Dos Almas

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Capitulo corto.

Aziraphel se encontraba sentado en el andén cercano a la casa de Gabriel, mientras la lluvia golpeaba con fuerza. La soledad lo envolvía, y se preguntaba si así sería su vida ahora.

En la morada de Crowley, el ambiente estaba tenso y cargado. Estresado, Crowley se debatía entre sus propios pensamientos. La dolencia se reflejaba en su mirada, mientras las sombras de la incertidumbre se extendían en su hogar.

Aziraphel, mojado por la lluvia persistente, se dejaba envolver por la melancolía del momento. Las gotas resbalaban por su rostro mientras reflexionaba sobre los cambios inesperados que la vida le había presentado.

Mientras tanto, en la penumbra de su hogar, Crowley lidiaba con un tormento interno. La sala reflejaba su desasosiego, con objetos fuera de lugar y un aire denso. Las paredes parecían susurrar sobre las complejidades de las decisiones tomadas y las conexiones perdidas.

Ambos, en mundos separados por la distancia y las circunstancias, compartían la carga de un cambio que resonaría en sus existencias. En medio de la lluvia y la tensión, sus destinos se entrelazaban de manera silenciosa, como las sombras que se deslizaban por las paredes de la noche.

Aziraphel se resistía a considerar a Crowley como una opción para brindarle ayuda, consciente de las complicaciones y desafíos que podrían surgir. La lluvia seguía su curso mientras él se debatía internamente, sin estar seguro de cómo afrontar los cambios que se avecinaban en su vida.

Mientras tanto, en la morada de Crowley, la falta de conocimiento sobre la situación de su pequeño novio le pesaba. Las paredes cargadas de tensión no revelaban el dilema que Aziraphel enfrentaba. Crowley, ajeno a las preocupaciones del otro, se sumía en su propia espiral de inquietud, sin sospechar la tormenta emocional que se desataba a su alrededor. Dos almas conectadas, pero separadas por la ignorancia de los sentimientos y desafíos del otro.

Aziraphel se encontraba en una situación inimaginable: pasar la noche solo, en la calle, bajo la lluvia implacable. Su enfermedad en la piel se manifestaba con dolor cada vez que una gota golpeaba su piel ya sensible. La noche parecía extenderse infinitamente, y él se hallaba en medio de una tormenta interna y externa.

Mientras tanto, Crowley, sin conocer la difícil situación de Aziraphel, había salido en el Bentley en busca de una distracción en un bar. Buscaba refugio temporal, intentando alejarse del sufrimiento que sentía en su interior. Dos almas, cada una enfrentando sus propias tormentas, ajenas a las luchas del otro, separadas por la cruel paradoja de la incomunicación.

Aziraphel se refugió como un vagabundo bajo el techo de una casa, ajeno a su verdadera propiedad. La noche transcurrió mientras él intentaba resguardarse de la lluvia, enfrentando la adversidad con la dignidad de quien, a pesar de todo, sigue siendo un ángel.

Mientras tanto, la noche de Crowley tomó un giro oscuro. Drogrado por una bebida adulterada que le robaron, se encontró perdido y desorientado en un basurero. La oscuridad de la noche era su única compañía, sumido en un estado lamentable a raíz de la traición sufrida. Dos existencias, separadas por circunstancias adversas, continuaban sus trayectorias individuales en medio de la noche implacable.

Aziraphel despertó confundido al sentir los primeros rayos del sol, incapaz de recordar cómo había pasado la noche. Resfriado y desorientado, se sentó en el andén, decidido a no pasar otra noche en la calle. Consideró regresar a la casa de Gabriel, pero al acercarse, avistó a un pelirrojo más alto y furioso que no era Crowley.

La figura enfurecida resultó ser Sebastián, quien buscaba a su hija y se encontraba igualmente rechazado por los criados. Con desprecio, reconoció a Aziraphel, lo movió con el pie para comprobar si aún respiraba y, con un bufido cansado, se marchó.

Sebastián, tras un breve momento, reconsideró su decisión y regresó. Observó a Aziraphel con desdén, moviéndolo con el pie para confirmar si seguía con vida. Con un bufido de cansancio, decidió quedarse, visiblemente molesto por la situación.

Sebastián, con tono despectivo, recriminó a Aziraphel por no buscar ayuda en el hombre que lo amaba. Aunque le molestaba, reconoció el valor demostrado en el enfrentamiento anterior, lo cual le ganó un mínimo de respeto. Ante la solicitud de ayuda, accedió a "hablar" con los padres de Aziraphel, pero no sin dejar claro su escepticismo.

Aziraphel, agradecido pero resignado, explicó la difícil situación familiar marcada por la homofobia y la intolerancia de sus padres, quienes, siendo católicos fervientes, no aceptaban su orientación sexual.

La intriga se apoderó de Sebastián, quien, en un momento de reflexión, recordó su encuentro con Diosdado. Mientras maquinaba un plan siniestro para utilizar la información que poseía sobre ese misterioso individuo, se relamió los labios con una malévola anticipación de lo que estaba por venir.

Caprichoso.Where stories live. Discover now