Apocalipsis

147 22 61
                                    

"¿Quieres causar problemas, Gabi?" sonrió Bellz, mostrando los colmillos característicos de su familia.

Gabriel, acostado boca abajo en la cama, observaba cómo la chica de cabello negro se vestía. "Voy a donde tú vayas".

Aziraphel salió del baño principal, verde y nervioso. "Esto no va a funcionar".

Desde el altavoz comenzaron a llamarlo, anunciando que era hora de abordar el avión.

Aziraphel se deslizó por la puerta del baño hasta quedar sentado en el suelo, escondiendo la cabeza entre sus rodillas.

—No lo necesito... —dijo con los ojos llenos de lágrimas.

Crowley finalmente llegó al aeropuerto.

Corrió directamente hacia la puerta de embarque del vuelo #666, el vuelo de Azi.

Aunque al correr se dio cuenta de que estaba a punto de cumplir cuarenta años, no se rindió.

Aziraphel se levantó, tomó su maleta y se dirigió al avión... y entró.

Crowley observó cómo el único joven albino, asmático y con un sentido de la moda anticuado entraba al vuelo.

No habló, no mostró emoción alguna.

—Si Erick y Muriel pudieron... Si Belzzebu y Gabriel pudieron... Nosotros también podemos —susurró para sí mismo.

Las puertas se cerraron.

Desde la cabina de control se escuchó la voz de Bellz: —Alfa Centauri se sentirá muy sola sin ustedes dos.

Crowley sonrió de lado. Si Aziraphel se había enamorado primero de su maestro, Crowley se había enamorado aún más profundamente.

Corrió de nuevo, esta vez hacia la pista de aterrizaje, sabiendo exactamente cuál era el avión que había abordado el peliblanco.

Una pared de malla bloqueaba su camino, así que se trepó por ella. Se sentía como en los viejos tiempos, cuando saltaba paredes y lanzaba fuegos artificiales estando borracho o drogado.

Al caer al otro lado, probablemente se fisuró el tobillo derecho. Genial, ahora tenía que correr cojeando, pero su determinación lo logró... Bueno, y un milagro demoníaco, regalo de cumpleaños de su hermana Shax, también ayudó: el avión no arrancaría si había una alerta de terroristas en la cabina.

Golpeó con fuerza la puerta de la cabina y, cuando los pilotos le abrieron, se excusó diciendo que era de la policía. Caminó hacia el fondo del avión, hacia la sección de asientos comerciales.

—¿Dónde está? —se preguntó mientras lo buscaba. Sin embargo, ese pelo blanco era inconfundible. —¡Aziraphel!

El peliblanco levantó la mirada y se sonrojó.

Aziraphel miró a Crowley con sorpresa y confusión, su rostro volviéndose carmesí.

—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó Aziraphel en un susurro, sin saber si reír o llorar.

Crowley avanzó con determinación, ignorando las miradas curiosas de los pasajeros. Cuando llegó a su lado, se inclinó y susurró:

—No podía dejarte ir sin intentarlo. Te amo, Aziraphel.

Aziraphel parpadeó, todavía atónito. Las palabras de Crowley parecieron derretir cualquier duda que tuviera. Tomó una profunda respiración, se levantó de su asiento y lo abrazó.

El avión estaba en un tenso silencio, los pasajeros observando la escena con interés. Pero para Aziraphel y Crowley, el mundo exterior desapareció. Nada más importaba, solo ellos dos y el momento que compartían.

La voz de Bellz resonó de nuevo desde la cabina de control:

—¿Van a bajar del avión o debo sacarlos yo misma?

Aziraphel y Crowley intercambiaron una mirada y, tomados de la mano, comenzaron a caminar hacia la salida del avión. Los pasajeros los observaban con curiosidad y algunos sonreían ante la escena. Al descender, sintieron el aire fresco de la pista de aterrizaje y se sintieron aliviados de estar juntos.

