20. Enmendando los errores

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GP de Hungría. Domingo, 23 de Julio del 2023. Horas después de la carrera.

Lewis caminó de vuelta a su habitación de hotel sintiéndose como un estúpido. Sergio llevaba dos semanas enteras sin dirigirle la palabra, todo por la discusión que habían tenido después del Gran Premio de Gran Bretaña. Y, por si no fuera suficiente ese castigo, las dolorosas palabras que Sergio le había dicho aquella mañana seguían rondando en su cabeza una y otra vez:

"Fue mi maldita culpa... Lo siento tanto".

Desde un principio debió darse cuenta de que el comportamiento errático de Sergio no era correcto. Nadie podía sanar por medio de la venganza. Si bien desde el principio actuaba como un hombre confiado que lo único que deseaba era demostrarle a todos aquellos que lo habían tratado mal que era capaz de callarlos sin importarle hacer cosas que podían meterlo en serios problemas con la justicia, su mente nunca cambió completamente de chip. Solo se adaptó a sus nuevas necesidades; nunca sanó. El riesgo de una recaída siempre estuvo latente y ahora ahí estaban las consecuencias. Había vuelto a averiarse.

Frustrado, soltó un puñetazo a la pared y luego recargó la frente en ella en busca de consuelo. Ese día había actuado como un idiota pese a que horas antes le había prometido ser su amigo sin importar nada, pero el mensaje que Max le había enviado terminó por avivar la llama que llevaba consumiéndolo lentamente desde la noche anterior.

¿Así era cómo quería que Sergio confiara en él?

Golpeó nuevamente la pared, esta vez con su frente. Nunca encontró la manera correcta de acercársele. Lo besos y caricias no eran suficientes para ganarse la confianza de una persona, lo sabía bien, y él tampoco había hecho mucho para exigirle que le hablara con la verdad. Lo dejó andar a la deriva sin preguntarse realmente si estaba bien. También tenía parte de la culpa. Sergio no solo necesitaba una pareja o un amigo para recuperarse. Necesitaba ayuda profesional.


—Soy un idiota... —susurró girándose y recargando la cabeza hacia atrás para alivianarse un poco.

El yeso de la pared se había fracturado por el primer puñetazo, dejando una pequeña abolladura que no pensaba pagar. A lo lejos escuchó el arrastre de una maleta sobre la alfombra que cubría piso del hotel, pero trató de ignorarla. No tenía ganas de lidiar con miradas curiosas o de admiración en esos momentos. El ruido se detuvo de pronto y unos pasos se acercaron a él con cautela.

—¿Lewis? ¿Qué haces aquí?

Abrió los ojos al reconocer la voz de George.

—Nada... Solo estoy intentando relajarme —respondió, tallándose la frente. George, por supuesto, notó enseguida que le pasaba algo grave.

—¿Qué sucedió?

Lewis sabía que contarle sobre Sergio no era correcto, pero estaba tan agobiado que necesitaba desahogarse con alguien. Necesitaba a un amigo y George, a sus ojos, sin duda lo era.

—¿Podemos hablar un momento o ya vas de salida? —le preguntó, mirando su maleta con pesadumbre.

—No, no, está bien. Iba al lobby a perder el tiempo en lo que llegaba mi taxi, así que en teoría tengo aproximadamente una hora libre.

Eso no era cierto. George no tenía una hora libre para darse el lujo de charlar. Su taxi ya estaba esperándolo afuera para llevarlo al aeropuerto, pero presentía que Lewis quería hablar de lo que le había contado de Sergio la noche anterior.

King of the streets || Chestappen § Chewis Where stories live. Discover now