chapter twenty five

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Hace unas horas había llegado a Argentina

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Hace unas horas había llegado a Argentina. Ya había dejado todas mis valijas en mi departamento de acá y en España ya no había nada que me pertenezca. Ahora me había tomado un Uber para ir al predio de la AFA, porque me habían llamado para que lo vaya a buscar a Enzo, ya que su familia aún no había llegado y el estaba en pedo todavía.
Llegué, le pagué y bajé. Le dí mi nombre al de seguridad y pasé al establecimiento.
Cuándo entré lo primero que ví fue a varias chicas en la misma situación que yo, les dediqué una sonrisa y me puse a buscar a Enzo, encontrandome con Agustín y Rafael llevándose a Julián.

—luci! Mejor amiga!— Julián me abrazo y yo me reí.

—viniste a buscar a Enzo?— asenti ante la pregunta de rafa.

—su familia todavía no llegó y el les dijo que me llamen a mí—nos reímos

—bueno luchi, nos vamos que esté se tiene que pegar una ducha bien fresquita— me rei— Julián vamos— mi mejor amigo me soltó bufando y se fue.

—señorita Lucero?— me dí vuelta— soy del cuerpo técnico, si busca a Enzo está en el patio.

—muchas gracias— le sonreí y me fuí al patio.

Lo busqué y lo encontré sentado abajo de un árbol llorando, me acerqué a el y me arrodillé a su lado.

—enzo, que te paso?— pregunté preocupada.

—se llevaron a Julián y me dejaron solo, además no vino mi novia por mí, no me quiere— sonreí.

—si vine por vos, estoy acá— el alzó su vista y me miró sonriente.

—amor!— grito y se lanzó sobre mi haciendo que caigamos en el pasto.

—enzo, sos pesado, bájate porfavor— el se bajó de arriba mío.

— perdón, nos podemos ir, estos viejos no me dejaron jugar a la carrera de caballos con juli y ya no me caen bien— me reí.

—vamos a buscar tus cosas— me levanté y lo ayudé a levantarse.

El no se podía mantener parado así que pase su brazo por arriba de mi hombro y caminamos adentro.

—señorita, las cosas de Enzo— le sonreí a una señora— y estás son las llaves de su auto, se las dió a la cocinera para que le dé milanesas con papas fritas— me reí.

— muchísimas gracias— ella sonrió y se fue.

—ibas a cambiar tu auto por una milanesa con papas?— le pregunté divertida mientras caminábamos hacia afuera.

—no era una milanesa cualquiera, era una milanesa napolitana— se rió el solo y yo negué con la cabeza.

—cual es tu auto?— rogué porque loo identifiqué.

—es una camioneta negra, pero no se cuál es— hablo perdido y yo localice una así que probé con la llave efectivamente era esa.

—veni vamos, ya la encontré— llegamos, lo subí a el en el asiento de acompañante y le abroche el cinturón.

— que hermosa, enserio sos mi novia?— me miró fijo mientras le ponía el cinturón de seguridad.

Decidí no responder, guardé sus cosas en el baúl y me subí en el asiento del conductor. Prendí el auto y cuando lo miré Enzo ya estaba dormido, decidí ir a mi departamento ya que no sabía dónde era el suyo y menos dónde tenía las llaves, si es que no las intercambio por un helado.

Llegamos a mi departamento y como el estaba dormido decidí primero bajar sus cosas y volver por el para tener mis dos manos a disposición.

—enzito, amor, llegamos— el se removió en el asiento e intento bajar con los ojos cerrados.

Lo ayude, cerré el auto y subimos por el ascensor a mi departamento. Entramos y lo llevé directo al baño, dónde lo senté en el inodoro con la tapa baja.

—quedate ahí— lo señalé y fuí por su bolso.

Para mí suerte le conseguí una muda de ropa limpia así que le agarre un bóxer y un short, hacía mucho calor y por lo que se a Enzo le encanta andar en cuero.

Volví al baño y lo ví sentado donde lo dejé.

—sacate la remera y el pantalón— le dije y el se empezó a reír.

—que querés hermosa?— negué y me ate el pelo.

—que me hagas caso, te vas a dar una ducha.

Prendí la ducha y le puse agua fría, el me hizo caso y se quedó en bóxer. Lo metí abajo de la ducha y cuando ví que reaccionó, que el alcohol en su sangre bajó la apagué.

—cambiate que te voy a preparar un té — salí del baño y fuí a hacerle un té.

Llevé el té al living y me senté cansada en el sillón. Al rato ví como Enzo salía del baño en cuero y tocándose la cabeza.

— me duele la cabeza— se sentó a mi lado.

—tomate eso— le mostré el té y el lo agarro.

Se lo tomó en silencio y cuando terminó se acostó en el sillón con su cabeza en mi regazo, yo le hice mimos en el cabello y sentí como se relajaba.

—gracias por todo hermosa, te amo— el levanto un poco su cabeza y me dió un beso, luego se volvió a acomodar y se quedó dormido plácidamente.

Por vos cambio | Enzo Fernández Where stories live. Discover now