O1.

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—Bien, y comenzaremos con un ejercicio. Ya todos sabemos lo que se hace antes de comenzar a trabajar en equipo, ¿No? —habla Bayona, el director.

—¡Yo sé, yo sé! —grita Matías Recalt, al parecer uno de los chicos más extrovertidos del elenco.- Ir de uno en uno, diciéndo el nombre, edad, y lo que nos gusta hacer.

—¡Pero si a estos les conozco hasta las pelotas!

Dice Juan Caruso. Las risas en todo el lugar comienzan, hasta que Bayona logra calmarlos, y hacerlos prestar atención nuevamente.

—Ojalá fuera una broma eso. —dice el productor haciendo reír a todos de nuevo—. Pero bueno, bueno. Hoy se agrega una parte muy importante del equipo que merece ser presentada. Y me refiero a nada más y nada menos... Que nuestro equipo de diseño e imagen.

Bayona nos señala a mí, y el resto de mis compañeros, todos los presentes comienzan a aplaudir, algunos incluso a sueltan gritos y porras.

—Ellos serán una parte fundamental de nuestro día a día, y créanme, son los mejores. —habla Vernat, uno de los guionistas.

Todos lo oyen atento para después mirarnos, y darnos una amable sonrisa.

—Bueno, ellos pueden decir el nombre, la edad, y todo eso, ¿No? —sugiere Juan, y todos asienten.

Mis compañeros los hacen antes que yo, y mientras decían lo suyo, yo solo pensaba en que uno de ellos, centró su vista en mí de una forma... Diferente, lo que hizo que mi mente estuviera un poco torpe, pensando en que diría, y a su vez, en sí tenía algo en la cara.

Era mi turno. Di un paso al frente y con una sonrisa, hablé.

—Me llamo Lía. Tengo veintiún años, y aunque suene raro...lo que más me gusta hacer, es precisamente a lo que me dedico. —dije sarcástica.

Mientras hablaba, mis ojos se dirigían inconscientemente a los de Matías Recalt, era él quien no dejaba de verme desde hace rato, logró ponerme un poco nerviosa. Y él lo notó.

Al terminar de presentarnos, todos se dirigieron a sus zonas de trabajo, así que caminé hacía un sofá, y tomé asiento. Desde ahí veía a la gran mayoría hacer su deber, mientras pensaba en que podría ayudar.

—¿Es aburrido, no? —escucho a alguien hablar detrás de mí. —Las grabaciones comienzan la semana que viene, y desde ya estamos presos.

Es Matías, verlo tan cerca me hace sentir inquieta al instante, no había olvidado que estuve mirándolo repetidas veces hace rato. Eso quizás me hizo parecer extraña, o en realidad si tenía algo en la cara. Pero bueno, al final fue él quien me miraba primero.

—Bueno...igual no tengo nada que hacer. —alzo los hombros reposando mi espalda sobre el sofá.

—Yo tendría que estar en una sesión ahora. —me cuenta tomando asiento a mi lado.

—¿Y qué ocurre?

—Creo que mi estilista piensa que tiene el día libre, algo así... —el comentario me deja pensando unos segundos. Según yo, mi trabajo comenzaba hasta que empezara la filmación, al ver mi cara, segundos después suelta una fuerte risa. —Es jodaaa, le cambié mi turno a todos para poder comer el guisado uruguayo que traerá Pedro.

Y así fue como conocí a Matías, el primero en acercarse y hablar conmigo, el primero en portarse bastante amable, pasó junto a mí toda su "escapadita" mostrándome el guisado que comían allá, y contándome sobre como eran las cosas en Uruguay.

Para ser sincera una bienvenida muy agradable, había pasado unos quince minutos sentada viendo como todos charlaban con sus amigos, o simplemente hacían su trabajo. Algo que me había puesto incómoda.

Pero la forma en que él se acercó, y me mostró interés, preguntándome sobre mi país, o sobre dónde estaba mi habitación, me hizo sentir un poco más en confianza. Y así supe que podría ir y a charlar con él, cada que se pudiera, o al menos así me lo dijo, cuando le conté que no hablaba ni siquiera con los otros chicos de mi área.

—Mi piso es el número...ocho, creo. —le conté.

—Ah, mirá vos...—dice alzando las cejas y asintiendo.

¿Miro qué? Me pregunté, en los minutos que llevábamos hablando, a penas y le podía entender unas cuantas de sus raras expresiones. Además de su acento, que lo hacía arrastrar palabras y letras confundiendome a veces, y dejándome con cara de "¿Ah?"

Pero a pesar de eso, me resultó un acento bastante lindo.

—...mi habitación es en el nueve. —sigue hablando—. Pero comparto cama con un pelotudo.

Río.

—¿Compartes habitación?

—Sí, cambio de lado al dormir, y alcanzo a besarle la boca. —bromea—. Hoy saldremos a tomar algo, si en un rato seguís acá, igual y poés acompañarnos. —ofreció amable—. Para conocernos...¡Bueno!...hablo de todos, para conocer a los demás, y todo eso.

—Sí, claro. -asiento con una sonrisa un poco enternecida, debido a la torpeza con la que Matías hablaba.

Parecía una buena opción, al final, esos eran sus últimos días de descanso antes de que la película empezara.

Y vaya que una gran película estaba por empezar.

JOB | Enzo Vogrincic, Matías RecaltDonde viven las historias. Descúbrelo ahora