Sleeping

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Ok, Ok ya se que me perdí durante mucho tiempo... Estaba esperando que mi último capítulo llegará a las 200 visualizaciones y eso ya pasó...( La verdad es que me da miedo escribir el final)

Aquí esta su capítulo chandosos...
😭😭

Aziraphel miraba a su alrededor con meticulosidad, observando cada rincón de su pequeña habitación. Con una serenidad propia de un ángel, comenzó a reunir sus pertenencias para su próximo viaje al aeropuerto. Con una calma casi celestial, recogió su maleta de cuero marrón, cuidadosamente colocando en su interior cada artículo con precisión y orden divinos.

Primero, tomó sus prendas de vestir, doblándolas con una perfección casi sobrenatural. Cada camisa (casi todas pertenecientes en primer lugar a Crowley), cada pantalón (que fue capaz de quedarse con él) , cada par de calcetines (Uno suyo y el otro de él) fue colocado en la maleta con una atención meticulosa, como si estuviera arreglando las estrellas en el cielo nocturno.

Luego, procedió a seleccionar sus artículos de aseo personal, con una selección digna de un ser organizado. Botellas de champú y acondicionador, cuidadosamente alineadas junto a su cepillo de dientes y pasta dental, como si estuvieran dispuestas en un altar sagrado.

Sus documentos y objetos de valor fueron colocados en un estuche de cuero negro, protegidos como reliquias sagradas. Cada pasaporte, tarjeta de embarque y billete de avión fue inspeccionado con un cuidado que solo un ser ansioso podría tener.

Finalmente, Aziraphel tomó su chaqueta, una elegante pieza de tela que parecía fundirse con la luz misma... El juego es adivinar a quien perteneció está chaqueta.
La colocó sobre su hombro con gracia, como un manto de autoridad celestial, listo para enfrentar cualquier desafío que pudiera surgir en su camino hacia el aeropuerto.

Con su maleta cuidadosamente preparada y sus pertenencias guardadas con el mismo cuidado que un arca sagrada, Aziraphel estaba listo para partir hacia el aeropuerto, llevando consigo la paz y la serenidad que solo un verdadero ángel podría poseer.

En un rincón oscuro de su acogedor apartamento, Crowley se encontraba sentado frente a una pequeña mesa, rodeado de una atmósfera de misterio y decadencia. Una botella de whisky descansaba sobre la superficie de la mesa, medio vacía y medio olvidada, testigo silencioso de las preocupaciones del demonio.

Con un gesto casi mecánico, Crowley levantó la botella y vertió un generoso chorro de licor en un vaso de cristal, el líquido ámbar brillando débilmente a la luz de una vela cercana. El aroma embriagador del whisky llenó el aire, envolviendo al demonio en un abrazo cálido y familiar.

Mientras tomaba un sorbo de la ardiente bebida, Crowley dejó que sus pensamientos vagaran libremente, sin restricciones ni inhibiciones. Sin embargo, aunque intentaba desesperadamente apartar su mente de Aziraphel, el niño no dejaba de acechar sus pensamientos, como una sombra persistente en el rincón más oscuro de su mente.

Recordaba los encuentros pasados, las conversaciones llenas de molestías , disgustos y complicidad, las miradas cargadas de un entendimiento y al mismo tiempo un fastidio mutuo que desafiaba las leyes mismas del Cielo y el Infierno. Aunque se esforzaba por mantener una actitud indiferente, Crowley no podía negar la extraña conexión que compartía con el niño, una conexión que trascendía las barreras entre el bien y el mal.

Con cada trago de whisky, Crowley intentaba ahogar las emociones conflictivas que amenazaban con abrumarlo. Pero incluso en medio del torbellino de alcohol y autodesprecio, una parte de él seguía anhelando la presencia reconfortante de Aziraphel, como un faro en la oscuridad de su existencia eterna.

Con un suspiro resignado, Crowley se sirvió otro trago de whisky, dejando que el calor del licor ardiente le envolviera como un abrazo fugaz en la fría noche. Aunque tratara de negarlo, Aziraphel seguía siendo su pensamiento más persistente, su ancla en un mundo lleno de caos y confusión. Y mientras el profesor /mafioso/ red flag se perdía en sus pensamientos, una pregunta seguía resonando en su mente: ¿podría ser que, en medio de la eterna lucha contra los escrúpulos de la sociedad hacia una relación tan... podría salir adelante?

