| Capítulo 18 |

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GISELLE

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GISELLE

Los parpados me pesaban, cada que pestañeaba me costaba más volverlos a abrir, era capaz de quedarme dormida en cualquier momento, en cualquier sitio, pero el pendiente con Ethan me mantenía levemente cuerda. Me había pedido una respuesta, y yo la había pensado demasiado que no había descansado bien. Sacudí la cabeza, intenté despabilarme y entré a mi salón, revisé con rapidez el aula, como era de esperarse, los gemelos aun no estaban ahí. Tomé sitio en mi mesa, colgué mi mochila en el gancho a un costado y luego acuné mi cara entre mis manos, disponiéndome a esperar haciéndome algunos masajes.

Al cabo de unos segundos se me escapó un bostezo, el tercero desde que llegué al colegio. Solté un suspiró exhausto y mejor me acomodé en la mesa, cruzando mis brazos y utilizándolos como almohada. Cerré los ojos, manteniéndome al tanto del murmullo a mi alrededor y esperando escuchar pronto el sonido de la campana para que los gemelos cruzaran la puerta, porque descansar, aunque fuera solo por unos minutos, me reconfortaba.

Ethan no había tomado en consideración que su noticia en la madrugada iba a dejarme totalmente pensativa, indecisa, emocionada y nerviosa, y es que, a consecuencia de ello, estuve reflexionando durante horas, mirando solo el techo de mi habitación mientras me debatía qué debía hacer y qué no. Luego, en algún momento simplemente desperté por la alarma sin recordar el momento en que me había quedado dormida, pero curiosamente, teniendo bien presente que pensar que era una mala idea fue lo último que hice.

Escondí la cabeza entre mis brazos, preparándome mentalmente para rechazar la oferta y cargar con la desilusión y el peso de todo el esfuerzo que hicieron para darme ese fin de semana. Pero es que mi subconsciente continuaba repitiéndome que no podía ir, que no podía darme el lujo de acceder sin detenerme a pensar en todo lo que podría salir mal: en qué pasaría si mis padres se enteraban del viaje esporádico junto a los Macallister y no volvían a confiar en mí. Porque pedir permiso definitivamente no era una opción, y tampoco me sentía lista para mencionarles mi amistad y algo más con uno de ellos, mi padre se volvería loco, y en esta ocasión, apostaba que mamá también. No, definitivamente no iba a tomar riesgos, solo así iba a respetar la confianza que mis padres ponían en mí, y también evitaba meter en problemas a los gemelos. Mi respuesta estaba clara, y me carcomían los nervios por su reacción.

De repente, mi descanso se vio interrumpido por la presencia femenina a mi costado, su aroma dulce a durazno impregnó el aire a mi alrededor y me hizo levantar la cabeza para mirar.

—Hola —saludó Selena, su precioso peinado de dos moños llevándose mi atención y trayéndome a la mente lo desordenado que debía verse mi cabello suelto en ese momento.

—Hola —sonreí, o eso intenté.

Una ligera y debo decir sincera mueca desconcertante, se dibujó en su rostro.

—Giselle, ¿dormiste bien? —preguntó, señalando tímidamente con el índice las imperfecciones de mi rostro.

Parpadeé tres veces, sintiéndome como un monstruo horrendo. Debía tener un aspecto verdaderamente horrible con los inusuales círculos grises bajo mis ojos y la mirada de borracha, pero es que, al despertarme, no pude evitar aplazar la alarma cinco minutos más después de los cinco minutos que por ley siempre corresponden... y luego quizás otros quince, quedándome sin tiempo para arreglar mi rostro o peinarme. Aun así, verifiqué no verme tan mal antes de salir de casa. Todo este tiempo pensé que estaba bien, hasta que Selena reaccionó como si hubiera visto un maldito zombi.

Gemelos Macallister [ACTUALIZANDO] +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora