Dos días después un hombre tocó a la puerta de mi casa y de pura coincidencia fui yo quien atendió.
–¿Griselda?
—Si, soy yo.
—Esta carta es para usted. Me la ha dado un joven en la estación, hace dos días. Disculpas que no he podido acercarme antes.
—Esta bien, no se preocupe. Muchas gracias.
El papel quemaba sobre mi piel.
Mi corazón se aceleró.
Aquello era como confirmar que eso que había comenzado a parecer una fantasía, un cuento de amor, un sueño, ocurrió realmente. Waldo existió en mi vida y aquella carta era la confirmación de aquel amor.
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Corazón de hojas (Amor de estaciones #2)
Short StoryUn joven arma su mochila y sale de su pueblo con destino a todas partes. Su único objetivo es recorrer el mundo. Una joven de la gran ciudad está viviendo su sueño de ser maestra. En esos años son muy pocas las mujeres que logran tal independencia...