CAPITULO|05

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[Depresión con síntomas psicóticos]

Algo me está asfixiando y mi Dios está permitiendo que me mate.

05| Dejen de atormentarme.

NARRA JULIETTE

»Maldícelo

La sensación es tan aterradora que no siento poder resistir ante tanta presión. 

Niego y miro el espejo del cuarto de baño. Todavía me duele la entrepierna, estoy asustada y con muchas náuseas.  He salido corriendo de su cuarto y no me había dado cuenta de que he entrado a la boca del lobo. 

Casi suelto un gemido de lamentación. 

Solo... 

—Solo quería alejarme —sollocé con dolor.  

¿Dónde estaba mi tía?

¿Dónde estaba mi tío?

¿Dónde estaba mi familia?

¿Dónde está mi Dios?

Tenía que haber corrido más duró. 

Por medio del espejo veo que hay oscuridad y una luz fluorescente que al parecer estaba a punto de explotar, porque de la nada y cuando menos me lo espero, comienza a titilar, muy lentamente.

Eso de alguna forma aumenta mucho más, mi miedo.

»Regresará a tí.

»Maldice a quién te dejó sola, en todo esto.

Sabía a quién se refería, pero no quería fallarle, no podía hacerlo. Esa voz en mi mente no se callaba y comenzaba a ser agobiante. Mi problema de ansiedad me estaba atormentando, de hecho, está martillando mi mente salvajemente y estoy al borde de la locura por no saber qué hacer. 

Quiero gritar, quiero llorar, quiero sentirme libre. Quiero ver a mis padres. Quiero volver a ser pequeña y dejar de sentir. Dejar de vivir.

—Mamá quiere a Dios, porque él nunca la dejó sola. 

Solté una carcajada y mordisqueé el dedo de mi mamá dejándolo lleno de saliva. 

—¿A mí tampolo me detala shola? —mis palabras eran irreconocibles, pero ella entendió perfectamente. 

Siempre lo hacía.

—Eres su angelito, siempre estará contigo. 

Siempre estará conmigo.

Siempre estaré con él.

Siento que si hago eso, que mi mente quiere que haga voy a estar peor, viviré con la culpa. Los pensamientos serán mucho más difíciles de sobrellevar y mi carga será mucho peor. 

Sé que mi Dios no es un Dios de maldición, él me bendice... Él me bendice, no puedo fallarle, no puedo hacerlo.

»Nada de esto es su culpa. 

»Sí, es su culpa. 

Son dos voces. 

La del bien y la del mal. 

Por más que me esfuerzo, la del mal, no deja de insistir. 

Quiere quebrarme y lo está consiguiendo.

Pero es tan persistente...

No puedo alejarla...

»Hazlo, Él nunca te saca de tus problemas. 

No puedo. 

No puedo. 

No puedo. 

Él confía en mí; y yo confío en él...

Un toque en la puerta.

Los latidos de mi corazón comenzaron a acelerarse y el miedo a incrementarse de una manera peligrosa. Sabía que estaba a punto de volver nuevamente a su juego y yo no quería. Ya no tenía fuerzas para soportarlo.

Era él.

Miré al rincón oscuro de la habitación y con la ilusión de que no pudiera alcanzarme, entré allí, aun sabiendo que en ese lugar era mucho más probable, él me encontraría. Siempre lo hacía.  

De un portazo la puerta del baño se abrió y el señor que tenía tocándome sin que mi tía viera desde hace más de dos años; entró por la puerta silbando como si esto fuera algún juego para él. 

Para mí parecía la muerte en vida.

—¿Dónde estás? —preguntó y mis manos estaban temblando, mi corazón estaba completamente acelerado. 

Podía ver una sombra que comenzaba a acercarse hacia mí y nuevamente acudí a Dios. Yo cerré los ojos y comencé a repetir el salmo 103,1. 

»Bendice o alma mía a Jehová, y bendiga todo mi ser, su santo nombre. 

Lo dije una y otra vez hasta que el miedo disminuyó.

Abrí los ojos.

Había olvidado que: él estaba aquí.

Parecía todo tan aterrador que mis piernas querían fallecer, el miedo en mi rostro era inigualable, estaba reflejado tal cual lo estaba sintiendo.

Cuando su mano iba a alcanzarme logré escabullirme lo más lejos que pude de él y salí corriendo cerrando la puerta tal cual él lo había hecho. Eso me daría tiempo de poder huir. 

Y lo hice hasta que su mano tomó mi brazo y me frenó sonriendo ladeadamente para de un tirón acercarme a él. Como si fuera su marioneta, como si no valiera nada, como si solo fuera un juego en el que la única que perdería sería yo. 

—¿Qué te dije acerca de correr?...

Me desperté de golpe. 

La temperatura estaba demasiado baja. Estaba completamente empapada de sudor. Las sábanas se ceñían a mis caderas y mi cabello se pegaba a mi frente. 

Odiaba soñar. 

Podía sentir el miedo.

La necesidad.

La angustia...

Y mi dependencia.

Ese era el método que me recordaba una de mis peores desgracias. 

★★★

Nuevo capítulo ✨💗

Dios los bendiga ❤️‍🔥

Mariana V.

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UN LLAMADO PARA VOLVER A CREER [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora