CAPITULO|18

3.6K 419 70
                                    

Las aguas podrían hundirme y no moriría, porque estoy segura de que Jesús me rescataría sin pensarlo. 

18| PERDÓN.

NARRA SARA JONES.

Mini maratón 2/2.

Respiro profundamente.

Señor, te pido que por favor me des fuerzas, allí adentro, habrá personas que me mirarán y juzgarán porque he vuelto. Sé que mi mejor amiga Katherine se acercará, ella no me dio la espalda, fui yo quien se la dio y te pido que me des la fuerza de perdón que necesito.

Te pido que seas tú el que me guíe en todo momento.

Vuelvo a respirar profundo por si necesito un poquito más de aire y me encamino hacia adentro de la iglesia. Mi nueva casa, aquí mis padres te adoraron, si me permites yo también lo haré.

He decidido traerme esa Biblia que Isaac me regaló. Hace algunos días la encontré en mi bolso. Pensé que se había perdido, pero ahí estaba. Alguien tuvo que ponerla allí, no se quien la dejo allí, pero se lo agradezco.

Barro el lugar con la mirada buscando al menos un rostro conocido. 

Hay algunas personas que no son reconocidas, cosa que no me extraña porque pasé mucho tiempo sin venir aquí. De hecho, hay muy pocos rostros conocidos. Y eso me hace sentir un poco más cómoda. Tal vez, nadie me reconozca tanto como para juzgar mis acciones.

Las paredes tienen ese mismo color, los asientos siguen tal cual los dejé, hace años.

Y las personas, hay un nuevo ambiente.

Hay nuevos instrumentos en el altar.

Y un nuevo olor en el aire. 

Todo parece estar en orden, todo avanzo en el tiempo en el que me fui. Todo cambio para bien.  

—¡Oh por Dios! —lo que sabía llega—, ¡Señor, dime que no es una alucinación! 

Un abrazo me hace desequilibrar mi cuerpo, por un momento creí que caería de bruces al suelo.  Estoy feliz de haber venido media hora antes de que el servicio empezara.

—¡Sara, volviste! —Katherine comienza a dar pequeños saltos en su eje como si hubiera perdido la cordura. No parecía que hubiéramos pasado años sin hablarnos. 

Sin vernos.

Sin siquiera tener un mínimo de intercambio de palabras.

—Eso supongo —respondí intentando corresponder su abrazo de oso.

—¡Sara volvió! —gritó con emoción—. Mi mejor amiga, volvió. 

Entrecerré los ojos tragando saliva. Ese pequeño apodo hacía que sintiera algo diferente, nostalgia, me traía recuerdos. Ella seguía siendo igual de pura, e increíble; en cambio, yo, había cambiado tanto, había pasado, por tanto... Me daba miedo contarle, tal vez, cambiaría de idea.

Aunque ella no era así, en cierto punto siempre lograba autosabotearme.

—Uno siempre vuelve al lugar en donde verdaderamente fue feliz —respondí encogiéndome de hombros. 

UN LLAMADO PARA VOLVER A CREER [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora