el dinero y libertad que tenía él en su vida a comparación de los demás, evitaba hablar de sus viajes a menos que fuera para opinar algo por experiencia propia, los apoyaba y les es leal, incluso una vez los OBLIGÓ a estar en el mismo trabajo de verano de Hans, para no dejarlo solo. También era el que más lograba comprender a Hiccup, pues Eugene tampoco era la oveja blanca de la familia, solo que a él, a diferencia de Hiccup, no le importaba mucho la opinión de los demás sobre su persona.

---¿Aún no te ha dicho nada?--- susurró la pelirroja a Astrid.

---No, aún no--- respondió en voz baja.

Luego no supo cómo, pero el grupo comenzó a cuadrar para otra salida al día siguiente, al parecer eso mismo habían echo también el día anterior y cuando se conocieron.

---Bien. Entonces mañana a la misma hora, ¿no, preciosa?--- recapituló Eugene, dirigiéndose a Astrid.

Muy probablemente lo notó, pero prefirió ignorarlo, pues la mano de Astrid iba subiendo poco a poco hasta quedar a la altura perfecta para una gran cachetada, a lenguas se le notaba las ganas. Al final, solo dio un fuerte manotazo en la mesa, mientras susurraba: no me digas preciosa. Rió para sí mismo, estaba confirmado, sus amigos eran suicidas de primera.

CampoWhere stories live. Discover now