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Una charla más del montón










Hablaron de muchas cosas, terminaron algunos temas que tenían pendientes, hablaron sobre el viaje de ida y lo que les había parecido Berck hasta ahora. Realmente no era la gran cosa, tal y como habían pensado, era pequeño, caluroso por el día y fresco por la noche, todo era tal y como pensaron, tal vez lo único que los tomó por sorpresa fue la modernidad de la posada, pero nada más.

El ambiente del bar realmente era relajante, a pesar de los clásicos malotes, era muy relajado y cómodo. El chico que los atendió fue super agradable y el estar juntos lo hacía aún mejor, lo único que faltaba era Hans, que aunque hubiera cortado la diversión con sus comentarios de inteligente insufrible, igual la hubiesen pasado bien.

---Y entonces preferí terminarle--- terminó de cortar Jack, hablando de cómo fue que cortó con su octava ex novia tóxica, que le había tirado una secadora de pelo en plena cara.

---Es tu culpa por meterte con las más bravas--- comentó Eugene, tomando un tragó de su botella.

---¡Se veía normal!--- se defendió Jack.

---Sí, quién pensaría que otra amante de lo tierno resultaría tóxica con tu bella racha--- respondió Eugene de forma sarcástica.

---Eso explicas por qué ya casi no te reunias con nosotros--- observó Hiccup.

---Necesito cambiar mis gustos. ¿Cuál era el problema de seguir a Tiana en redes? ¡hace los mejores pasteles!--- Jack parecía cansado, realmente no había tenido la misma suerte de sus amigos con las chicas, y es que parecía un imán de tóxicas locas.

Jack se quedó mirando un punto fijo, mientras sus amigos hablaban. El otro extremo del bar había una pelirroja de cabello largo y rebelde, haciendo pulso con una chica rubia de ojos azules, parecían muy parejas. En la mesa también había una asiática, pero no podía dejar de mirar a la pelirroja, quería verle la cara. Tanto Eugene como Hiccup interrumpieron la conversación para ver donde Jack parecía estar tan embelesado, hasta que vieron a las chicas que estaban muchas mesas más allá.

---Y hablando de peligro--- dijo Eugene con un tono bromista, divirtiéndose al ver que la baba de su amigo casi caía.

---O cierras la boca o te saco a patadas, no quiero baba en la mesa--- amenazó Hiccup, para ver si su amigo reaccionaba, pero no funcionó.

Al final, ganó la rubia. La pelirroja pareció algo molesta, pero luego abrazó a su contrincante, fue entonces que se dio la vuelta, al menos lo suficiente como para ver la mitad de su rostro. Era muy pálida, con las mejillas rosadas, al igual que la punta de su nariz y sus ojos eran azul grisáceos, era raro ver un rostro tan frío (a excepción de sus cejas y pestañas) con una cabellera tan flameante y eso, eso le atrajo.

---Voy a hablarles, vamos Jack--- dijo Eugene, parándose de la mesa.

---Yo ya me voy a casa, seguro me matan--- se despidió Hiccup, queriendo huir de ahí, si se quedaba más tiempo, él tendría que pagar lo que pidieron sus amigos, tampoco tenía tanto dinero, menos en estos momentos que dejó la billetera en casa.

Salió corriendo y, en el camino a la finca, se encontró con la camioneta de su tío Ereth, que casi lo cegó con la fuerte luz plateada que alumbraba toda la calle. Supó de inmediato que estaba en problemas, caminó lentamente a la camioneta, le hubiese gustado que durace una eternidad, pero no lo hizo y en cuestión de segundos ya estaba frente a la camioneta, a punto de montarse. Mas algo lo sorprendió, antes de hacerlo su tío Ereth bajó y lo abrazó preocupado, con esa típica intensidad que te hacia sentir amado por alguien.

No sintió nada. ¿Qué esperaban? ¿Que se sintiera protegido o feliz por el abrazo de un extraño? No negaba que había esperado con ansias uno así durante toda su adolescencia, pero no era su padre el que se lo daba, ese abrazo no valía nada para él.

---Nos tenías preocupados ¿En qué estabas pensando?--- exclamó ---. Entra a la camioneta, hablaremos al llegar a casa.

Suspiró pesadamente y entró por la parte del copiloto. El segundo viaje juntos. Fue igual de incómodo que el primero, con la diferencia de que esta vez su tío no le buscaba conversación, estaba serio, con la mandíbula apretada. A pesar del enorme parecido que había entre su tío y su padre, no podía comparar ambas expresiones, su padre siempre daba esa aura de un tipo al que le debes temer, aunque muy en el fondo era un oso tierno y risueño, su tío no tenía puesta esa coraza de frialdad y furia, por lo que, aunque tuvieran la misma expresión, el sentimiento que generaban era distinto. Si hubiese conocido más a su tío, probablemente se sentiría decepcionado en vez de aterrado, pero no lo conocía, y no sentía nada en ese momento.

Las luces de la casa seguían encendidas, al parecer se habían preocupado. Apenas entró su tía Grace o recibió con un abrazo tan fuerte que casi lo asfixia, de nuevo dejando a la luz que hasta las mujeres de su familia eran más fuertes y grandes que él.

Ereth J. lo miró con mala cara, aunque parecía estarse aguantando la risa, pues su semblante flaqueaba de vez en cuando.

Lo obligaron a sentarse en un sillón,mientras empezaban el típico discurso de la confianza y de que debió haberles dicho dónde estaba. Ya estaba relativamente acostumbrado a ese discurso, no por parte de sus padres, sino de Tiana, que lo regañaba cada vez que se escapaba sin decirle siquiera a ella o Naveen dónde estaba y simplemente se escabullia en su casa para salir, o cuando le decía lo mal que estaba fumar o beber, en especial a su corta edad.

Pero ella no sabía cómo se sentía, sus padres no sabían cómo se sentía, sus tíos menos. Sus amigos trataban de comprenderlo, pero no lo llegaban a hacer del todo, a veces se sentía realmente solo.

---Hiccup, no puedes escaparte más así, nos preocupamos por ti, muchacho. La próxima vez dinos, no te negaremos salir (siempre y cuando sea con Junior). Entendemos que estas en tu adolescencia y no quieres sentirte encerrado, pero tu también comprendenos, estábamos asustados y preocupados...--- decía su tío, pero realmente no le prestaba tanta atención.

Al final, simplemente asintió, diciendo que no lo volvería a hacer y que estaba arrepentido, pero que de verdad había necesitado salir esa noche y pensó que no lo iban a dejar por lo que les había dicho sus padres. En parte era cierto, decirles la verdad a medias no era mentir, en lo único que mentía era en su convincente "no lo volveré a hacer" y "estoy tan arrepentido". No lo sentía en lo más mínimo.

Le preguntaron si tenía hambre y al recibir una negativa lo dejaron marchar a su horrendo cuarto.

Se dejó caer en la cama. Sus tíos no tenían ni idea de lo difícil que sería lidiar con él durante tres meses enteros, aunque tendría que comportarse como un santo por un tiempo, después de todo tenía que esforzarse un poco para que sus tíos hablaran de su buen comportamiento a sus padres y estos no lo metieran en un asqueroso internado o llevarlo con los monjes.

CampoWhere stories live. Discover now