CAPITULO|03

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03| Quisiera Saber en cual de las dos facetas lo conociste.

Existen las ganas de creer y los miedos de confiar.

NARRA ISAAC

El fuerte choque llega a mi realidad entre tanto alboroto. Las luces se pierden entre los destellos de su mirada. La claridad de mis pensamientos oscurecen ante la situación y la ansiedad queda suspendida bajo su dócil tacto.

El estruendo a mí alrededor se vuelve nada más que bulla silenciada por sus suspiros. Y su calma, es la anestesia para mis dolores.

Mi problema había sido enamorarme.

No ayudaba para ello, pero de hecho terminé enamorándome de alguien que no tenía la misma Fe que yo.

»¡No lo hagas!

»¡Te quiero!

»¡No me hagas esto!

Sus lágrimas.

Sus lamentos.

Comentarios varían entre mis alucinaciones.

Tal vez, no fue mi decisión, pero supongo que este es el fin. Aunque no todo es negativo. Cumplí mi propósito, he predicado el evangelio de mi señor Jesucristo...

5 meses atrás.

Voy rumbo a los pasillos de la universidad mientras los comentarios negativos de mis interpretaciones bíblicas son percibidos por mis tinpanos.

Han causado un revuelo que no imaginaba, incluso algunos se han acercado a Dios por ello. Una vez más, los planes del señor me tienen gratamente sorprendido y esto es lo que sostienen mis fuerzas ante todo.

Voy ajeno ante los comentarios negativos, porque sé que estos comentarios no tienen más peso que los positivos, pero detengo mis pasos al ser interrumpido por una melena risada que me es imposible ignorar.

Esta chica tropieza mi hombro y empuja con una fuerza que desconocía. Logró desequilibrar mi cuerpo y una lluvia de bocetos caen al suelo dejándome sin más remedio que tener que arrodillarme para recogerlos.

—¿Qué pasa cariño? —me obligué a forzar una sonrisa de labios cerrados. Su voz era juguetona y por ello sabía que alguien estaba cerca, u observando lo que hacíamos.

—Señorita, Juliette —dije acercando mi mano a un boceto que estaba justo al lado de ella, pero lo aparta y lo toma ella misma—, me alegra verla, pero no en estas circunstancias.

Se encogió de hombros e imitó la posición en la que yo estaba tomando como soporte mi hombro, repasando la mirada entre los bocetos y mi rostro.

—A mí sí me alegra verte.

Sus mejillas estaban a punto de explotar cuando nuestras miradas conectaron. El hoyuelo en su mejilla se acentuó y por inercia apartó un mechón que caía en su frente.

—Toda una sorpresa.

Ladeó la cabeza.

—Esa es mi característica.

Me mantuve en silencio cuando nos levantamos. 

—¿Pasa algo? —preguntó con las cejas fruncidas.

UN LLAMADO PARA VOLVER A CREER [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora