26.

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—No, no atiendas. —indica Enzo buscando el dichoso bar por todo el panorama que sus ojos le permitían ver—. Tenemos que encontrarlo nosotros.

—Matías me está llamando otra vez, ¿Por qué no puedo contestar? Él nos puede decir a dónde ir.

El chico suspira deteniendo el auto, y con un semblante serio, pareciendo hasta molesto, voltea a verla.

—Sí, contale que estás conmigo. —dice con sarcasmo—. No le avisé que trabajaba hoy con vos.

Lía muerde su mejilla.

Enzo se tomaba muy en serio lo que pasó entre ellos. 

Eso no quiere decir que para Lía fuera cualquier cosa, solo que la forma en que el chico se aferraba a que no los relacionaran para nada en absoluto, no le hacía mucho sentido, Enzo era su modelo principal, y aunque aún no comenzaban con el trabajo en forma, llegaría algún momento en dónde Matías tendría que verlos convivir.

—Podrías decirle que solo te ofreciste a traerme. —sugiere Lía alzando los hombros.

Mmh. No lo sé. —Enzo ladea los labios, negando—. No soy tan amable, jamás subiría a la novia de un amigo sola en mi auto.

La forma despectiva en que lo dice la deja pensando mientras lo mira. Lía ni siquiera habla cuando Enzo parquea el auto, pues su mente le da vueltas a lo dicho, y la hace preguntarse ... En el caso de que Lía sí fuera la novia de Matías, ¿Por qué a ella la sube en su auto?

—Yo no soy la novia de nadie, Enzo. —aclara en un tono que llama bastante la atención de el chico—. Y es absurdo que intentes escondernos tanto, digo... Ni siquiera estámos haciendo algo malo.

—Nos besamos, Lía.

—¿Y qué? ¿Ese es tu miedo? Qué Matías lo sepa. —lo interrumpe sonando irritada.

—No es miedo, tonta. —dice girándose un poco sobre su asiento para tener a Lía más de frente—. No puedo besarme a la mina de mi amigo, y hacer como si nada.

Admite.

—Coño, que no soy novia de nadie. —repite terca, Enzo sonríe escuchándola, le resulta tierno verla hablar en ese tono tan serio—. Despreocúpate por eso, y por Mati, solo tú y yo sabemos lo que pasó, y te aseguro que por mí jamás se enterará.

Para la conciencia de Enzo, escucharla decir aquello es como un alivio. Incluso mientras estaba en otro país, pensaba en lo que pasó, en si le importaría mucho a Matías si algún día lo sabe, pensó en que al regresar lo estaría esperando con la pregunta de ¿Por qué había besado a la chica que le gustaba? Antes de dormir también se preguntaba si Lía era de esas que contaba todo, o si en algún arranque de emoción se lo confesaría a alguien.

—¿Jamás se lo dirías? —pregunta alzando ambas cejas.

—No, así no tienes que volver a fingir demencia sobre no conocerme.

Enzo suelta una risita avergonzado, luego de semanas Lía seguía con lo de ese día, empezaba a creer que si la había ofendido mucho.

—¿Segura? —insistente, incluso se acerca un poco más a Lía para lanzarle una mirada como amenazante mientras lo pregunta.

—Segura, n...

Para Enzo lo dicho fue como una invitación a seguir con todo. 

Técnicamente las cosas no estaban tan mal, así su conciencia podía todavía con un poco más de carga, eso hizo que a penas la escuchara terminar aquella palabra, llevara una de sus manos hasta la nuca de Lía, para no dejarla ni reaccionar, y juntar sus labios en un beso, solo sería uno más, antes de que Matías se animara a comenzar algo formal con la chica, y las posibilidades de poder seguirla besando desaparecieran por completo . Enzo se lo juró a sí mismo.

Lía no fue capaz ni de darse cuenta que de un segundo a otro Enzo estaba besándola, moviendo sus labios contra los suyos, y tomándola por la cabeza con algo de fuerza, no la lastimaba, pero era lo suficiente para que no pudiera alejarse.

Tuvo solo el gesto de querer hacerlo, llevó ambas manos a los grandes hombros de el chico, pero era como si fuera imposible tener las fuerzas para hacerlo a un lado. Lía no quería hacerlo, en realidad no quería besarlo, no era lo correcto. Pero tenerlo así de cerca era adictivo, sentir desde sus labios, hasta el calor que su respiración, luego de haberse quedado con todas la ganas aquella primera vez, el sentir la lengua de Enzo entrar a su boca, su grande mano sosteniéndola, todo eso le nublan la cabeza, y la hace perder el control sobre sí.

Su mente funcionaba por microsegundos entrando en consciencia sobre que era lo que quería, fue en una de esas chispas que tenía su cabeza en dónde recordó que Matías la había besado esa misma mañana, y tuvo más fuerza para estirar sus brazos, y hacer lo que pudo.

Fracasó, obvio. Y al sentir el esfuerzo por separarse, el chico llevó su otra mano al costado del rostro de Lía para tomarla con más fuerza, él lo sentía. Ella quería besarlo también, simplemente sabía que no debían hacerlo.

Él también era consciente de eso, pero, ¿Qué se hace cuando deseas tanto a alguien?

El besó siguió, Lía no podía oponerse en ningún sentido, pues dejó que sus labios fluyeran con los de Enzo aunque sus brazos luchaban por alejarlo.

Fue un beso profundo, Enzo lo había estado planeando desde que la vio salir del ascensor esa mañana. También lo pensó cuando la tenía frente a él haciendo costuras, cuando se toparon en el estacionamiento y el se ofreció a llevarla, cuando subió a su auto, incluso el día que se despidió de ella con Matías a su lado. Pero el momento indicado fue cuando Lía le aseguró que no diría nada.

Estaban tan adentrados en esa burbuja de emociones totalmente extrañas y confusas, que un toquido en la venta de lado del copiloto, junto a un...

—¿Enzo?

Los hizo detenerse en seco.

El semblante de el chico cambia por completo al escuchar eso, y quedándose perplejo se aleja solo un centímetro de Lía, la ve a los ojos, ambos estaban como congelados, y sus corazones comenzaron a latir tan deprisa, que no quisieron ni moverse, se vieron aún con los labios rozando un poco, Enzo nota lo aterrada que la chica estaba.

Pero ni como ayudarla, él lo estaba mucho más, pues esa voz la reconoció al instante.


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JOB | Enzo Vogrincic, Matías RecaltDonde viven las historias. Descúbrelo ahora