CAPITULO|23

2.8K 365 77
                                    

Hubo desierto, pero ahora es más que vencido por Cristo.

23| Lo llenó todo.

NARRA SARA JONES


Sin importar nada de lo que tengo a mi alrededor, no puedo dejar de pensar en Él. Hay tantas personas, tantos gritos y aplausos para Dios que yo solo podía guiarme por su voz.

Aunque haya cosas materiales que quieran aparentar ser más importantes, no podría comparar todo lo que he vivido con Dios. Cuando estaba en mi peor momento él me miró. En ese momento entendí que nada podría hacerme perder mi enfoque. Aunque tenía todo en mi contra, siguió dándome su perdón.

Y no lo merecía, no merecía que estuviera ahí para mí.

Cuando estaba tan lejos de todo hasta de mí misma. Cuando estaba perdiendo mi vida, escuché la voz de Dios en el silencio de mi corazón. Hace poco no podía entender que él solo quería esperar por mí. Me alejé tantas veces, intenté huir de su propósito conmigo. Dije una y otra vez que no, pero aunque yo tiraba la toalla, Dios la levantaba por mí.

Delante de todas estas personas, no puedo ser nadie. No tengo el derecho, desde el momento en que puse un pie en este escenario, Dios tomó el control de todo. Él está aquí. Puedo sentirlo, en cada acordé, en cada partícula y escala.

—Bienvenidos —dije pausadamente, acomodando mi audífono. Desde que llegué a este lugar y sentí la precedencia de Dios, entendí, que esto era lo que quería para toda mi vida.

—Esta noche está dedicada para nuestro salvador —levanté la mirada hacia el público—. ¿Qué tal si le damos un aplauso que se escuche de aquí al cielo?

Los aplausos retumban el lugar y al sentir la voz del Santo espíritu de Dios, entendía que todo el que había llegado con ataduras, saldría envuelto por el manto de Jesús.

Juego con una tecla de piano y muerdo el interior de mi mejilla. Estaba un poco nerviosa.

Miro de un lado a otro sin poderme creer que todo esto estaba pasando en estos momentos y que incluso yo lo estaba viviendo con Él. 

—Nunca creí que estaría aquí, rodeada de todos ustedes —dije con sinceridad—. Nunca imaginé vivir las cosas que actualmente estoy viviendo y jamás imaginé que mi vida daría un cambio tan drástico. —el silencio se esparció por el espacio y lo único que se podía escuchar era mi voz suave y relajada, dejándose guiar por mi testimonio.

Antes no imaginaba lo liberador que sería. 

—Llegó borrando cada uno de mis miedos y nunca me recordó todas mis fallas. Limpió cada suciedad de mi corazón, borró todo el vacío en mi corazón y lo dejó purificado.

»Creí que no tenía valor.

»Que no tenía nada que ofrecer.

»Que estaba perdida.

»Que todos mis esfuerzos eran nulos.

»Lo único que necesitaba era acabar con mi vida.

—No tenía fuerzas para hacer nada, era un dolor tras otro, un golpe tras otro. Una perdida tras otra, una traición y una separación dolorosa, pero sé que al final todo tenía un propósito. En nuestras vidas llegamos a pensar que tenemos el corazón en Cristo, que tenemos sus metas y un objetivo. Pero criticamos, se nos crece el ego, queremos humillar y doblegar a otras personas, delante de nosotros.

UN LLAMADO PARA VOLVER A CREER [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora