44.

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En el calor del momento, cada que Lía se estremece entre sus brazos hasta quedar sin aliento, Enzo se pregunta una y mil cosas...

¿Qué es lo que la hace seguir?

¿Qué pasa por su cabeza cada que entre la oscuridad, lo mira directamente?

Cada cerrar de ojos soltando leves suspiros, ¿Le hace desear estar en ese mismo lugar realmente? ¿O es todo parte del dejarse llevar?

¿Lo siente?

¿Quién la lleva más alto?

No puede soportar mas la presión que su cabeza ejercía en él a cada movimiento que hacía. Necesitaba una sola respuesta para poder seguir haciéndola sentir bien.

Necesitaba saber que era él.

Quería escuchar de Lía, que Enzo es lo único en lo que piensa ahora mismo, quitarle de la mente esa errónea idea, de que no puede dejar de pensar en Matías ni un segundo cuando está a su lado.

Por qué, ¿Quién puede pensar en alguien como Mati, cuándo está conmigo en esta situación?

Enzo le resta importancia a esas voces en su cabeza un solo segundo, cuando un jadeo silencioso por parte de Lía choca contra su cuello, él de inmediato repite el gesto. Desliza las yemas de sus dedos con delicadeza por toda la espalda de la chica, esperando por escuchar de nuevo aquel sonido tan satisfactorio. 

Lía vuelve a jadear, acompañada de un evidente escalofrío que erizar su suave piel, al igual que la de Enzo.

Enzo sabe que cualquier parte donde toca, es como quemarla. Y como quemarse así mismo, ya que es tan jodidamente excitante, que con toda seguridad se imagina lo difícil que será no volver a desear un momento como este. Mientras mira con detalle los hombros que la ropa de Lía deja a la vista, siente sus delicadas manos alzarle el rostro.

Enzo la mira, se muere por decirle a la cara lo mal que lo tiene, lo loco que lo vuelve, lo mucho que le gusta ese color frío en sus ojos, lo adictivo que le resulta tocarla, y ser tocado por ella.

Lía comienza a dejar besos que se sienten como una caricia por toda su cara, y a partir de aquella sensación tan dicha, Enzo empieza a tener la certeza, de que esto no volverá a pasar.

Cuanta suerte tiene Matías.

A veces, en ocasiones muy remotas, por la mente de el chico pasa aquel vago deseo de ser él por un segundo, o al menos correr con su suerte. Jamás lo había visto así, Enzo nunca quiso ser alguien más que el mismo en su vida. Así comienza a imaginar, y entender que Lía, está provocando algo fuerte en él, algo muy grande.

Matías y su buena suerte.

Matías, Matías, Matías.

—Contestale, decile que todo bien. —ordena Enzo.

El teléfono de Lía no había parado de sonar desde hace un par de horas. Lo habían estado evadiendo durante un buen rato, pero el sonido empezaba a fastidiar demasiado a el chico.

Pero Lía simplemente tiene el valor, toma el teléfono, y no puede hacer nada más, que quedarse inmóvil viendo la pantalla.

—... Dame acá. —dice arrebatandolo de sus manos—. No le vas a decir mentiras, estás bien.

Enzo comienza teclear dejando a Lía en suspenso.

Por suerte no escribe nada más que lo que menciona, tampoco era su intención joder el momento.

La fotografía de perfil que tiene su amigo, en dónde ambos aparecen juntos en aquel viaje, lo hace detenerse a pensar en Matías, más concretamente solo un par de segundos, vaya amistad. Y vaya amigo de mierda.

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⏰ Last updated: May 01 ⏰

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JOB | Enzo Vogrincic, Matías RecaltWhere stories live. Discover now