CAPITULO |22

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Apártate del mal, y haz el bien; Busca la paz, y síguela.

ISAAC.

Tienes el amor de Dios.

Al final del día lo único que te llena es mirarte al espejo y ver un reflejo de lo que Dios quiere que veas. Cuando sonríes estás orgulloso porque ves que lo que Dios está haciendo contigo se refleja hasta en tu mirada. No se compara a nada, ni a ninguna otra sensación. 

La plenitud y ese vacío que antes tenías rebasa hasta derramarse en abundancia. Lo único que te importa es que tienes un propósito, es que tienes un mensaje que compartir, tienes la misión de rescatar almas, tienes la necesidad de que otras personas amen a Jesús, tanto como tu lo amas.

Los errores del pasado quedan sepultados y en el momento que El espíritu Santo te bautiza con fuego, entiendes que no hay pecado cometido en el pasado que te haga volver al lugar del que Dios te sacó. No hay barrera que te impida adorarle, El padre las quebranta todas. 

Se sientes esa liberación, se va esa atadura. Ese sentimiento de culpa y de temor, se disipa. Pero al mismo tiempo su apoyo y amor, consejos y guía es lo que te ayuda a seguir. Él es perfecto. No hay otra palabra que lo describa.

No necesitas depender de nadie.

De una forma u otra forma, Dios estará en todo momento. Estará en el aire que respiramos, en los atardeceres que vemos. En el amor que compartimos, en las palabras de salvación. En las esperanzas que renacen y en las lumbreras del día y de la noche. 

Estará en cada acción que haga la naturaleza y en cada lluvia que caiga en nuestras cabezas. Incluso en las cosas que aparentan ser pequeñas. 

Cómo las sonrisas.

El accionar con amor. 

En ayudar a alguien más. 

En las flores del campo y en medio de la adversidad.

Él es el único que aún quedará, siempre, y eternamente: El padre, Él hijo, y Él espíritu Santo.

Nunca se irán.

Permanezca el amor fraternal.

Hebreos‬ ‭13:1‬

SARA.

Somos como nada.

Somos todo, a la vez.

Sentimos tanto, como dejamos de hacerlo.

Entre miles de personas, seguimos siendo un dardo. Somos como las cosas que se acaban sin retorno. Aparentamos lo que siempre quisimos tener y anhelamos lo que otras personas, en su momento, no valoraron tener. 

Al mismo tiempo brillamos más que las estrellas, valemos más que el mundo,  somos más importantes que la galaxia. Y brillamos más que las lumbreras creadas por Dios. 

Somos como la marea, y pertenecemos a las tormentas de una lluvia tempestuosa. Somos como ese viento refrescante y sentimos, como un huracán en medio de la adversidad. Somos como las mentiras que decimos y queremos, como queremos, que nos quieran.

‭‭1 Corintios‬ ‭13:4‬,5,6,7

El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece;

UN LLAMADO PARA VOLVER A CREER [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora