19. Des-confianza -Parte 2

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La desconfianza es una señal de debilidad.
(Indira Gandhi)

Lewis quería sorprender esa mañana a Sergio llevándolo a desayunar en el mejor restaurante de la zona, o en caso de que estuviera demasiado crudo para levantarse, pedir servicio a la habitación y consentirlo él mismo. Cualquiera de las dos opciones era viable. Lo único que quería era pasar un buen rato con el hombre que últimamente le robaba hasta sus desvelos y olvidar todo lo que había hablado con George la noche anterior.

Mirar las fotografías que le había mandado aún le provocaban un nudo en el estómago. Le era imposible pensar que Sergio fuera de ese tipo de persona. En todos los años que llevaba conociéndolo jamás había notado algún comportamiento inapropiado de su parte. A sus ojos era una persona linda y amable, nada que ver con todo lo que estaban diciendo de él.

Sin embargo, Lewis ya había caído en la trampa de George. La pizca de duda ya se había encendido en su pecho gracias a sus chismes, pues de creer lo contrario, no habría tenido todos esos malos pensamientos de Sergio que lo habían hecho tener pesadillas. Ya estaba mayor como para andar creyendo en cotilleos sin prueba alguna, debería sentirse avergonzado, pero ahí estaba camino a su habitación solo para cerciorarse de que todo estuviera en orden después de la velada que había tenido en compañía de los españoles.

Cómo la habitación se encontraba tres pisos más arriba que la suya, tuvo que tomar el ascensor y aguardar paciente a que las puertas volvieran a abrirse. Había escuchado por ahí que esta vez le había tocado compartir piso con Nico y Alex, y él esperaba algún día tener la misma suerte que ellos para que nadie lo atrapara viajando en ascensor para visitar a su "compañero de equipo". Así podría aprovechar esos minutos de viaje en algo más productivo, como en darle un abrazo o un último beso de despedida.

Cuando las puertas del ascensor se abrieron, salió a paso tranquilo y buscó la habitación entre las múltiples puertas blancuzcas. Se sentía ansioso; no entendía por qué.

Pronto encontró la correcta. Tocó tres veces
y aguardó paciente a que Sergio le abriera. Respiró profundo. Necesitaba calmarse. Cómo la respuesta comenzó a demorar, dio tres toques más y se ajustó el reloj inteligente que llevaba en la muñeca izquierda solo para tener algo que hacer. Esta vez sí alcanzó a escuchar pasos arrastrándose al otro lado y la cerradura hizo click, así que puso su mejor cara para que Sergio no sospechara que le ocurría algo.

—¿Cómo amaneció el hombre más...?  —la sonrisa abandonó su rostro casi al instante—. ¿Carlos?

Lewis no quería creer en sus pesadillas, pero en cuanto vio a Carlos al otro lado de la puerta semidesnudo, bostezando y con la cabellera hecha un desastre, hizo que su corazón se estrujara violentamente.

Y de pronto, las palabras de George golpearon su cabeza sin piedad.

Él no era un hombre acostumbrado a perder el control de sus emociones, ni mucho menos inseguro de sí mismo, pero en esos momentos algo dentro de su mente se quebró.

—Ah, Lewis. Es bueno verte —respondió Carlos como si nada, tallándose un ojo y parándose como todo un modelo de revista. Llevaba los bóxers por debajo del hueso de la cadera, dejando muy poco a la imaginación—. Supongo que vienes a ver a Sergio.

—Ajá... —Lewis estaba atónito. En cambio, Carlos no parecía darse cuenta de su estado.

—Él se está bañando, pero supongo que no tendrá problema en que lo esperes dentro —comentó, pasándose una mano por el pelo y haciendo una mueca por la molesta luz que iluminaba el pasillo—. Amaneció sensible, pero está bien. Después de todo, fue una noche alocada.

King of the streets || Chestappen § Chewis Onde histórias criam vida. Descubra agora