Los días que le siguieron a ese no fueron muchos, pero vivimos tantas experiencias juntos que se sintió como varios años.
Coleccionamos risas y abrazos, caminatas y muchos besos, paisajes y promesas al aire, atardeceres y te quiero, un amanecer, canciones, bailes, kilómetros, helados, cafés
Y un amor. Un amor que latió con todas sus fuerzas en el espacio de tiempo que pudo, que le permitimos, que la vida nos dejó.
Un amor que se hizo espacio ese otoño y dejó una marca imborrable para ambos.
Un amor que nos enseñó que el sentir no entiende de tiempos, si no de experiencias y latir.
Un amor que nos hizo soñar a pesar de la realidad que parecía imponerse para ambos.
Un amor que rompió estructuras y se hizo un refugio con las partes sueltas de lo que se suponía razonable y coherente, que para ninguno fue límite, porque hicimos oídos sordos y nos dejamos llevar por la magia del sentir compartido.
Un amor que fue hogar para los dos.
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Corazón de hojas (Amor de estaciones #2)
Short StoryUn joven arma su mochila y sale de su pueblo con destino a todas partes. Su único objetivo es recorrer el mundo. Una joven de la gran ciudad está viviendo su sueño de ser maestra. En esos años son muy pocas las mujeres que logran tal independencia...