chapter thirty three

252 13 0
                                    

Estábamos con Enzo y sus hermanos sentados en el sillón mañana volvemos a Buenos Aires y estábamos charlando de todo un poco

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Estábamos con Enzo y sus hermanos sentados en el sillón mañana volvemos a Buenos Aires y estábamos charlando de todo un poco.

—amor, como que no sabés andar en bici?— alcé mis hombros.

—nunca aprendí y después pasó el tiempo y me dejó de importar.

—tienen las bicis todavía?— le pregunto Enzo a sus hermanos quiénes asintieron— hoy vas a aprender a andar en bici.

—no, me da miedo amor, porfas— ya era omiso el caso que me estaba haciendo.

—vienen?—sus hermanos asintieron y se levantaron todos yendo a algún lado de la casa, supongo que a buscar las bicis.

Enzo volvió por la puerta de entrada, lo que me indica que salió por el garage.

—vamos amor, ya están las bicis— negué.

—no quiero Enzo, me da miedo— crucé mis brazos y piernas.

—amor no te va a pasar nada, no te voy a soltar, lo juro— se sentó a mi lado y me miró.

—lo prometes?— alcé mi dedo meñique.

—lo prometo— el tomó con su dedo el mío y me dió un beso en la frente.

Fuimos a la calle, que con suerte pasaban dos autos cada media hora y ví a Enzo venir con una bici.

—te subís, y cuando empezas a pedalear no pares y para frenar aprietas éstos y de a poco vas frenando, si?.

—esta bien— me subí y Enzo me tomó del asiento para darme más estabilidad.

—amor, si veo que vas bien te voy a soltar, así que no te asustes porque vos podés sola, si te suelto es porque estás bien.

Empecé a pedalear y cuando le agarre la mano sentí que Enzo ya no estaba agarrándome, entonces respiré profundo y fuí sola. También lo ví de reojo que iba trotando cerca de mí por las dudas, así que eso en cierta forma me daba seguridad. Cuando estaba llegando a una esquina miré para el lado dónde vienen los autos y como no ví a nadie seguí, de lo que no me percaté que la calle era doble mano.

—amor!—grito Enzo y luego sentí un golpe muy fuerte haciéndome caer de la bicicleta toda lastimada.

Si, me habían chocado y el auto siguió su camino sin frenar. Ví como Enzo y sus hermanos corrieron a mí.

—lu lu lu, estás bien?— Enzo se arrodilló a mi lado.

—enzo, me duele— dije y sentí como mis ojos cada vez me iban pesando más.

—aguanta amor, aguanta porfavor— sentí que Enzo me cargó en sus brazos y empezó a correr conmigo inconsciente en sus brazos.

Si bien estaba inconsciente sentía mi cuerpo rebotar al estar a upa de Enzo, también escuchaba que el lloraba y lo que me decía o a sus hermanos lo unico que no podía hacer era hablar y abrir los ojos, mi cuerpo me dolía mucho.

—llama a papá que prenda el auto!— grito Enzo mientras seguía corriendo.

—amor, porfavor no me dejes, amor, no porfavor, aguanta gorda— me decía.

Sentí como me metieron a un auto y aún seguía a upa de Enzo, escuché murmullos pero cada vez me dolía más y más, entonces no escuchaba ya sus conversaciones.













Me habían traído al médico, o eso es lo que sentía yo, tenía una máscara de oxígeno, miles de cosas inyectadas pero aún no podía abrir mis ojos.

—amor, porfavor— sentí como Enzo agarró mi mano— porfavor desperta, no quiero que nuestra historia termine así, quiero que nos casemos, que tengamos hijos, nos imaginó de viejitos cuidando de nuestros nietos, o despertando y tenerte al lado hasta el último día, viajar juntos, tener historias que luego podamos contar, formar una familia juntos, te imaginó siempre ahí en el palco con mi camiseta alentando y mostrando esa hermosa sonrisa que tenés, porfavor amor, no me dejes, que sin vos no puedo, no me imagino una vida sin vos— no se de dónde saqué la fuerza para poder abrir los ojos y tomar su mano.

—yo tampoco Enzo— el alzó su vista y sonrió.

—amor! Despertaste!— me dió un besito y salió corriendo.

Al ratito entraron médicos, que me dieron más oxígeno y me hicieron un par de estudios.
Al rato entro Enzo y me tomó de la mano.

—bueno, los estudios indican que ya estás bien, el golpe fue muy fuerte pero lo que más te hizo efecto fue cuando caíste, te tendrás que quedar por está noche para chequear que no tengas algún problema y mañana a primera hora ya se puede ir.

—me puedo quedar con ella?— pregunto Enzo.

—si usted así lo quiere sí— asintió la doctora y Enzo me miró.

—enzo vení más tarde, ahora anda a tu casa y empaca todas nuestras cosas porque mañana volvemos allá a Buenos Aires, si?.

— estás segura?— asentí.

—yo estoy bien, si querés quédate allá en tu casa y vení mañana, no tengo problema.

—no, voy a casa hago todo eso y vuelvo, no te voy a dejar sola tanto tiempo si?— me tomó las manos.

—esta bien, cuando vuelvas trae algo para comer que la comida de los hospitales es re fea— el se rió y me beso.

—te amo, en un rato vuelvo, hermosa— me besó por última vez y se fue.

Me quedé sola y me puse a pensar en todo lo que había pasado en mi vida últimamente. Eran muchas cosas tanto buenas como malas y no sabría como las hubiera enfrentado si Enzo no estaba a mi lado, le debo el mundo a el, siempre me acompaño en todo momento, nunca me presionó ni nada... Solo estuvo para mí.










Por vos cambio | Enzo Fernández Donde viven las historias. Descúbrelo ahora