Mientras tanto, en un elegante apartamento, Metatrón rebuscaba en su mesita de noche con expresión de irritación. Sacó una pistola antigua y la examinó detenidamente antes de murmurar para sí mismo
—Si quieres algo bien hecho, hazlo tú mismo.

De vuelta en el aeropuerto, Aziraphel y Crowley se alejaban de la terminal, conversando sobre sus planes.—Estaba considerando aceptar ese trabajo en la universidad Heaven —dijo Crowley, sus ojos brillando con determinación. —Parecía una buena oportunidad y podría ser interesante.

Aziraphel se detuvo, su rostro palideciendo ligeramente. Su agarre en la mano de Crowley se tensó.—¿La universidad Heaven? —repitió con voz temblorosa. —¿Estás seguro, Crowley? Sabes lo que implica...

Crowley giró para enfrentarlo, su expresión seria.—Lo sé, Aziraphel. Pero es una oportunidad para nosotros...

—Hey, Crowley, he estado cavilando. No me motiva la idea de seguir en esa uni. Ya sabes, pa' qué, ¿verdad? —Aziraphel se detuvo, buscando las palabras perfectas. —Voy a buscar un lugar donde puedas ejercer sin sentirte como si estuvieras bajo el ojo de arriba, sin la sombra celestial rondando.

Crowley frunció el ceño, tratando de seguir el hilo. —Pero, ¿por qué ahora, Aziraphel? Heaven parecía el mejor plan.

Aziraphel le sonrió, apretando las manos de Crowley.

—Porque tu comodidad es mi prioridad. Quiero un lugar donde podamos florecer sin mirar a cada rato por encima del hombro. Hay mil sitios que nos darían la bienvenida. Empezamos de nuevo, ¿vale?

Crowley sintió una oleada de gratitud, sus ojos brillando.
Lo atrajo hacia sí, abrazándolo fuerte. —No sé cómo hice para merecerte, Aziraphel, pero no te fallaré.

Aziraphel cerró los ojos, sintiendo el calor de los brazos de Crowley. —Somos un equipo, Crowley. Siempre lo hemos sido y siempre lo seremos.

Metatrón llegó al aeropuerto con paso firme, su mirada llena de determinación. Su elegante traje negro contrastaba con su expresión de furia contenida. Empujó a través de la multitud, ignorando las miradas curiosas de los demás viajeros.

Al llegar a la puerta de embarque del vuelo, Metatrón se detuvo bruscamente, su rostro enrojecido de ira. Se abalanzó hacia el mostrador de la aerolínea, ondeando su boleto de vuelo con gestos exagerados.

—¡Detengan ese avión! —gritó, su voz resonando por toda la terminal. —¡Es una emergencia!

Los empleados de la aerolínea se quedaron atónitos ante la repentina explosión de furia de Metatrón. Intentaron calmarlo, pero él no estaba dispuesto a escuchar razones. Sus gritos y gestos dramáticos atrajeron la atención de todos en el área.

—¡No permitiré que se vayan! —vociferó, señalando hacia la pista de aterrizaje donde el avión se preparaba para despegar. —¡Detengan ese avión ahora mismo!

El caos se apoderó de la puerta de embarque mientras Metatrón continuaba su escándalo, demandando que se detuviera el vuelo. Los pasajeros observaban con incredulidad, algunos murmurando entre ellos y otros sacando sus teléfonos para capturar la escena.

Finalmente, los empleados de la aerolínea lograron calmar a Metatrón lo suficiente como para llevarlo a un lado y tratar de resolver la situación de manera más discreta. Sin embargo, su ira seguía palpable en el aire, y su determinación por detener el avión no disminuía.

Crowley divisó a Metatrón y con una sonrisa soltó la mano de Aziraphel y se acercó a él...

Vous avez atteint le dernier des chapitres publiés.

⏰ Dernière mise à jour : May 26 ⏰

Ajoutez cette histoire à votre Bibliothèque pour être informé des nouveaux chapitres !

Caprichoso.Où les histoires vivent. Découvrez maintenant