24. Rumbo a la victoria

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—¡¿Acaso te volviste loco?!

Sergio cerró los ojos cuando Lewis se levantó de un salto del sofá.

—Piensa ayudarnos...

—¡Sabes bien que una persona como Max jamás va a cambiar! —exclamó Lewis enfadado sin dejar de mirarlo—. ¿No viste lo que nos acaba de hacer? ¡Míranos! ¡Casi nos arrancan la piel allá afuera por su culpa!

—Me consta que Max no tuvo nada que ver en esto —Sergio también se puso de pie para caminar hacia él—. ¡Fue su padre otra vez!

—No puedo creer que quieras exculparlo...

—No es eso... —Sergio juntó las manos a su pecho a modo de súplica—. Lewis, por favor, tienes que escucharme...

—Es que no estás entendiendo nada. ¿Acaso no te habías dado cuenta de la clase de basura que es hace unos meses? ¿No querías vengarte de él por eso?

—Sí, pero ahora las cosas son distintas —insistió Sergio—. Estar a solas estas cuatro semanas me sirvió para darme cuenta de muchas cosas. Entre ellas, que la venganza solamente me estaba consumiendo. Toto me ayudó a entenderlo también...

—¿Toto? —Lewis hizo una mueca incrédula—. A estas alturas creo que se ha vuelto loco, así que no puedes guiarte por sus consejos. Primero permite que hables con Max, nuestro enemigo, y luego va y me grita un montón de cosas acerca de haberte hecho daño. ¿A qué están jugando ustedes dos? ¡No estoy entendiendo nada!

—¡De lo de Toto no tengo idea pero tienes que creerme! —Sergio hizo caso omiso al reclamo de su jefe, pues tampoco entendía por qué lo había hecho—. ¡Jos Verstappen es el culpable en esto, no Max!

—¿Y por qué estás tan seguro? —preguntó Lewis con ambas manos sujetas a sus caderas. Cada vez estaba más desesperado—. ¿Qué te hace pensar que la mala jugada fue obra de Jos? ¡La fotografía fue publicada desde la cuenta de Max, Checo!

—Porque yo lo incité a hacerlo...

Lewis lo miró con confusión. De verdad sentía que iba a enloquecer. Primero sucedía lo de la prensa, luego la pelea en la habitación con los hombres de Red Bull junto con la reprimenda de Toto y para terminar ahí estaba Sergio, jurándole que Max era inocente en algo donde las pruebas lo apuntaban solo a él.

—¿De qué estás hablando? —preguntó mientras trataba de ignorar las terribles punzadas que estaban atacando su cabeza sin piedad. Sergio bajó la mirada unos segundos, acomodando las ideas en su cabeza para responder.

—El día que nos vimos para cenar sucedió algo, pero me dio vergüenza decírtelo porque no quería involucrarte.

—¿Qué fue lo que pasó, Sergio? —Lewis se acercó a él con el ceño fruncido—. Habla ya.

Sergio volvió a callar unos instantes, apretando sus labios en un afán de mantener sus nervios calmados, hasta que finalmente habló:

—Ese día, antes de que tú llegaras, tuve un enfrentamiento con Jos.

—¿Qué? —Lewis lo miró con sorpresa.

—No lo sé... Él simplemente apareció y comenzó a molestarme, pero digamos que yo le dije algo que no le gustó nada y desde entonces supe que se vengaría de mí de la peor forma —Sergio le dio la espalda y se cubrió el rostro ambas manos. Estaba cansado—. Fue mi culpa.

Lewis suavizó su semblante al verlo tan afectado. Sergio seguía ocultándole cosas por temor a perjudicarlo y eso no estaba bien. Más allá de que las cosas no habían funcionado entre ellos, lo quería como amigo y le dolía verlo de esa manera. Ya había sufrido bastante en el pasado como para que siguiera cargando con culpas que no le correspondían.

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