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Odio que sea un pueblo pequeño, pero me gusta encontrarme con la misma persona










Casi era medio día, dentro de unos minutos tendría que irse. Tanto Astrid como Mérida les cayó estupendo, eran graciosas, algo violentas pero tan agradables que llegabas a olvidar cuándo azotaban la mano contra la mesa. Sus amigos igual que siempre, pudo notar un pequeño coqueteo entre la pelirroja y Jack, pero nada más, probablemente ninguno se atrevería a ir a más a sabiendas de que eventualmente se separarían.

---Chicos ya me tengo que ir, tengo que llegar a la finca antes de medio día--- expresó Hiccup, levantándose del asiento ---. Me gustó hablar con ustedes señoritas, espero verlas mañana.

Les estrechó la mano a todos con amabilidad y una pequeña sonrisa. Habían varias latas de refresco por toda la mesa, pues el único mayor de edad era Flynn. Había pasado una mañana más entretenida de lo que había planeado desde un inicio. Tal vez con la compañía adecuada estar ahí no era tan malo.

Salió del bar y tomó el casco entre sus manos, no le quedaba del todo bien, pues su primo era un cabezón de primera. Dejó el casco sobre el asiento de la moto, mientras veía a las personas que entraban y salían del bar, algunas con aspecto desdichados, otros con la clara intención de no salir consientes de ahí, incluso habían unos que ya salían con aspecto de zombie, claramente habían tomado toda la noche. Rió para sí mismo, Jack debía de quererlo realmente si era capaz de soportar su modo zombie. Entre las personas, logró ver que entraba una personita de cabellos platinados y la piel tan pálida que no parecía vivir en el campo, ¿Cuántas veces más tendría que verla sin proponerselo? Un montón quizá. Pudo ver que ella se disculpaba con sus amigos, Mérida y Astrid por algo a lo que él era ajeno, ellos le respondieron y fue cuando los ojos azules de Elsa cayeron en él. Se despidieron y ella caminó hacia él.

---No pensé encontrarte aquí--- saludó ella ---. Astrid me dijo que se acaban de conocer.

<Aquí queda perfecto el nombre: pueblo pequeño> pensó Hiccup.

---¿Las conoces?

---Astrid es mi hermana. Ya lo sé, no nos parecemos mucho--- guiñó un ojo con una pequeña sonrisa ---. ¿Qué tal? No golpeó a nadie.

---Se controló muy bien, teniendo en cuenta que Eugene hablaba con ella.

Rió levemente. Hablar con ella era cómodo, no podía entender realmente por qué, nunca fue muy social aunque podía caerle bien a alguien con facilidad, pero con ella se sentía diferente, por alguna razón, sentía que no hacía falta filtros con esa pequeña platinada.

---¿Tienes tiempo para ir a nuestro lugar?--- preguntó ella.

<Nuestro lugar>  ¿qué insinuaba?. Verdaderamente, le quedaba una o dos horas libres.

---¿Te dan miedo las motos?

Así fue como terminó recorriendo por segunda vez la ruta hacia el campo que Elsa le mostró. Mientras más se alejaban del pueblo, menos veían a la gente o al ganado. El fuerte viendo soplaba en su cara, mientras los brazos de Elsa lo abrazaban por la cintura. Otra vez sintió esa sensación de libertad, aunque la chica le estuviese apretando el estómago con el puño que formaban sus manos entrelazadas.

En poco más de diez minutos estuvieron en el mismo lugar. Dejó la moto en el camino de tierra y ayudó a la ojo-azul a quitarse el enorme casco de la cabeza. Ella corrió hacia la colina, arrastrándolo por la muñeca para llevarlo consigo, no opuso resistencia, ¿qué caso tenía si ella lograba lo que quería?

---Este lugar es más lindo en horas más frescas--- comentó ella, acomodando en su hombro una tira caída de su vestido blanco con flores azules.

---Me lo imagino, aunque la ruta debe ser aterradora en las noches--- la miró de reojo ---. Sabes, por los bichos o animales que pueden aparecer ¿qué tal si una vaca se interpone en el camino?

---Oh, vamos, apuesto a que la ciudad da más miedo--- movió la mano como si tratara de espantar una mosca, mientras se recostaba en el tronco del sauce ---. Montón de autos por todos lados, gente grosera...

---Digamos que ambos tienen sus defectos--- Hiccup sonrió.

Con los brazos extendidos hacia arriba, saltó para alcanzar una rama baja del sauce y sentarse en ella. Al lograrlo y bajar la mirada hacia su compañera, notó que tenía una mano tapando sus mejillas, mientras evitaba verlo.

---¿Qué?

---Deberías tener más cuidado con lo que muestras, Hicc.

---Eh, mis pantalones no están rotos por detrás--- bromeó.

Ella estalló en carcajadas, al destapar su cara notó sus mejillas más rosadas de lo usual, aunque podía decirse que era por el calor de la tarde.

---Se te subió la franela--- dijo luego de calmarse.

---En ese caso, hace calor--- hizo un gesto de quitarse la franela, viendo detenidamente la reacción de su compañera. Ella sonrojó al máximo y apartó por completo la vista, apenada.

Rió con ganas, ella era adorable... pero, ¿cuándo empezó a tener ese nivel de confianza con ella? Normalmente solo bromeaba así con sus amigos, ni con una sola chica. Sería estúpido decir que Elsa era diferente a las demás chicas, claro que ha conocido a un montón como ella, mas, tal vez, las circunstancias, el ambiente, todo era diferente. Él y ella, eran igual al montón, lo único que cambiaba por completo, era el lugar y las experiencias que estaban teniendo con esa persona. Tal vez, al estar ahí, se sentía más relajado, en confianza.

---No puedo creer que desprecies así ese privilegio.

De un saltó, bajó de la rama y la tomó de la barbilla suavemente, haciendo que ella lo mirase.

---Pervertida--- susurró, con los ojos entrecerrados y una sonrisa divertida.

---¿Nos vemos mañana?--- preguntó de repente, tomando al chico por sorpresa.

Se separó un poco de ella, volviendo a una distancia normal entre ambos.

---A-h, yo--- balbuceó. Realmente se sorprendió por la pregunta, ordenó su cabeza y luego afirmó con un: ---. Solo si mañana me acompañas a estar con mis amigos y tu hermana.

---Trato echo.

---No llegues tarde como hoy--- le acusó.

Ella sonrió un poco y comenzó a hablar sobre las mariposas que revoloteaban por ahí, dejando hasta ahí el asunto.

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