Perspectivas del mismo sentimiento.

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"...El daño causado hizo pedazos su corazón de cristal
Mantén la fe cuando llegue la oscuridad
Me entrego para que te quedes quieta
Las noches sangrarán
Los días arderán
Me quedaré aquí hasta que vuelvas..."

-Keep The Faith, Fade.

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Adán acompañó a la diosa de baja estatura al pabellón que correspondía a su habitación, siendo recibida con una pistola apuntando sin titubear sobre su frente.


-¿Quién eres y por qué demonios la hiciste llorar? -La rubia sólo bostezó, no tenía ánimos de contestar porque ni siquiera sabía qué significaba el iluminado para la joven diosa.


Zerofuku miró entre lágrimas a los dioses antes de entrar corriendo directamente a su habitación y cerrar la puerta. El resto se miró entre sí y fue Benzaiten la elegida para subir y consolar a su líder por tener más empatía al ser una chica.


-Nadie mate a la rubia, algo me dice que ella no tiene nada que ver con lo que ocurre con Zerofuku-sama -La diosa sonrió a la madre de la humanidad, contoneando suavemente sus caderas mientras iba al consuelo que Zerofuku no estaba pidiendo pero sus acciones gritaban que lo necesitaba.


Ebisu volvió su vista a la inexpresiva mujer, y tras bajar la mirada sus mejillas se encendieron.


"¡¿POR QUÉ RAYOS VA DESNUDA?!"


Hoteison sólo atinó a dar una reverencia a la humana antes de cerrar la puerta para evitar que cualquier otro dios dijera algo inadecuado a la creación divina de los dioses.


-¡¿POR QUÉ LE CERRASTE LA PUERTA SIN INTERROGARLA, HOTEISON?! -El dios se encogió de hombros, restándole importancia al gesto mientras caminaba hacia el cómodo sofá ignorando deliberadamente a Ebisu y sus armas que no tenían balas.


-Porque ella trajo a nuestra pequeña Zerofuku sin rastro de malicia alguno en su ser -Fukurokuju dio un sorbo a su té, moviendo una ficha del enorme tablero circular que hizo suspirar a Bishamonten al ver que había perdido.


-Los humanos son muy raros... -Daikokuten comía fideos agridulces, tomando asiento en el mullido sofá para prender la televisión y ver cualquier cosa con tal de no morir de aburrimiento ya que Zerofuku no parecía estar de humor para jugar video juegos y Jurojin en lugar de tomar el lugar de la diosa, se encontraba sentado en la fina alfombra en forma de flor de loto como la teja de Pai Sho que hizo ganar en aquel juego al viejo Fukurokuju.


-Oigan, a todo esto... ¿Y si fue por Buddha? -Bishamonten sólo hizo el comentario más no esperaba que Daikokuten y Ebisu se pusieran rápido de pie corriendo con desesperación a la puerta deseando la cabeza del iluminado en bandeja de plata.


-No sean tan impulsivos, mejor beban una taza de té y no causen problemas a nuestra Zerofuku -Fukurokuju dio otro sorbo a su té, compadeciéndose en silencio por la diosa que veía como una hija sufriendo de amor.


Era lo suficientemente anciano para saber que aquellas lágrimas parecían ser de un amor no correspondido y aunque eran dioses, ni siquiera ellos estaban exentos de padecer los males de un corazón roto.


"Pobre y desdichada Zerofuku... Pero no te preocupes pequeña diosa, el amor lo conquista todo y tiene formas muy misteriosas de actuar..."


Sólo había que recordar que si debían buscar al causante de aquellas lágrimas, tenían que traerlo con vida ya que quien tenía la última palabra como siempre desde que regresaron por obra de la fuente primaria, era Zerofuku.

Benzaiten acariciaba con cierta dulzura el sedoso cabello casi blanco de la diosa de la fortuna, dejando que su rostro siguiera oculto en aquella esponjosa almohada de color vino con detalles dorados. Un suave suspiro salió de sus labios.

Zerofuku era sonriente, una luz tan luminosa como los mismos rayos del sol, pero ahora se encontraba como un día lluvioso, tempestuoso y tormentoso.

𝑺𝒉𝒐𝒘 𝑴𝒆 𝑳𝒐𝒗𝒆Where stories live. Discover now