Aziraphel se sentó en el asiento trasero del taxi, observando el paisaje urbano que pasaba rápidamente a través de la ventana. Aunque su mente estaba ocupada con los detalles de su próximo viaje, cada pequeño detalle le recordaba a Crowley, como un eco persistente de su presencia en su vida.

El rugido del motor del taxi resonaba en sus oídos, recordándole el sonido de la risa burlona de Crowley, siempre al acecho en las sombras de su mente. Cada edificio que pasaba a su lado parecía tener la silueta fantasmal del mafioso, como si estuviera observándolo desde cada esquina y callejón oscuro.

Incluso los colores de la ciudad parecían teñidos con la esencia de Crowley, con el rojo intenso de los semáforos brillando como los ojos ardientes de su maestro en la oscuridad. Aziraphel cerró los ojos por un momento, tratando de alejar las imágenes persistentes de su mente, pero era inútil. Crowley seguía allí, acechando en las sombras de sus pensamientos como un fantasma indomable.

El taxista, ajeno a la tormenta emocional que se libraba dentro del corazón de Aziraphel, continuaba conduciendo hacia el aeropuerto con una diligencia tranquila. Pero incluso el zumbido monótono del tráfico y los bocinazos ocasionales no podían eclipsar la presencia persistente de Crowley en la mente del ángel.

Aziraphel se aferró con fuerza al asa de su maleta, tratando de encontrar consuelo en el peso tangible de sus pertenencias. Pero incluso en medio de la comodidad de su equipaje, la ausencia de Crowley se sentía como un vacío palpable, como si hubiera un espacio vacío en su alma que solo el hombre cuya edad era casi la de su padre podía llenar.

Mientras el taxi se acercaba cada vez más al aeropuerto, Aziraphel se obligó a apartar los pensamientos de Crowley de su mente, centrando su atención en los preparativos prácticos de su viaje. Esto es lo que había decidido, cambiar de vida. Sin embargo, sabía que incluso en la distancia, el pelirrojo seguiría siendo una presencia constante en su vida, un recordatorio constante de los lazos que los unían más allá de las fronteras de la moralidad y el cumplimiento de sus sueños.

En el silencio de su apartamento, Crowley se encontraba sentado frente a su teléfono móvil, contemplando el dispositivo con una mezcla de incertidumbre y anhelo. Durante horas había luchado contra la idea de llamar a Aziraphel, resistiéndose con todas sus fuerzas a la tentación de buscar el consuelo de la única persona que parecía comprenderlo verdaderamente.

Pero a medida que pasaba el tiempo, la sensación de vacío en su pecho se volvía cada vez más abrumadora, como un agujero negro que amenazaba con absorberlo por completo. A pesar de sus mejores esfuerzos por mantenerse alejado, Crowley se encontraba cada vez más incapaz de resistir la urgencia de escuchar la voz de Aziraphel, de sentir su presencia reconfortante, aunque fuera solo a través de una llamada telefónica.

Con un suspiro resignado, Crowley levantó el teléfono y buscó el número de Aziraphel en su lista de contactos, sus dedos temblando ligeramente con la anticipación. Cada pulsación de tecla era como un paso hacia lo desconocido, hacia un abismo de emociones que preferiría evitar. Pero, a pesar de sus dudas y miedos, una parte de él sabía que no podía seguir ignorando la necesidad imperiosa de conectarse con el ángel.

Finalmente, después de una pausa que pareció durar una eternidad, Crowley presionó el botón de llamada y llevó el teléfono a su oído, escuchando el tono de marcado con el corazón latiendo con fuerza en su pecho. Cada timbre era como un eco de su propia ansiedad, resonando en el silencio opresivo de su apartamento como un eco de su propia indecisión.

Justo cuando Crowley estaba a punto de colgar, un tintineo agudo interrumpió el silencio de la habitación, anunciando una llamada entrante en su teléfono. Con una mueca de molestia, miró la pantalla para ver quién lo estaba llamando en ese momento tan inoportuno.

"Metatrón", murmuró para sí mismo, reconociendo el nombre del enemigo de su padre y suyo que rara vez llamaba sin una razón importante. Con un suspiro resignado, Crowley deslizó el dedo sobre la pantalla para aceptar la llamada, preguntándose por que mierda lo llamaba ese bastardo.

Caprichoso.Where stories live. Discover now