Risueñor

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(aviso ⚠️⚠️: no pago terapias, se está acercando el final y sobretodo tienen estrictamente prohibido culparme de cualquier daño a su estabilidad emocional porque si están aquí es porque no tienen entonces no puedo dañar algo que no existe)

El pelirrojo trataba de respirar mientras caminaba por las calles casi desoladas.

Pasó por un restaurante de comida callejera donde resonaba a todo volumen la canción "Olvídala" de Binomio de Oro.

Y para colmo empezó a lloviznar.

"¡¿Qué tienes contra mí?!" Gritó mirando al cielo.

Una notificación llegó a su celular, incluso tuvo miedo de mirar, hoy todo le salía mal... Pero se arriesgó.

Mala idea.

"¡Maldita sea! Lo que faltaba." Tiró su teléfono contra el suelo y escondió las manos en sus bolsillos.

¡Tavella había salido del cuarteto de Nos! (¡YA TAVELLA YA! 😭😭)

Siguió caminando a través del parque, las gotas caían sobre su espalda.

Ya no existía una flor con color, ya no se escuchaba ni un ruiseñor, ¿de verdad había algo peor?

Alzó la mirada y escudriñó su entorno en busca de algo que ni siquiera sabía qué era, pero solo divisó a un adolescente de unos 17 años, resguardado bajo un árbol, mientras inhalaba el humo de los mismos cigarrillos que él solía fumar. Esta visión lo llevó a reflexionar profundamente, recordando sus propias experiencias: estar solo, bajo la lluvia, sin atención, y gradualmente cayendo en la trampa de la adicción. Decidió apartar esos pensamientos, sacudiendo todos los problemas de su mente, y se acercó al joven.

Con cada paso, el sonido de la lluvia golpeando las hojas del árbol y el aroma a tierra mojada lo envolvían. Se acercó al joven, consciente de que tal vez su intervención podría marcar la diferencia.

Alguien se lo había dicho hace algún tiempo 'sabía que en el fondo eras una criatura gentil'.

Aunque en ese momento no reaccionó bien, si de algo estaba seguro era que era malo siendo malo y que aunque su rol era ser el demonio de la trama, hacer un pequeño cambio en una escena secundaria tal vez aliviaría sus pensamientos.

El joven lo miró con sorpresa al acercarse, pero pronto sus miradas se encontraron en un silencioso entendimiento. Sin decir una palabra, extendió la mano ofreciéndole un cigarrillo. Con un gesto de rechazo, sacudió la cabeza.

"¿Cómo te llamas?" Preguntó el pelirrojo.

"¿Por qué debería darle mi nombre? ¿Es policía?" Respondió el joven.

"Solo era curiosidad..."

"Érick" murmuró finalmente.

"¿No crees que eres algo joven para fumar?" cuestionó el pelirrojo.

"No quiero ser grosero, señor, pero eso no es de su incumbencia" replicó Érick.

Crowley intervino, retirándole el cigarrillo de la boca y arrojándolo al suelo.

"¿Qué te pasa?" exclamó Érick.

"¿Quieres tener un hoyo en los pulmones algún día? Te aseguro que no es divertido" advirtió Crowley.

"Ese es mi problema, no suyo" rebatió Érick.

"Eres bastante desagradecido. Puedes respirar perfectamente. ¿Sabes cuántos chicos sufren de enfermedades pulmonares?" continuó Crowley.

"La verdad no me importa y a usted tampoco debería importarle" contestó Érick con desdén.

"Tal vez tienes razón..." Le sonrió "pero ¿cómo te ves en unos años? ¿Graduado de una de las más prestigiosas universidades o viviendo de lo que te dan tus padres?"

...

Aziraphel se encontraba en el baño quitándose todo el tinte negro del cabello. Ahora se veía exactamente igual que antes.

Había hablado algo con sus padres, Diosdado se había comportado de una manera menos escéptica y su madre había incluso olvidado por unos segundos los inconvenientes de los días previos.

Envió la carta de aceptación a la universidad luego de ducharse mientras su mamá la ayudaba con las maletas. Pues quería salir del país lo más pronto posible, quería dejar atrás todos estos problemas y empezar a hacer una diferencia en su vida.

Sin embargo, mentiría si dijera que Crowley no estaba en cada uno de sus pensamientos y que en cada paso que daba para acercarse más a su sueño era más doloroso el pisar.

Había tomado una decisión, ¿era lo mejor para él, verdad?...

Su decisión había sido irse sin notificar a Crowley.

Había intentado que fuera con él, pero solo terminó en una pelea. ¿Para qué seguirlo intentando? Él no iba a cambiar ni siquiera por Aziraphel... ¿Verdad?

En menos de una semana cumpliría los 18 y por algún extraño motivo la universidad también lo quería allá en la mayor brevedad posible... Algo extraño pues normalmente tenían como requisito ya ser mayor de edad.

...

"Nada de lo que te diga te va a hacer cambiar de opinión, ¿no?" Le preguntó... A Érick.

"Todos me dicen que soy un caso perdido" le confesó.

"¿Entonces quieres ser más que esto?"

"Hay una chica..."

"Lo que menos quiero escuchar son problemas románticos"

"Es que si no es por ella, la verdad, no quiero cambiar lo que soy" susurró.

Crowley tragó saliva. "¿Quieres cambiar por otra persona?"

"Quiero ser mejor para ella. Tal vez así podría tan solo acercarme un poco sin darme vergüenza de lo que soy... Y de lo poco que la merezco."

"¿Y por qué no le hablas de lo que sientes?" Se sentía como todo un psicólogo. Aunque extrañamente el que necesitaba un psicólogo era él mismo.

"¿Y si no me acepta? ¿Y si me rechaza? ¿Y si ella también sabe que no soy lo suficiente para ella? Yo soy tan... Y ella es tan... ¿Cómo le explico? Somos de diferentes bandos... Demasiado diferentes..."

"Entiendo tus temores, Érick. Pero nunca sabrás qué puede pasar si no te arriesgas", dijo Crowley con calma, buscando conectar con el joven de alguna manera.

Érick frunció el ceño, visiblemente frustrado. "Pero, ¿cómo puedo cambiar algo tan arraigado en mí? ¿Cómo puedo ser lo que ella merece?"

Caprichoso.Where stories live. Discover now