21.

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Una semana después de la confesión de Matías, hoy era el último día de descanso que tendrían en los próximos meses. Así que el plan que Juan organizó fue probablemente el plan más tranquilo y normal de toda su vida.

Consistía de una pequeña reunión frente a la fogata que armaron ellos mismos en el jardín del edificio, con malvaviscos, música, y todo lo necesario para poder soportar el viento frío de la noche.

Lía estaba sentada sobre un tronco seco, los chicos se habían tomado tan en serio la temática de una fogata, que buscaron el lugar mas lejano y oscuro del jardín, adornándolo con múltiples tiras de luces que colgaban desde las ramas de los árboles, todos charlaban en forma de círculo. Uno muy grande, pues además de los chicos, estaban también sus parejas, y muchos miembros más del equipo de trabajo.

—Bueno, y que prefieren...

—¡No, no! No empecemos con tus que prefieren Juani, por favor. —Felipe, de adelanta a interrumpir a su amigo, haciendo a todos reír. 

Lía siente la alegría de todos con verles el rostro, y moviendo la vista por todo el círculo viendo a cada uno de ellos, se topa con Matías. Charlando con Esteban justo frente a ella, y haciendo diferentes expresiones de emoción por la facilidad con la que su amigo podía hacer los malvaviscos, él ya había quemado muchos, así que le avisó que iría a aprender, para así poder hacerle unos cuantos. Lía sabía hacerlos a la perfección, pero no iba a quitarle la emoción de preparar algunos para ella.

Estaba demás decir que la chica sentía cosas en el estómago cada vez que lo veía, como ahora, y podía diferenciar totalmente que no eran ni nervios, ni timidez, ni ansiedad. Era algo diferente, bonito. A penas pasó una semana desde que se habían confesado varias cosas, y en ese tiempo tan breve, lograron encontrar una cercanía muy peculiar, él hablaba demasiado, y a Lía desde siempre le ha gustado escuchar, entonces fue como una mezcla perfecta. Habían tenido varias citas, así era como Mati las llamaba, y por primera vez, no se sentía abrumada de ver a alguien tan seguido, al contrario, siempre esperaba con emoción el mensaje del chico para invitarla a algún lugar, donde fuera ella aceptaría, porque le gustaba estar con él, tanto como a Matías estar con ella.

Las salidas que tenía, con y sin sus amigos, eran todas geniales, divertidas, diferentes.  Mientras Lía está concentrada viendo a Matías, la charla que Fernando y Fran tienen a su lado, la hace desconectarse de sus pensamientos cuando escucha el nombre de ese chico. En automático su atención se centra en lo que dicen, y así se entera de que Enzo se fue a Uruguay, y que no volverá hasta que sus escenas fueran grabadas. Eso le suena a que no lo verá dentro de mucho, y está bien, cada vez que estaba frente a él se ponía tan nerviosa, que el nudo que se formaba en su estomago a penas la dejaba hablar, no se imaginaba lo que sería trabajar con él después de lo que ocurrió. A veces todavía piensa en eso, y supone que ahora serían los dos, los que tendrían que fingir demencia, y ser profesionales.

Matías sacudiendo su brazo alegremente al otro lado del circulo, y señalando sus malvaviscos bien hechos, la hizo reaccionar,  y soltó una risa enternecida al verlo correr emocionado.

—Mirá, este me quedó mejor que todos, quedatelo vos. —estira su mano ofreciendo el snack, y la chica lo toma— Dame una calificación sincera.

Lía da el primer mordisco, y hace un gesto como pensando la calificación. A ella le hubiera quedado mucho mejor, pero Matías fue quien lo preparó, así que desde ahí ya tenía un diez limpio.

—... Si me decís una mala, voy a hacer que te comas los quemados. —bromea en un tono de amenaza tomando asiento junto a ella. 

—Solo porque no quiero comer los quemados, te doy un diez. —dice sarcástica volteando a verlo.

Matías deja de prestarle atención a lo que habla en cuanto la tiene frente a él. Le gusta mucho lo que ve, y aunque parece que siempre tiene algo por decir, a veces simplemente se queda sin palabras,  era discreto, pero como cualquier humano, se ponía tímido a veces. Creía que era muy pronto para sentirse así de intenso, pero recordó la vez que Enzo le dijo que los buenos sentimientos no se miden, ni se detienen.  Quizá por eso se sentía tan ansioso de acercarse, y besarla.

Pero no iba a hacerlo, no. Aún no.

Los dos voltean al mismo tiempo escuchando el escandalo al centro del círculo, desde ahí ven a Francisco y Juan abrazados, siguiendo el ritmo de la música romántica que pusieron de fondo, y animando a todos a acercarse a la 'pista.'

—¡Venga, a bailar! —exclama haciéndoles un gesto con el brazo. Ya casi todos estaban de pie, unos con sus chicas, otros con algún compañero, o también como Esteban, que tomó su botella de alcohol y se acercó a bailar con ella. Matías y Lía eran los únicos que faltaban.

Lía ve a Matías encender un cigarrillo, y mientras se guarda el mechero en el bolsillo trasero de su pantalón, se pone de pie frente a ella. Los nervios empiezan a hacer sus manos transpirar al saber lo que estaba a punto de hacer, y cualquiera se desmayaría al verlo estirar su brazo, y verla con una media sonrisa para no dejar caer el cigarrillo de su boca.

—¿Querés bailar esta conmigo?


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iiiih, ns si esto sea relleno, pero m gusta escribir escenas lindas con Mati jej espero a ustedes tmb les gusteee

JOB | Enzo Vogrincic, Matías RecaltDonde viven las historias. Descúbrelo ahora