Diferentes...

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Soy Legger, me gusta escribir 🥲🔪.
Déjame una estrellita y un comentario pa que nos riamos todos.
Los amo chandosos.

6:00 A.M
Aziraphel entro a su salón de clases, siempre tan callado, con la cabeza gacha, se  había despertado un poco tarde por lo que no había alcanzado a secarse el cabello adecuadamente haciendo que sus rizos  color blanco cayeran sobre su frente.

Diecisiete años, piel lechosa y una mente verdaderamente especial.

Si alguno de sus compañeros le prestará un poco de atención seguramente dirían que el muchacho de último grado de secundaria tenía el aspecto de un verdadero ángel.

Sacó su cuaderno de física, y lo posicionó sobre el pupitre. En lugar de que el aburrido maestro Uriel enterará en el aula robándose las miradas de todos, el director había ocupado su lugar. - Jóvenes, hoy su maestro Uriel ha presentado su carta de renuncia. La razón es anónima, por lo tanto quería presentarles a su nuevo maestro.

Luego de esto, un hombre de unos treinta y tantos entro al aula, era jodidamente atractivo, estaba vestido de corbata con las mangas remangadas dejando ver sus velludos brazos.
- Buenos días - ¡Por Dios su voz era intensa y ronca!, Azira sintió como se le pusieron los pelos de punta.
El director se despidió con afán y salió del cuarto dejándolos con el hombre de cabellos rojos.
- Bien, dejaré las cosas bastante claras. - Empezó a caminar por las filas, observando a todos los estudiantes. El pelo blanco de Aziraphel lo hacía resaltar, tomándole gran interés al nuevo maestro- Niño, ¿Como te llamas?
¿Por que a mí? ¿Por que me habla a mi? - Pensó inquieto - Soy soy Azira... Aziraphel - Titubeó.
- Soy soy soy raro - Lo remedo otro compañero tratando de hacerse el gracioso haciendo que la clase se riera de Phel.
- ¡Silencio!- Sentenció el maestro. - Aziraphel, no me agradan los estudiantes que se tintan el pelo.
- No... no es teñido... Nací nací así. - De nuevo el tartamudeo, era cierto que era tímido pero este hombre lo ponía increíblemente tenso.

Ante la respuesta del muchacho la curiosidad de Crowley despertó pero no por eso le daría más atención, era otro estudiante y punto.
- Bien, habrán sus libros en la página 3 hablaremos de física cuántica. - Dictaminó sumiendose completamente en la clase.

A la hora del almuerzo, Aziraphel solía sentarse solo, no era de muchos amigos... Ninguno para ser sincero, al otro lado del comedor se encontraba Crowley también comiendo solo, era su primer día, no conocía a sus compañeros aún.
Mientras el ruloso jugueteaba con el puré de papa en su plato dos estudiantes más, le tiraron una charola llena de comida sobre la cabeza ganándose la risa de todo el comedor.
Phel tenía los ojos llorosos mientras se mantenía inmóvil, Crowley lo había presenciado todo y se acercó a el, poniendo orden en la sala.
- Ustedes dos a dirección y si el resto no quiere acompañarlos se callaran en este instante- Ordenó tomando a Aziraphel por el hombro - Ven, vamos a limpiarte.
Aziraphel quería lanzarse a los brazos del maestro pero se reprimió. Ambos entraron al baño de hombres donde Crowley con un poco de agua le limpió el puré de papá del cabello. - ¿Es la primera vez? - Musitó en pregunta.
- No... De verdad no tiene que hacer esto - Se alejó del profesor pues sentía un cosquilleo en su entrepierna y la humillación lo haría llorar pronto.
El ángel salió corriendo del baño y mientras miraba el suelo siguió el día en silencio.
Llegó a su casa y los problemas lo abrumaron, haciendolo llorar y gritar contra la almohada... Salió de casa, dispuesto a ir a donde sea que estuviera lejos.
Caminando por la calle con nada más que una sudadera para el frío la suerte le sonrió y encontró a su maestro aparentemente discutiendo con sus plantas.
- ¿Eso es una mancha? - Era un sujeto raro.
- ¿Maestro Crowley?- Le llamó, el hombre se dio vuelta viendo al ruloso - Soy Aziraphel.
- Niño, ¿Que tal?
- Bien... Gracias - Se había concentrado tanto en hablarle que no había notado su vestimenta, usaba un pantalón vaquero y una camisa ajustada de color morado que hacía que su cuerpo se marcará.
No había notado que se le había quedado viendo fijamente, que imprudente de su parte.
- Niño, ¿todo bien? - Lo despertó su llamada.
- Si... Si señor, disculpe no quería ser grosero.
- ¿Okay? ¿Puedo ayudarte en algo?
Aziraphel no tenía planeado alejarse de él.
No quería que se fuera a si que le mintió.- Si no le molesta podría darme una clase extra...
- ¿De física? Pero si eres excelente en física, vi tus notas.
- No... - Maldita sea, claro que era excelente en física. - ¿Usted es casado? - ¿Pero que demonios te pasa, imbécil? Como le vas a preguntar eso.
- No... No lo soy ¿Por que?
- Disculpe... Yo yo... - Aziraphel empezó a rascarse las manos muy fuerte, haciéndose daño sin notarlo. También empezó a sudar mucho.
- Aziraphel, - Lo llamo acercándose al chico- Deja de hacer eso, te estás lastimando - Le tomo las manos y las obsevo, estaban rojas y arañadas pero originalmente eran muy blancas y suaves.- Ven, pasa. Te curare.
- Estoy bien, me lo hago seguido. No me duele.
- Te dije que vinieras conmigo - Le ordenó con un tono fuerte, que excito al ángel.
Aziraphel lo siguió hasta dentro de la casa, la razón podria abandonarlo en cualquier momento y le preocupaba lanzarse a los brazos de ese hombre que lo tenía tan loco como una cabra.

La casa era bastante grande, muy grande para un hombre que vive solo. El rojo, blanco y negro pintaban el lugar.
Crowley sacó unas bandas de un estante en la cocina, el peli blanco jamás había visto una cocina tan limpia y ordenada.
- ¿Puedes darme tus manos? - Le pregunto educadamente.
Aziraphel lo sintió más como una orden que obedecería de inmediato, las manos frías de su maestro estaban jugando con su anatomía.
Este aplicó un desinfectante que le hizo arder las manos.
- Auch - Se quejó.
- No es mi intención lastimarte, pero debes dejar de autolesionarte.
- No me autolesiono... Ni siquiera noto cuándo me lastimo.
- ¿Tus papas no te han llevado a un médico? Puede ser ansiedad...
Cuando pronunció estás palabras miró a Aziraphel a los ojos y quedó prendido a esa mirada... Sus ojos eran tan... Ahora el que estaba mirando imprudentemente era el.

Caprichoso.Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora