| Capítulo 20 |

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GISELLE

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GISELLE

Giré en la cama, enroscándome entre las sábanas como si fuera un burrito, deseando disfrutar unos minutos más en la deliciosa comodidad de este colchón. Porque a pesar de que me sentía completamente descansada y mi cabello pegado a mi mejilla demostraba lo rico que había dormido, aún persistía el deseo de continuar durmiendo.

Mantuve los ojos cerrados, siendo un poco consciente de cómo mi respiración se fue haciendo más profunda, esperaba dormir unos minutos más sin importar qué hora era. Sin embargo, el mundo parecía conspirar en mi contra esa mañana. Un golpe en la puerta me sobresaltó, haciéndome abrir los ojos de golpe y recordar dónde me encontraba: el hotel de los Macallister. «Ethan», fue el primer pensamiento que me arrasó, haciéndome actuar. Regresé girando en la cama hacia el otro lado para desenrollarme. Al llegar al borde, me levanté de un salto, apoyando mis pies descalzos en el suelo mientras apartaba mi cabello duro de la cara con las manos.

«Mierda, que no me vea así». Pensé, pero el golpeteo en la puerta no se repitió, haciendo que dudara si realmente había ocurrido. Quizás fue solo producto de mi ima... un momento.

No fue hasta ese instante que tuve tiempo para sentir el camisón de seda que llevaba puesto. Mis ojos se abrieron con algo de pánico y mis manos tocaron mi pecho, asegurándome de tener puesto el sostén. Solté un suspiro de alivio al encontrar todo en orden bajo la suave tela, aunque la incertidumbre de no recordar el momento en que había llegado a la habitación me ocasionó confusión. ¿Me había cambiado sola o con ayuda?

Dos nuevos golpes en la puerta interrumpieron mis pensamientos. Regresé a la cama, sentándome y agarrando las sábanas para cubrirme con torpeza.

—Adelante.

El pomo de la puerta giró y luego el rostro de Yurina se asomó. Mis cejas se alzaron con sorpresa y mi mano desistió de mantener las sábanas cubriéndome.

—¿Hace mucho que despertaste? —Entró y cerró la puerta tras de ella, la recorrí con la mirada, notando su ropa nueva: unos jeans ajustados y un suéter gris de marca.

—No en realidad —respondí, sintiendo una molesta sequedad en la garganta. Intenté tragar saliva mientras escaneaba la habitación en busca de botellas de agua.

Yurina captó mi necesidad y se dirigió rápidamente al mini refrigerador que había localizado. Lo abrió y tomó algo con seguridad antes de girarse y acercarse a mi lado de la cama. Destapó la botella y me la extendió.

—Gracias —murmuré antes de aceptarla y llevarla a mis labios. Yurina aguardó pacientemente mientras bebía, tomando asiento frente a mí. Después de unos segundos bajé la botella y la asiática me ofreció la tapa para sellarla.

—¿Mejor?

Asentí, acariciando mi garganta.

—Mucho mejor —afirmé, experimentando un ligero alivio, aunque todavía se sentía extraño y feo. La cabeza también me comenzaba a palpitar. Beber y despertar con resaca era horrible; no estaba nada acostumbrada debido a mi padecimiento, pero estaba segura de que así de mal o peor se sentía la gente luego de tomar. Segura de que pasaría, decidí ignorarlo y centrarme en descubrir qué demonios estaba haciendo mi amiga aquí—. Estás aquí —señalé lo evidente.

Gemelos Macallister [ACTUALIZANDO] +18Where stories live. Discover now